Dos en uno: biofertilizante y biofungicida de banano

Por Montserrat Muñoz

Guadalajara, Jalisco.- La producción de banano constituye una actividad de impacto económico importante en la agricultura de México, que tan solo en 2016 significó dos millones 419 mil toneladas de este fruto, tanto para consumo interno como para exportación, acorde con datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

Los retos que enfrenta este sector no son menores, dado que los agricultores dedicados a este cultivo están en constante búsqueda de fertilizantes que permitan un mayor rendimiento y calidad de las parcelas sembradas, así como de fungicidas que ayuden a controlar las patologías propias de esta planta.

En vista de ello, la maestra Gloria Margarita Macedo Raygoza trabaja en la creación de un biofertilizante para el cultivo del banano basado en bacterias endófitas. Este mismo producto tiene ya probadas propiedades como biofungicida, ya que logra controlar una de las enfermedades que más aqueja a los cultivos del banano: la Sigatoka negra.

La investigadora tiene experiencia con el cultivo del banano desde hace más de siete años, que se derivan de su trabajo en proyectos para el control de la Sigatoka negra y el desarrollo de un fungicida elaborado a base de bacterias endófitas del banano.

“En un primer proyecto, lo que hice fue ver si las bacterias endófitas del banano eran capaces de producir ciertas moléculas con propiedades antifúngicas, para lo cual medí lipasas, glucanasas, quitinasas y proteasas”, acotó la maestra en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.

Durante la maestría, la investigadora desarrolló un biofungicida que resultó tener también propiedades fertilizantes. “Esa es la faceta que estamos evaluando ahora, además de las capacidades antifúngicas de dichas bacterias, las capacidades que tienen para transferir nitrógeno a la planta”, dijo.

El proyecto cuenta con financiamiento por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), a través de la convocatoria de Proyectos de Desarrollo Científico para atender Problemas Nacionales 2013, con un fondo de 995 mil pesos, que también abarca otras líneas de investigación como un biofertilizante para maíz.

Como biofertilizante

El biofertilizante está formado por un consorcio de 10 microorganismos —bacilos y enterobacterias—, los cuales promueven la asimilación de nitrógeno en el banano. Este elemento resulta esencial para el crecimiento de cualquier célula.

“El nitrógeno es parte fundamental para que la planta pueda producir clorofila. Si la planta no produce clorofila, no puede hacer fotosíntesis ni producir aminoácidos y consecuentemente proteínas, que es la estructura de la planta”, comentó Macedo Raygoza.

Los microorganismos del consorcio fueron elegidos tomando en cuenta, entre otros aspectos, sus capacidades de fijación en nitrógeno, según comentó el doctor Miguel Beltrán García, asesor de la investigadora y líder del Laboratorio de Biotecnología de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).

“Originalmente fue pensado como biofungicida pero en realidad es una mezcla de biofungicida con biofertilizante. A la postre, las plantas van a estar nutrimentalmente fuertes, altas con tallos gruesos, raíces fuertes y mayor cantidad de hojas. Son bananos que pasaron de ser de segunda o tercera calidad a tener calidad para exportación”, continuó el profesor investigador.

Como biofungicida

La Sigatoka negra es una enfermedad causada por el hongo Mycosphaerella fijiensis Morelet y es el principal problema fitopatológico del cultivo del banano. A través de la marchitación de las hojas, disminuye la capacidad de fotosíntesis y afecta el crecimiento y productividad de la planta, provocando también una maduración prematura de los frutos.

A pesar de que existen diferentes tratamientos químicos para el control de esta enfermedad, como el propiconazol, el índice de éxito no supera el 15 por ciento, de acuerdo con la investigadora. “El hongo tiene la capacidad para mutar y protegerse de los fungicidas, se hace superresistente”, señaló, a la vez que añadió que esta resistencia incrementa al no existir una cultura de rotación de fungicidas en los cultivos.

A decir del doctor Beltrán García, quien también forma parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con nivel I, esta enfermedad puede provocar pérdidas que van desde 30 y hasta 70 por ciento o más de los cultivos, en casos muy agresivos.

“Todo esto encarece la producción, no tan solo por los bajos rendimientos sino porque tienen que estar pasando avionetas cada siete, cinco o hasta tres días para poder controlar la enfermedad”, mencionó el doctor.

A ello se suman los efectos de estos químicos en la salud de quienes los manejan, así como la contaminación que provoca la sobresaturación de químicos en el suelo, que a la larga promueven la erosión.

El biofungicida de banano desarrollado por Macedo Raygoza, en combinación con algún producto químico, permite controlar de mejor manera la aparición y distribución de la Sigatoka negra, desapareciendo los efectos negativos en el ambiente y en los productores, al evitar que estén en contacto con el líquido.

Pruebas de campo

Para probar su capacidad antifúngica, el producto se testó en una parcela de aproximadamente dos mil 500 metros cuadrados en el valle de Cihuatlán, Jalisco.

“El cultivo de banano fue asperjado con nuestro producto y al mes se pudo ver que disminuyó el número de hojas dañadas por Sigatoka negra. La cantidad de veces que el productor debió sanear —cortar las hojas maltratadas— en la parcela tratada fue mucho menor al resto del cultivo”, señaló la entrevistada.

Los hijuelos de los bananos tratados crecieron con un tronco más grande, sin síntomas de la enfermedad y con un mayor número de hojas, lo cual también hizo patente las propiedades biofertilizantes del producto.

A decir de la investigadora, en las pruebas de campo es donde se puede evaluar verdaderamente que el producto funcione, ya que las plantas que normalmente se utilizan en los laboratorios no cuentan con las condiciones reales de los cultivos. Sin embargo, dado que las plantas en el laboratorio son colocadas en arena de playa —completamente carente de nutrientes—, se ha podido comprobar que el biofertilizante es suficiente para que las plantas se desarrollen correctamente.

“Eso es bastante interesante, porque podría ser una alternativa para los suelos que no tienen nutrientes, causado por la erosión natural o por la sobrecarga de químicos”, apuntó la maestra.

Bacterias bajo pedido

La investigadora prevé que este producto se pueda comercializar a través de la creación de una pequeña biofábrica, donde el productor pueda hacer su pedido y que este se elabore al momento, a fin de que las bacterias lleguen en condiciones adecuadas a la planta.

“Un problema de los biofertilizantes o biofungicidas que hay actualmente es la viabilidad que tienen. A final de cuentas son microorganismos vivos y requieres mantenerlas con algún sustrato que les esté dando alimento”, comentó.

Por otra parte, se está trabajando en la solicitud de patente de la sustancia para quedar registrada como biofungicida y biofertilizante.

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