EPR-Magisterio en Oaxaca: coyunturas, el verdadero riesgo

*Nochixtlán: ¿qué presencia hubo de movimientos armados?

Adrián Ortiz Romero Cuevas /Al margen

Oaxaca.- Es aventurado asegurar al aire que existe una relación orgánica entre la Sección 22 del SNTE y el Ejército Popular Revolucionario; sin embargo, lo que sí es posible afirmar es que, históricamente, las coyunturas políticas y sociales sí han paralelizado la lucha de esos dos grupos que, teóricamente difieren en el método, pero que tienen una clara identidad en los fines perseguidos. Todo esto quedó demostrado el domingo en Nochixtlán, y por eso —tratando de alejarnos del argumento fácil y los maniqueísmos— resulta muy importante analizar esta compleja vertiente del conflicto magisterial en Oaxaca.

En efecto, el 19 de junio hubo un enfrentamiento violento que, de acuerdo con versiones tanto de la policía como de los grupos en resistencia, tuvo dos momentos: el primero ocurrió cuando la Policía Federal dialogó con los integrantes de la Sección 22, y éstos accedieron a la apertura de la misma; y el segundo ocurrió unas tres horas después, cuando otro grupo de personas arribó hasta donde estaban los elementos federales y comenzó un feroz enfrentamiento que arrojó ocho muertos, más de un centenar de heridos, docenas de detenidos, y la reactivación de un conflicto que no parecía tener la posibilidad de retomar las dimensiones nacionales que tuvo hace una década.

En este sentido, llama la atención la coincidencia que existe en las versiones sobre ese segundo momento del enfrentamiento del domingo en Nochixtlán, pues en éstas se clarifica la idea de que no eran integrantes de la Sección 22 quienes encabezaron el enfrentamiento, y se refuerza con cuestiones como que a) ninguno de los caídos fue de la Sección 22; b) que la PF no realizó aprehensiones significativas en el lugar de los hechos; c) que no existen registros audiovisuales del enfrentamiento desde la trinchera de los inconformes; d) que los resultados de la refriega revelan un nivel de violencia —al grado del uso de armas de fuego— no visto ni en los peores momentos del 2006; y e) que hay registros —poco claros— sobre el respaldo que organizaciones como el EPR habría manifestado ante el inminente enfrentamiento magisterial con las fuerzas de seguridad.

RELACIÓN HISTÓRICA

Frente a todo esto, hay que considerar algunos elementos que resultan fundamentales para tener un panorama claro sobre esa relación no sabemos si orgánica, pero sí coyuntural, entre organizaciones como el EPR y los sectores más radicales de la Sección 22 del SNTE.

Primero. En otros momentos, el EPR reconoció que integrantes de su organización participaron en el conflicto magisterial de 2006. El 12 de junio de 2007 —18 días después de la detención-desaparición de los líderes eperristas Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, en Oaxaca— la Comandancia Militar de Zona del EPR en el estado de Hidalgo dijo, en un comunicado, lo siguiente:

“La detención-desaparición de nuestros compañeros Edmundo y Raymundo [inicialmente identificaron a Gabriel Alberto Cruz Sánchez con el nombre de Raymundo Rivera Bravo] se da en el contexto de la militarización y opresión política que ejerce el Estado mexicano en contra del pueblo de Oaxaca y sus organizaciones sociales y populares. Ellos como otros de nuestros militantes participaron desde la base en el movimiento magisterial-popular de Oaxaca motivados por su conciencia de clase y alta sensibilidad humana. Ese sería el único ‘delito’ por el cual se efectuó su ilegal detención y se les impone un castigo de lesa humanidad”.

Ese reconocimiento expreso de la presencia del EPR en el movimiento magisterial ocurrió en el contexto de la desaparición de los dos eperristas en la secuela del conflicto popular de 2006 en Oaxaca. Antes, entonces y después, tanto el EPR como otras organizaciones armadas saludaban el movimiento magisterial por su capacidad organizativa y su importancia en la defensa de diversas causas sociales.

Reiteradamente, varias organizaciones armadas argumentaban sobre la validez de todas las formas de lucha para derrotar a la oligarquía gobernante. Y en ese contexto, el EPR también previó, en un comunicado emitido por el Comité de Prensa del EPR el 11 de junio, ocho días antes del enfrentamiento de Nochixtlán, los mecanismos de lucha que debían considerarse, y que coinciden con el resultado, y los métodos utilizados en ese choque violento.

“Ante la amenaza de la escalada represiva ingenuo sería no tomar medidas de protección individual y colectivas; los símbolos de la resistencia –capucha, paliacate, pasamontañas, el machete, el palo…- son necesarios y constituyen necesidad política para elevarlos como parte de la autodefensa de las masas, que de la creatividad de éstas surjan las formas organizativas para generalizar la autodefensa armada del pueblo. En esta cruzada represiva del régimen ninguna lucha puede dejarse sola, es momento de forjar con mayor apremio la unidad popular con la generalización de las acciones políticas de masas como expresión concreta de la solidaridad política”.

Particularmente, dicho comunicado fue difundido por varios medios pero no aparece en el registro de comunicaciones eperristas del respetado Centro de Documentación de los Movimientos Armados. Ello deja cierta duda sobre la autenticidad del comunicado, aunque en realidad sí resulta muy coincidente con la forma y el mensaje difundido en otras de sus comunicaciones.

COYUNTURAS

Es aventurado asegurar que integrantes de la Sección 22 también lo son del EPR. Pero lo que sí queda claro es que existe plena identidad de lucha entre ellos, que se manifiesta en coyunturas como la que actualmente vive Oaxaca. La realidad y sus saldos no dejan duda de ello.

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