La negra historia de la peste en Campeche

Mérida, Yucatán.- Desde que Carlos Alcalá Ferráez estudiaba la licenciatura en historia, le interesaron los temas que no estuviesen relacionados con los acontecimientos políticos. Gracias a sus estudios previos en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), decidió incursionar en temas relacionados con la salud pública, sus instituciones y las enfermedades epidémicas.
Después de consultar la bibliografía de diversos autores que abordaran esos temas, desarrolló una propuesta metodológica cuyos primeros resultados se presentaron durante sus estudios de maestría en la Universidad de Barcelona, en octubre de 2006.

Durante los últimos 15 años se ha dedicado al estudio de este tema, ocho de ellos como investigador del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” de la Universidad Autónoma de Yucatán (CIR Uady). Ha publicado los libros El cólera en la península de Yucatán, 1833-1855: propagación y mortalidad y Población y epidemias en San Francisco de Campeche, 1810-1861, así como los artículos “De miasmas a mosquitos: el pensamiento médico sobre la fiebre amarilla en Yucatán, 1890-1920” y “Viruela y mujeres trabajadoras del hogar en la ciudad de Campeche, 1855”.

Cólera y viruela en San Francisco de Campeche

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el investigador señaló que el manuscrito Población y epidemias en San Francisco de Campeche, 1810-1861, editado por la Uady, fue una suma de los resultados plasmados en su tesis doctoral, junto con datos obtenidos de una investigación financiada por el fondo de Investigación Científica Básica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

“En este libro tengo como objeto de estudio la ciudad de Campeche, y estudio tres variables: la reconstrucción del poblado, la evolución demográfica y dos epidemias que impactaron en ese sitio: el cólera de 1833 y la viruela de 1855”, señaló.

Antes de 1833, se reportó que la ciudad de San Francisco de Campeche tenía entre 19 y 20 mil habitantes. Tras el impacto del cólera, se reportó en varias fuentes la muerte de más de cinco mil personas, reduciendo la población aproximadamente de 15 a 16 mil habitantes, indicó el investigador.

Cero casos reportados
La biblioteca educativa The history of vaccines del College of Physicians of Philadelphia describe que la viruela se declaró erradicada por la Asamblea Mundial de la Salud (World Health Assembly) en 1980 y es la única enfermedad infecciosa que afecta a los humanos que se ha erradicado hasta la fecha, al menos oficialmente.

“Además es una cifra que se repite de manera recurrente durante gran parte del siglo XIX y principios del siglo XX, lo que nos conduce a pensar lo siguiente: o es una cifra repetida, o estamos hablando de un crecimiento demográfico estacionario debido a varios factores”.

Entre estos factores, se mencionan la epidemia del cólera, la decadencia de la industria naval, la separación de Campeche y Yucatán, la apertura del Puerto de Progreso y la migración hacia otros sitios dentro y fuera del estado, situación que se modificaría hasta la década de 1930.

Impacto de la viruela

Junto con el cólera, la viruela provocó un mayor número de entierros que de bautizos, tal como se muestra en las gráficas del texto. Estas son herramientas que permiten conocer el comportamiento de la población y si bien “la cifra de muertos de viruela no fue tan alta como la del cólera, también demuestra que esta enfermedad era un problema de salud pública que se presentaba en ciclos de 20 años aproximadamente”, describió Alcalá Ferráez.

Para el investigador nacional con nivel I, esto demuestra que la vacuna no se aplicaba de manera constante, la calidad del suero no era la adecuada y había sectores de la población que se resistían a recibirla, principalmente la población indígena que vivía en los barrios y en los demás poblados de la península.

Las autoridades de esa época señalaban que esa conducta atentaba con los ideales de progreso y desarrollo. Sin embargo, el trato que la población maya había recibido desde la Conquista generaba animadversión hacia el “blanco”. Por otra parte, existían concepciones distintas respecto a los sistemas curativos y saberes médicos, que también generaron la imposición de prácticas hegemónicas por parte de la civilización occidental.

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