Por Marytere Narváez
Mérida, Yucatán.- La reinvención de Yucatán es un proyecto interdisciplinario entre el campo de la historia, la literatura y la arqueología desarrollado en el Centro Peninsular en Humanidades y en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (Cephcis UNAM), con el objetivo de conocer cómo ocurrió la reinvención republicana y decimonónica de Yucatán por parte de la élite yucateca instruida, a partir del paradigma del romanticismo literario y político de los discursos creados por viajeros importantes como John L. Stephens, Frédéric de Waldeck y Arturo Morelet.
Con el apoyo de Ciencia básica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la investigación rastreó a través de los diarios de los viajeros, las relaciones históricas, políticas, arqueológicas y literarias en torno a la invención decimonónica de Yucatán de 1821 a 1915, antes de que la Revolución Mexicana llegara como proyecto institucional a cambiar todos los propósitos que, antes del positivismo, el liberalismo decimonónico había planteado para Yucatán.
De manera paralela, se estudió el papel que personajes, como Justo Sierra O’Reilly, tuvieron en la apropiación de las imágenes y planteamientos del romanticismo de los viajeros y cómo lo reelaboraron de acuerdo con sus propios intereses.
“Al mismo tiempo que los viajeros hacían los relatos, iban descubriendo monumentos mayas que fueron creando un imaginario con el cual los yucatecos empezaron a afirmar que su construcción identitaria no tenía nada que ver con la construcción del centro de México, que partía de tomar a los aztecas como elemento universal de la historia antigua, sino que los mayas tenían su propia visión y, por tanto, Yucatán tenía un origen diferente al del centro de México”, indicó el historiador Arturo Taracena Arriola.
Carolina Depetris, especialista en literatura, el arqueólogo Adam Temple Sellen y Taracena Arriola se dedicaron a estudiar diversos aspectos de textos de los viajeros, y entre los resultados produjeron libros que versan sobre temáticas de los mayas y el papel de los arqueólogos a través de las fotografías, teniendo en común la temporalidad transcurrida entre finales del siglo XVII y principios del siglo XIX.
Los viajeros de La Patagonia
Entrevistada por la Agencia Informativa Conacyt, Carolina Depetris señaló que sus primeros trabajos sobre viajeros los realizó en La Patagonia, Argentina, con el interés de conocer cómo este tipo de escritos iban conformando una geografía que hasta entonces era prácticamente desconocida. De acuerdo con la investigadora, lo que ocurría en La Patagonia también ocurría en el norte de México, donde había grandes extensiones de terreno que no estaban exploradas, por lo que la Corona Española enviaba a viajeros expedicionarios para que escribieran diarios que describían dónde había agua, tierra y madera para poder instalar fortificaciones.
“Yo hago literatura, para mí el tema era el discurso y me interesó cómo a través de la palabra se podía ir trazando una geografía casi como si fuera un mapa, y de hecho así funcionaba. Había toda una cadena de comunicación que vinculaba a los expedicionarios con una orden del virrey, y los viajeros canalizaban estos diarios a ciertas comisiones que tenía el virrey, quien lo mandaba al Consejo de Indias hasta que finalmente llegaba al rey, quien poseía el título de estas tierras pero como no sabía qué había ahí, necesitaba esa información para saber qué hacer con esos territorios, conservarlos o abandonarlos”, indicó.
El norte de México y el territorio de La Patagonia eran los dos límites más desconocidos y vulnerables del imperio español, y ya desde el siglo XVIII empezaban a infiltrarse al territorio las potencias francesas e inglesas. A raíz de los informes de los viajeros, la Corona Española decidió conservar el norte de México —que años después habría de perderse— debido a los ricos yacimientos que había allí, y abandonar los yacimientos patagónicos que después, durante la Independencia de Argentina y Chile, fueron el territorio que se ganó a los indígenas.
“Una vez que terminé y me quedaron las cosas claras de cómo funciona el mecanismo, me pregunté qué pasaba en Yucatán en una época donde empezó a haber un aluvión de viajeros impulsados por la cuestión arqueológica. Entonces me adentré en el tema de los viajeros en Yucatán; como ocurre usualmente, al principio uno quiere investigar a muchos pero poco a poco se afina la puntería para ir encontrando uno u otro viajero que resulta especialmente interesante”, expresó la investigadora.
Primeros viajeros en Yucatán
Carolina Depetris inició el estudio de los primeros registros de las exploraciones en Palenque, que empezaron a finales del siglo XIX con el impulso de la Corona Española y su monarca, quien antes había sido rey de Sicilia y Nápoles, y fue quien impulsó las exploraciones arqueológicas en Pompeya y Herculano. Sin embargo, los viajeros que llegaron durante ese tiempo no lograban entender el origen de las construcciones arqueológicas, pues percibían a los habitantes indígenas como un pueblo “degenerado”, no solo en relación con los europeos sino también con sus propios antepasados.
“Tenemos que pecar de anacronismo, tratar de reconstruir cómo pensaba la gente de esa época; a ellos no les cuadraba que ese pueblo hubiera podido construir esos monumentos y empezaron a buscar dónde estaban los ancestros porque evidentemente ellos no podían haber sido”.
Como consecuencia de esto, se desarrollaron muchas teorías de raigambre bíblica que proponían que fueron las tribus perdidas de Israel, hasta otras absolutamente mitológicas que propugnaban que habían sido los griegos. El primero que de forma contundente afirmó que quienes erigieron esos monumentos fueron los aborígenes fue John L. Stephens, a su llegada en 1819.
La expedición de Waldeck
El misterio sobre quiénes habían construido los monumentos fue el gran motor de empuje para la llegada de muchos viajeros más. En 1825, la Sociedad de Geografía de París, la gran promotora en este campo, lanzó una convocatoria para premiar al viajero que llevara noticias fidedignas escritas y visuales de lo que había en Yucatán. La resolución del concurso se dilató hasta el año 36, y finalmente se declaró desierto.
“Hubo algunos premios de consuelo, y uno de los viajeros que recibió una de estas medallas simbólicas fue Frédéric de Waldeck, que me interesó porque percibí en él la tensión entre el discurso supuestamente científico y el discurso literario, y el conflicto que surgía cuando ocurría el desplazamiento de uno hacia el otro. En general, el discurso literario —no solamente con la historia sino con muchas disciplinas como la antropología y la filosofía— es un discurso problemático cuando hay señales de literatura en él; y todos estos discursos tienen una gran carga de literatura”, indicó Depetris.
Después de haber revisado los áridos trabajos de las tierras patagónicas, la investigadora estaba interesada un poco más en el aspecto literario del tema. En este sentido, Frédéric de Waldeck, empujado por la convocatoria de la Sociedad de Geografía de París, resultó ser un personaje atractivo.
“Los viajeros llegaban jóvenes, pero él llegó con más de 60 años a Yucatán — De Waldeck vivió como 110 años—, soportando el clima y las condiciones de aquí. Pero era un buscavidas, se fue de Inglaterra un poco apretado por la situación económica y llegó a México, donde hizo de todo. Era grabador, cantaba ópera, hacía láminas para algunas publicaciones y llegó por un contrato de una mina de donde lo echaron porque era un desastre. Siempre era como un fracasado, todo lo que empezaba terminaba mal, pero lograba de alguna manera convencer a la gente de que él era capaz de hacer eso”.
De esta manera convenció a mucha gente de que era capaz de ir a Palenque y enterarse fidedignamente de lo que había allí. “Es una constante de los viajeros: estar diciendo que el que vino antes dijo todo mal y que él será el primero en contar las cosas como son”, apuntó Depetris.
De Waldeck tenía dos particularidades que lo dotaban de cierta credibilidad: por una parte tenía un conocimiento pseudocientífico y, por otra, era dibujante y podía ilustrar la información que recogiese. Con esto consiguió el patrocinio del gobierno de México y de diversas fuentes para permanecer en Palenque durante dos años, de los que solamente estuvo dos meses. Su regreso a Francia fue problemático, pero logró escribir un testimonio llamado Viaje pintoresco y arqueológico a la provincia de Yucatán, que fue el material principal de estudio de la investigadora.
“Demoró bastante tiempo en publicarlo y es un texto muy curioso porque contiene información, y por eso nos interesó en el proyecto. Uno puede sacar mucha información ahí en términos arqueológicos, etnográficos, de historia de la cultura y estéticos también, incluso literarios en la manera como se va perfilando él mismo como héroe. Si bien estuve mirando a los otros viajeros de la región y trazando el panorama de cómo encajaba De Waldeck en este aluvión general, al final decidí concentrarme en él porque me pareció un viajero sumamente jugoso, del tipo de literatura que estaba queriendo ver”, expresó Depetris.