La Asociación de Periodistas de Oaxaca (APO) A.C., sostiene que este 7 de junio no hay nada que celebrar. De por sí que esta fecha que en 1951 el gobierno de la república adoptó como día de la libertad de prensa, ha dejado de tener significado para los comunicadores. Aunque la inercia de ese festejo realizado por décadas nos lleva a muchos a seguir con la costumbre.
Sobre todo, cuando en la actualidad el ejercicio periodístico es soslayado, ninguneado y menoscabado por representantes de los tres niveles de gobierno. 7 de junio pasa a ser una fecha anecdótica y para el recuerdo de comilonas y loas oficiales. Como las que relata de esa época Rafael Rodríguez Castañeda en su libro Prensa Vendida:
“Hígados de ganso con jalea de champaña; huevos rellenos de caviar ruso; langosta americana; arroz a la criolla; timba de jamón York a la florentina; pato en salsa de Curazao; crepas de cajeta de almendras. Vinos: Chablis 1946; champaña Charles Heidsek”.
Hoy, los periodistas tenemos la obligación de retomar nuestra misión, recorrer comunidades y dar voz a los sin voz. Rescatar la dignidad reporteril, la investigación periodística y la denuncia constante de quienes abusan del poder para sobajar al pueblo. De aquellos malos gobernantes o funcionarios que anteponen su interés particular al de la comunidad, del partido político que sea.
Desde ahora y con la próxima llamada nueva normalidad —resultado de la pandemia del Covid 19— se modifica la forma de hacer periodismo, sin embargo, la APO no cambiará su trabajo de ofrecer actualización profesional a través de seminarios, cursos y actividades académicas-sociales, como lo viene realizando desde hace 42 años. Sobre todo, sostendrá la defensa de la libertad de expresión y de quienes la ejercen honestamente.
Hoy en la Asociación de Periodistas de Oaxaca no celebramos el Día de la Libertad de Expresión, abogamos por esa Libertad, derecho humano punto de partida de los demás derechos, que ha costado vidas de colegas a lo largo y ancho de la república.
Por supuesto, como en todos estos años en que se han exacerbado las agresiones y asesinatos a periodistas en México y Oaxaca, y en cuya desaparición se forja nuestra lucha por la exigencia de justicia. Mientras no haya justicia y la impunidad reine, los discursos de gobiernos, fiscalías y tribunales no sirven, son huecas, palabras al viento.
Nos solidarizamos con las madres y padres de colegas asesinados que exigen justicia; condenamos a las autoridades que ofrecen impunidad a los agresores; consideramos agravio la falsedad de sus parabienes a los comunicadores mientras en los hechos son cómplices de nuestros agresores. En los hechos, promueven los ataques a la libertad de expresión al garantizar la impunidad.
7 de junio, nada qué celebrar
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