Ana Luisa Guerrero
México, DF.- Los arrecifes de coral en el mar Caribe mexicano están siendo degradados por múltiples factores, uno de ellos es la presencia de algas de tapete o cespitosas, las cuales estresan, compiten y afectan la fecundidad de las especies más importantes, revelaron investigaciones llevadas a Colonia sana coral caribe mexicano
El doctor Julio Espinoza Ávalos, del Departamento de Sistemática y Ecología Acuática, explicó que los estudios realizados son novedosos pues demuestran que a escalas milimétricas se presenta una competencia entre algas y corales, cuyo resultado se refleja en la degradación de los arrecifes de coral.
En esos procesos, detalló a la Agencia Informativa Conacyt, las especies Orbicella annularis y Acropora palmata —que han dado complejidad estructural y ecosistémica a los arrecifes del Caribe— están siendo colonizadas por esas macroalgas.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel II, indicó que a las algas se les ha dado un papel pasivo en la colonización del tejido coralino, al asumirse que los corales deben estar heridos, estresados, blanqueados o muertos antes de que estas puedan colonizarlos.
No obstante, aseveró que las investigaciones —realizadas en conjunto con sus colegas Lizette I. Quan Young y Neidy P. Cetz Navarro, ambas estudiantes de maestría y doctorado— mostraron que la morfología de especies clonales y la comunidad de algas cambian para competir y colonizar el coral Orbicella.
Las especies de coral Orbicella y Acropora pueden medir hasta tres metros de altura y diámetro, mientras que las algas de tapete miden unos pocos milímetros. Sin embargo, el tamaño de los corales es engañoso porque el tejido que los cubre también mide unos pocos milímetros y el resto es esqueleto; por lo que puede decirse que las algas de tapete y los corales compiten a escalas de tamaño similar.
Investigación
Espinoza Ávalos dijo que en este estudio —publicado en la revista Scientific Reports— se enfocó en la interacción competitiva de corales grandes y algas de tapete, para lo cual evaluaron ocho caracteres morfológicos de cuatro especies de algas filamentosas clonales estoloníferas en la competencia por el espacio con el coral Orbicella en condiciones experimentales y no manipuladas.
“Encontramos que, en general, las especies de coral de tamaño chico, entre 20 y 30 centímetros, tienen asociadas macroalgas de alrededor de cinco y diez centímetros, mientras que los corales grandes, con altura y diámetro de más de un metro, como el coral Acropora palmata y el complejo de tres especies del coral masivo Orbicella annularis, tienen asociadas algas filamentosas de pocos milímetros de tamaño y forman tapetes”, detalló.
Entre los resultados se notó que el incremento de rametos (ramas originadas por crecimiento vegetativo, que pueden tener crecimiento independiente al desprenderse), ejes erectos que se modifican para ser ejes postrados, fue lo que más se presentó y fue coincidente con la forma de crecimiento en grupo de plantas vasculares (con reproducción con semillas, a diferencia de las algas), una estrategia útil para excluir competidores, adaptarse a condiciones de estrés y resistir la invasión de otras plantas, así como para colonizar el tejido de Orbicella y formar colchones que estresen (sombreen) el tejido.
Asimismo, se observó que la composición de especies de la comunidad de algas de tapete aparentemente adaptadas se modifica para competir con Orbicella. Estos cambios sugieren que la plasticidad de algas puede impedir las defensas de coral contra la colonización.
En general, puede decirse que las algas clonales de tapete parecen tener mayores posibilidades de seguir colonizando el tejido de los corales, que los corales de recuperar el espacio perdido.
Interacciones a escalas menores
El doctor Espinoza Ávalos indicó que es importante conocer los mecanismos por los que las macroalgas colonizan las colonias de corales vivos, para entender la degradación de los arrecifes y encontrar posibles alternativas en el manejo y conservación de estos ecosistemas marinos.
De ahí que las investigaciones experimentales llevadas a cabo por la doctora Quan Young incluyeran trasplantes recíprocos de núcleos de coral, de cinco centímetros de diámetro, cubiertos de algas de tapete y otros cubiertos de tejido coralino.
“Con esos resultados notamos que para entender las interacciones competitivas teníamos que estudiar las interacciones a escalas espaciales menores”, dijo.
La doctora Cetz Navarro estudió las zonas de algas de tapete en contacto con el tejido coralino (banda de 0.5 centímetros) y bandas alejadas del tejido de entre tres y cuatro centímetros y mayores de 30 centímetros, zonas que fueron denominadas frente primario, frente secundario y retaguardia, por la influencia de lecturas sobre las formas de crecimiento guerrilla y falange de plantas vasculares clonales.
“Nuestras hipótesis de trabajo fueron que las algas filamentosas de tapete, clonales, modificarían su morfología al competir con el coral Orbicella y que solo algunas especies de algas estarían adaptadas para tolerar la competencia con el coral, que tiene mecanismos para defenderse, como compuestos alelopáticos, secreción de mucus, tentáculos y la extrusión de filamentos mesenteriales con nematocistos (miles de ‘flechas’ urticantes)”, añadió.
El investigador de Ecosur —que forma parte del Sistema de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt)— reveló que para medir los cambios en la comunidad de algas de tapete a diferentes distancias, y si tenían o no contacto con el tejido coralino, identificaron a todas las especies encontradas en los núcleos experimentales y en las tres bandas alejadas del tejido coralino.
“Para medir los cambios en caracteres morfológicos de las algas clonales, primero revisamos la literatura sobre clonales de plantas vasculares terrestres y acuáticas; luego de algas marinas, descubriendo que algunos caracteres que medimos no se habían evaluado antes. El entrenamiento de Lizette y Neidy, trabajando con algas tropicales, fue fundamental para definir los caracteres que mediríamos”, dijo.
Finalmente, Espinoza Ávalos señaló que este estudio se enfoca en las interacciones alga-coral, cuyos resultados servirán de guía a los especialistas que plantean diferentes alternativas para proteger los arrecifes de coral en el mundo.
“Me agrego a las opiniones que sugieren que la integridad funcional de los ecosistemas arrecifales se ha roto y con ello se han creado procesos de retroalimentación negativa que favorecen la degradación arrecifal, difíciles de romper, y que lo que hay que proponer son medidas para ayudar a los procesos de retroalimentación positiva que ayuden a incrementar la cobertura de corales de todas las especies y tamaños”, concluyó.