*Dr. Enrique Rodríguez Balam
En un viaje que realicé hace algunos años a Nueva York, tuve la oportunidad de reencontrarme con un amigo experto en seguridad cibernética. Lo que algunos suelen llamar hacker. Llegó al lugar de la cita vestido con jeans deslavados, tenis Nike, playera con el diseño de un videojuego, y gorro negro para ocultar el cabello despeinado. Por supuesto, también portaba un iPhone para uso personal y un Nokia viejo -que usaba cuando quería pasar desapercibido- una lap top Macintosh además de una Dell -Alienware-, que además de servirle para sus video juegos, también usaba para programar. Después de saludarnos, confesó haber comprado varios “gadgets”, que le hacían falta y bromeó respecto a no saber si tal “dispendio tecnológico”, se debía a una necesidad real o a un consumismo quizás, desmedido. Una vez sentados, empezó a contarme entre risas plagadas de ironía, que en la Universidad le habían aplicado un test sobre orientación política. El resultado de su perfil lo ubicaba como una persona con ideología de izquierda. Y de ahí para adelante, todo se tornó en una plática que versaba sobre la ambigüedad de orientaciones políticas, prejuicios y estigmas sociales, desde la visión de un sujeto que vivía del internet y la tecnología.
Valga esta anécdota para decir que los gobernantes latinoamericanos han sabido tomar a su favor los juicios que ciertos grupos de pseudo intelectuales de “izquierda”, lanzan contra ellos. Si es empresario y el partido que lo propone concuerda con sus planes de trabajo, no hay duda, es de derecha. Si además de ello, en un país como México, se le vincula con la Iglesia Católica, segurísimo, ultraderecha. Si propone la austeridad –aunque tenga que ajustarse a los ritmos económicos del mundo y no de su persona-, o alguna política pública que simule la redistribución de la riqueza, ni le pienses: de izquierda. En caso de no poder ubicarlo tan fácilmente dentro de los casilleros que se supone les corresponden, pues será centro izquierda, o centro derecha o cualquier combinación que gusten. Hasta aquí, debe quedar algo claro.
No se trata que para ser ciudadanos críticos necesitemos un posgrado en Ciencias Políticas. No. El tema es que al parecer, no hemos sido capaces de percibir que las ideologías políticas han mutado, no sólo en cuanto a idea o concepto, sino respecto a ciertas prácticas, casi siempre de acuerdo con los ritmos de la política exterior y la economía y los contextos globales. Pocos parecen darse cuenta que ciertos “ideales”, no son privativos de izquierdas, derechas, centros o las decenas de variantes posibles en coaliciones.
Hace unos días, se anunció la “histórica” victoria del candidato Mauricio Macri, para ocupar la presidencia de la República de Argentina. Y vamos de nuevo. Que es un candidato de derecha, que de centro derecha, que ello se debe a que es empresario, machista y cientos de etcéteras. Pese a todo, quienes no piensan como él, parecen tener ciertos puntos a favor. Al parecer, ha declarado abiertamente su oposición a las políticas que se vinculan con el “kirchnerismo” del pasado y sus consecuentes relaciones con otros países de Latinoamérica, Venezuela, como un caso puntual.
Pero hagamos un alto. No es mi intención simular un análisis político, menos intentar convencer al lector –tirar línea como le dicen- sobre un tema que, además de ser lejano a nuestro contexto nacional mexicano, desconozco por muchas razones. Me parece en todo caso, que sí es un pretexto para preguntarnos –sin ese tono trasnochado y lastimoso-, no sobre por qué han triunfado las “derechas”, sino más bien, por qué han fallado las “izquierdas”. Mientras sigamos pensando que sólo la izquierda se caracteriza por esbozar discursos sobre el sentido de comunidad, de justicia social, de libertad de pensamiento, de compartir conocimiento, de radicalismo anticlerical, o de ateos vs creyentes, difícilmente podremos avanzar en temas de ideologías políticas, pero sobre todo y más importante, en comprender la realidad de las demandas sociales que requieren nuestros contextos actuales. Hoy –ya lo han dicho otros-, izquierdas, derechas y centros, han encontrado la fórmula mágica para llegar al poder, mediante estrategias populistas. Todos. Me atrevo a decir que es una política de tendencia global.
No nos extrañe entonces, que surjan presidentes abogando por “pajaritos” que les traen buenas nuevas desde el más allá, ni que alcaldesas le entreguen las llaves de la ciudad a Jesucristo, tampoco que mandatarios de países europeos salgan en televisión a pegar de gritos para que la población deje de malgastar su dinero como solución a la crisis económica de sus regiones. No nos extrañe tampoco, que mientras un Bronco gana la gubernatura de Nuevo León valiéndose del uso de redes sociales, meses después algunos periódicos como La Nación, de Argentina, digan que Mauricio Macri, es el “primer presidente de Facebook”. Preguntémonos, por ejemplo, qué llevó a la sociedad guatemalteca –azotada durante décadas por la guerrilla- a volcarse a las calles para derrocar a un mandatario no deseado, para después votar a favor de un comediante.
Quizás sea el momento de hacer a un lado el exceso de juicios sobre ideologías políticas, para dar paso a demandas que se forjen desde posturas basadas en el ejercicio de nuestros derechos como ciudadanos y el respeto por quienes piensan diferente. Acaso ello sirva para limpiarnos de prejuicios extremistas. Que nos permita aceptar la posibilidad de que incluso un hacker neoyorkino que trabaja para una firma que genera millones de dólares, haya sido capaz de crear propuestas para el desarrollo social de dos países en Latinoamérica.
*Sobre el autor:
Dr. Enrique Rodríguez Balam
Mexicano, Licenciado en Ciencias Antropológicas, Maestro en Antropología Social, Doctor en Estudios Mesoamericanos e investigador del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales, UNAM; autor de los libros “Pan agrio, maná del Cielo: etnografía de los pentecostales en una comunidad de Yucatán”, “Entre santos y montañas: pentecostalismo, religiosidad y cosmovisión en una comunidad guatemalteca”, autor de poco más de una decena de capítulos de libros y artículos entre los que figuran “Religión y religiosidad popular en Oncán, Yucatán” (1998), “Apuntes etnográficos sobre el concepto enfermedad entre los pentecostales de una comunidad maya en Yucatán” (2003), “De diablos demonios y huestes de maldad. Imágenes del Diablo entre los pentecostales de una comunidad maya” (2006), “Religión, diáspora y migración: los ch´oles en Yucatán, los mames en Estados Unidos” (2009), colaborador en un capítulo del libro “La UNAM por México” (2010).
En fechas recientes, fue entrevistado para participar como especialista para National Geographic Latinoamérica en la serie “Profecías”. Ha impartido cursos a nivel de licenciatura, maestría y doctorado en diversas universidades, así como conferencias, charlas, seminarios y diplomados con temas relativos a discusiones sobre los pueblos contemporáneos del área maya, particularmente de Yucatán y Guatemala.