Ernestina Gaitán
Oaxaca.- La fabulosa herencia cultural de la Mixteca de Oaxaca corre un grave riesgo ante la pobreza, la marginación y la emigración de sus pobladores. Centros de enorme importancia cultural, social y política, hoy son una pálida sombra de su grandeza, considera el especialista Sebastián Van Doesburg.
“Hoy en día vemos una zona con fuertes problemas económicos, cuyo mayor producto de importación es la mano de obra en la mixteca alta, pero que tienen en su territorio, las memorias, las remanencias, los símbolos, restos de esa época de gran florecimiento e interacción cultural que era en el siglo XVI”.
Tenemos fantásticos conventos, capillas abiertas hechos de los mejores materiales, con arquitectos de primera; tenemos retablos fantásticos, la recuperación económica que en siglo XVIII hizo que se volvieran a generar retablos en las iglesias, tenemos libros impresos de primera calidad, un arte muy especial, un patrimonio artístico y arquitectónico valioso.
Ahora uno de los atractivos que muestran las reminiscencias del esplendor económico, arquitectónico e histórico de la Región Mixteca es la Ruta Dominica, promocionada como tal desde el gobierno de Heladio Ramírez, como una manera de reactivarla ante la depresión económica de la Mixteca con su falta de empleo, enorme migración y carencia de alternativas locales, explica en entrevista Sebastián Van Doesburg.
Las comunidades de la mixteca de Oaxaca, guardianas de tradiciones antiguas, poseen reminiscencias de su esplendor económico, arquitectónico e histórico y sus pobladores tienen impregnada su cultura ancestral, todo lo cual puede conocer el visitante que se les acerque con respeto e interés.
Así lo afirma Sebastián Van Doesburg, investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y director de la Biblioteca Juan de Córdova de la Fundación Alfredo Harp Helú en Oaxaca, para quien a pesar de su historia difícil, el oaxaqueño ha dado valor a su cultura cotidiana y ha logrado un arraigo de identidad con su comunidad.
No obstante, ahora la migración en la zona mixteca está cambiando rápidamente esa concepción y se nota en la pérdida de lenguas y en la arquitectura, aunque es lógico que se tienen que adaptar a las nuevas realidades, explica, y agrega que lo que sí es cierto es que se puede encontrar a gente con una gran historia, gran riqueza humana y cultural que pueden, si se hace con respeto, lograr una convivencia especial.
Heladio Ramírez, el exgobernador mixteco, pensaba que ese patrimonio tan fantástico del siglo XVI de alguna manera debería usarse para reactivar la economía rural de la zona. “El problema es que nunca se logró un programa integrado de promoción y quedó como una idea durante cuatro gobernadores”.
No se logró reactivar debido a varios factores. “No es un paisaje fácil para el turista, el turista busca lo exuberante, vistas fantásticas, espectaculares playas y es más difícil que quiera ir dos o tres horas de distancia para ver un convento en un pueblo mixteco en ese momento que está sufriendo varios cambios por el regreso de las remesas, dice.
El esplendor en la Región Mixteca
Y sin embargo, la zona mixteca fue una zona muy urbanizada, económicamente muy fuerte, por donde pasaban las rutas comerciales más importantes de Mesoamérica. Y las rutas de colonización se dieron sobre ésta. Los evangelizadores dominicos llegaron entre 1528 y 1529 cuando había poblaciones muy grandes.
“Las más recientes estimaciones sobre la población por ejemplo de Coixtlahuaca, una de las ciudades económicas mas fuertes de la mixteca, es entre 50 y 100 mil habitantes; hoy apenas tiene como tres mil habitantes, era una ciudad hasta 20 veces o incluso más grande de lo que es hoy”, señala el también miembro del Comité Nacional del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS).
En ese escenario los dominicos empiezan a proyectar un programa ambicioso de evangelización, con la construcción de capillas, conventos, iglesias; trabajando muy cerca con la nobleza de los señoríos de la mixteca, pequeños grupos de converso, dice Van Doesburg.
Lo curioso es que en el mismo momento, las grandes epidemias que se presentan en la mixteca empiezan a generar un colapso. Las dos más fuertes, de 1545 a 1548 y la de 1576 a 1578, disminuyen dramáticamente la población, pero en ese momento, ya se había hecho la proyección de los enormes edificios que tenían la intención de albergar cientos de personas en su interior.
De acuerdo con el Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel II, a partir de esos momentos, la zona mixteca se estanca en una situación de marginación y ese es el inicio de la situación económica que conocemos hoy en día, donde la gran mayoría de la población indígena está excluida o marginada de los procesos económicos.
En cuanto a la promoción de la Ruta Dominica, dice que cualquier programa turístico forzosamente tendría que empezar en la comunidad y ésta siempre tiene que quedar con la sensación de que está en control de su territorio.
Cualquier proyecto turístico encierra el peligro de adecuar el lugar para el visitante y no para el que vive allá. En cualquier lugar lo vemos, dice el investigador Sebastián Van Doesburg. Hay dos modelos de desarrollo. Se invierte primero en la población existente y a través de su bienestar se atrae al turismo y el otro es atraer al turismo para que supuestamente deje suficiente dinero para que se pueda desarrollar la infraestructura para generar el bienestar de la población. Ese segundo modelo muy pocas veces pasa, explica.
Es un desafío que a la gente local le lleguen los beneficios. Y pregunta cómo se puede hacer para que el turismo, más allá de una bonita plática de una Secretaria de Turismo que promete de todo, pero dudosamente lo cumple, pueda convertirlo en realidad, cuál es el mecanismo para que los beneficios del turismo queden en una población.
