Ana Luisa Guerrero
México, DF.- La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió recientemente un dictamen en el que se ubica a las carnes procesadas (embutidos) en el tipo de alimentos “carcinógenos para los humanos” y a la carne roja (cerdo, vacuno, cordero, cabra) como “probablemente carcinógena”.
Esta clasificación, elaborada por científicos de diez países de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), generó alarma en todo el mundo pues señala que este tipo de carnes se asocian con una mayor incidencia de cáncer colorrectal y una asociación positiva con el cáncer de estómago.
La doctora Graciela Caire Juvera, adscrita al Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), señala que esta resolución no debe interpretarse como la prohibición a las carnes roja y procesada, sino como un llamado a la disminución en cantidades y frecuencia de su consumo.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, explica que se sitúa a las carnes procesadas en el Grupo 1 de la clasificación de la IARC, donde se encuentran las sustancias más peligrosas para la salud, por ejemplo el humo del tabaco, el consumo de alcohol, el plutonio, el asbesto y las radiaciones ionizantes.
Sin embargo, ello no significa que tengan la misma peligrosidad pues se les ubicó en el Grupo 1 porque es contundente el resultado de que su consumo diario y en cantidades elevadas puede causar riesgo de cáncer de 18 por ciento con respecto a las personas que no los ingieren; un porcentaje menor comparado con el riesgo que causa el cigarro, el alcohol o el plutonio.
“La misma OMS ha dado datos de que las muertes anuales atribuibles al tabaco son alrededor de un millón y al consumo de alcohol cerca de 600 mil, mientras que a las carnes procesadas se le atribuyen alrededor de 34 mil defunciones”, destacó.
Integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel I, explica que las carnes rojas no procesadas fueron clasificadas en el Grupo 2A porque no hay evidencia contundente de que su consumo sea causa de cáncer; “lo que se ha visto es que pueden aumentar el riesgo en personas que las consumen todos los días y más de 100 gramos”, añade.
A ello se suma el hecho de que el cáncer es una enfermedad multifactorial, ya que tiene orígenes como la genética, las radiaciones gama, los pesticidas y el estilo de vida en el que influyen factores como el tipo de alimentación, la inactividad física y la obesidad.
No prohibir su consumo
La investigadora que estudia la incidencia de cáncer mamario y su asociación a factores de riesgo ambientales como la dieta, el estado nutricional y la actividad física, detalla que estos anuncios no significan que se prohíban estos alimentos sino incentivar la disminución en cantidades y frecuencia.
“Tratemos de no estigmatizar el consumo de carnes rojas y procesadas, menos etiquetarlas como lo peor, porque su riesgo es menor comparado con otros agentes del Grupo 1”, subraya.
En ese sentido, la doctora en Nutrición dijo que se recomienda el consumo de embutidos dos días a la semana en cantidades de 50 gramos, equivalentes a una salchicha o dos rebanadas de jamón, mientras que de carne roja debe ser menor a 100 gramos.
A ello se suma la recomendación de comer alimentos que de alguna manera minimizan el riesgo, entre ellos los vegetales y las frutas, de preferencia tratar de consumir seis porciones diarias y sobre todo aquellos de temporada; a la vez enriquecer la alimentación con pollo y pescado, e incrementar las raciones de alimentos integrales y semillas como frijol, habas, lentejas y garbanzo.
Y es que en el CIAD se han realizado trabajos sobre cómo la alimentación de la población de Sonora podría ser un factor de riesgo para desarrollar cáncer de mama, teniendo como resultados un mayor riesgo entre la población que lleva una dieta muy calórica, con azúcar y grasas saturadas.
Desde 1983, este centro público de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) ha evaluado la dieta en esa entidad, donde el cáncer colorrectal y de mama son de las principales causas de muerte por neoplastia. Los datos han mostrado que las carnes rojas y los procesados cárnicos son de los principales alimentos consumidos entre la población, en contraste con un menor consumo de alimentos con fibra, considerados como un factor protector ante compuestos carcinógenos.