*Cada año genera ganancias que van de los 32 mil a los 36 mil millones de dólares, señaló Gabriela Ruiz, de la Escuela Nacional de Trabajo Social
Hoy, la trata de personas es considerada el tercer negocio ilícito más fructífero del mundo, sólo superado por el tráfico de drogas y de armas, destacó Carmen Gabriela Ruiz Serrano, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
Este fenómeno delictivo está en aumento por ser altamente lucrativo. De hecho, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que genera ganancias que van de los 32 mil a los 36 mil millones de dólares anuales.
Al impartir la conferencia La trata de personas: esclavitud contemporánea, refirió que ésta se agudiza al configurarse en un entorno lastimado por la pobreza, la corrupción, la violencia y la falta de oportunidades. “No sólo los pobres son víctimas, pero sí hay determinantes que hacen más vulnerable a un sector que a otro”, añadió en el Auditorio 8 de Marzo de 1857 de la entidad universitaria.
La desigualdad, la pauperización y las carencias educativas y laborales son un telón de fondo importante, pues si bien quienes cometen estas vejaciones no discriminan edad, origen étnico o situación socioeconómica, las víctimas potenciales suelen pertenecer a grupos sometidos a exclusión, discriminación o precariedades económicas, afectivas o emocionales, apuntó Ruiz Serrano.
La trata de personas es la captación, transporte o recepción de gente a fin de aprovecharse de ésta mediante la fuerza o el engaño. Es un delito de lesa humanidad que viola todas las garantías individuales y se le conoce como la esclavitud del siglo XXI, resaltó.
Este ilícito adopta una multiplicidad de formas y manifestaciones como la servidumbre, la prostitución, la pornografía, la explotación sexual o laboral, la mendicidad, la utilización de menores de 18 años en actividades delictivas o adopción ilegal, el matrimonio forzoso, el tráfico de órganos o la experimentación biomédica ilícita.
Para Ruiz Serrano, la trata de niños no es una forma de trabajo, “sino un abuso, pues el menor no se prostituye, lo prostituyen”.
Según el informe “Rompamos las cadenas de la esclavitud infantil”, de la organización Save the Children, la pobreza, la globalización y la consiguiente demanda de mercancías y mano de obra baratas han provocado una demanda sin precedentes de trabajadores no adultos.
La posibilidad de viajar por el orbe de forma más barata, junto con el aumento de los flujos migratorios, ha hecho más fácil traficar con menores de un país a otro, algo que las mafias organizadas han aprovechado, alertó la académica.
El informe referido resalta que en ocasiones los mismos padres son quienes venden o alquilan a sus hijos a posibles patrones. Esto representa un atentado a su seguridad y hace del escenario familiar un contexto de riesgo y hostilidad, pues debido a que el o los progenitores son la principal fuente de apego del niño, un acto de este calibre impacta en cómo viven y perciben el mundo, concluyó.