Por Margarita Blanco
Morelia, Michoacán.- Dos razas de maíces nativos de Michoacán, Chalqueño y Tuxpeño, fueron mejoradas genéticamente en la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) campus Morelia, con el objetivo de aumentar su rendimiento de grano (de cinco a 20 toneladas por hectárea) y disminuir su altura (de 3.5 a 1.50 metros) para evitar que el viento los derribe, lo que ocasiona que la mazorca se manche o se pudra con la consiguiente disminución en su productividad.
Se conservaron las características en ambas variedades: mazorcas gruesas para Chalqueño y largas para Tuxpeño, y el mismo sabor y textura del grano, pero se logró triplicar la cosecha al aumentar la densidad de plantas sembradas por hectárea, de 45 a 150 mil hasta 200 mil.
El doctor José Alfredo Carrera Valtierra, profesor investigador de la UACh, explicó que actualmente campesinos de la comunidad de Cantabria, en la Ciénega de Zacapu, Michoacán, apoyados por el Ayuntamiento de ese lugar, ya están probando la raza Chalqueño de porte bajo e híbridos que contienen su germoplasma, lo que representará beneficios para los agricultores, sobre todo los de escasos recursos, quienes todavía siembran maíces con plantas de tres y hasta cuatro metros de alto, con lo que se evita el fenómeno conocido como acame en el que el viento las derriba.
Esta modificación se obtuvo, luego de catorce años de investigación, gracias al cruzamiento de líneas braquíticas (de menor altura) que fueron donadas por la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN) con la raza Chalqueño. Este gen braquítico ayudó a disminuir la longitud de entrenudos del tallo, lo que aminoró su altura. Además, se mantuvieron las características de los maíces criollos, como son el sabor y la mazorca gruesa, de más de 20 hileras de granos en el caso del Chalqueño.
Igualmente, el proceso de mejoramiento de la raza Chalqueño que se adapta de mil 200 a dos mil 500 metros sobre el nivel del mar (msnm) consistió en sembrar las primeras cruzas y retrocruzas a una altitud de mil 200 (Ziracuaretiro) a mil 900 msnm (Morelia) de manera recurrente alternante, con el objetivo de no perder sus genes, y una vez adaptada de mil 850 (Álvaro Obregón) a 450 msnm (Lombardía). Ahora, esta raza de maíz se puede sembrar desde 450 hasta dos mil msnm.
El maíz Chalqueño, que originalmente tiene un color “blanco sucio”, no es aceptado por los tortilleros de la región por no producir tortillas blancas y es utilizado como forraje. Ahora, con el mejoramiento genético, además de ser de porte bajo y alto rendimiento, es de grano blanco de modo que es más atractivo a la vista y se promueve su consumo.
Carrera Valtierra aclaró que la modificación genética que se realizó a los maíces criollos para su mejoramiento no tiene que ver con los maíces transgénicos de los cuales no se conoce el riesgo de consumo entre la población. En cambio, los maíces criollos modificados incorporan genes de otras variedades de maíces, es decir, no son extraños.
Biodiversidad de maíces criollos
Coautor del libro Razas de maíz en Michoacán de Ocampo, su origen, relaciones fitogeográficas y filogenéticas, Carrera Valtierra aseguró que en Michoacán se han registrado 35 diferentes maíces entre tipos y razas, que van desde los morados, negros, amarillos, pintos, blancos y rojos. Los maíces que aportan más a la alimentación de Michoacán son las razas Mushito, que se siembra en la región de la Meseta Purépecha, y el Tuxpeño, que se siembra en la Costa y la Tierra Caliente.
En la milpa, los campesinos acostumbran sembrar diversas variedades de maíces, frijoles y habas, con el objetivo de diversificar y asegurar su alimentación. Los maíces amarillos (Zamorano Amarillo y Ratón) los usan como forraje; para elaborar tortillas blancas, los de color blanco, o azules, Elotes Cónicos y Elotero de Sinaloa; para pozole, Tabloncillo, Ancho y Elotes Occidentales; y en caldos, Maíz Dulce, entre otros. Además, tienen diferentes temporadas de cosecha, lo que garantiza que haya maíz para el autoconsumo todo el año.