Neil Pyatt
Caras del Tiempo nos enfrenta, como los espectadores que hemos decidido ser, con algunas obras de Arthur Miller (Nueva York, 1942) que relatan relaciones interpersonales con varias mujeres en su vida; al mismo tiempo las mismas obras han sido reencontradas y repetidas con el propósito de hacernos pensar, más que nada, en el tiempo.
Un breve análisis inicial nos dirige a debatir dos cuestiones en esta serie: el autor quiere que consideremos el tiempo en términos de lo que vemos en cada tema presentado, pero también invita a reflexionar ese momento representado por la técnica usada en el mero acto de crear. Cada obra tiene una relación especial con las demás, aun así algunas se relacionan de manera más íntima que otras.
El tema central de las obras creadas en 1965 es registrar algunas de sus relaciones humanas. Surgió como parte de la formación del pintor en la Skowhegan School of Painting and Sculpture bajo la tutoría de Jack Tworkov y Alex Katz como él mismo lo explica. Miller no intentó en ese entonces ni ahora tampoco reproducir el cubismo de Katz pero sí intenta, y logra, expresar la fuerza y la sencillez de los retratos reconocidos de su maestro.
En Caras del tiempo repetir (reincidir) a pintar las mismas obras en el 2016 es un homenaje a los personajes presentados, a los mismos tutores quienes fueron los responsables de su carrera artística y a las características que las piezas muestran gracias al aprendizaje de técnicas, modos de pensamiento y la intención de expresarse.
Piezas clave dentro de la exposición como una misma entidad, se encuentra Contadora (2008-2016) que combina las dos ideas de técnica y contenido; mientras Capitana Samanta (2016) muestra que el resultado puede variar a partir del deseo cuando un pintor intenta decir demasiado una vez que se haya decidido expresar una temática compleja.
Pero nos quedamos con la pregunta favorita de la infancia: ¿por qué? No todas las obras incluidas son de la índole aquí descrita pero sí está presente: ¿por qué? No podemos ignorar que aquellas obras que parecen interpretar papeles de extra, actores fuera del tramo central de la película, ¿por qué? Más que las gafas que ya porta la madre de Miller en Madre (2016) tenemos que ver desde muy cerca para reconocer que los cincuenta y un años han añadido un nivel de abstracción y casi obsesión con las capas de la vida.
Caras del Tiempo nos invita acompañar a un artista dinámico mientras practica la introspección. Muestra el significado y la integración de las etapas de su vida: la constante creación de un distinto Arthur Miller a cada momento.
Caras del Tiempo, exposición de Arthur Miller en la galería Arte de Oaxaca
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