Hermosillo, Sonora 14 de junio de 2018.- Gabriel tiene 22 años de edad. Durante el último lustro se ha dedicado a la agricultura. Reconoce que es cansado, principalmente por sortear las inclemencias del clima. Al hablar de alguna acción para su seguridad, solo menciona cubrirse para protegerse del sol.
Según datos del Inegi, 5.5 millones de personas se encuentran ocupadas en actividades agrícolas; 56 por ciento de ese total son agricultores, mientras que 44 por ciento, como Gabriel, son trabajadores de apoyo, es decir, peones o jornaleros, cuya escolaridad promedio es de 5.9 años, esto es, primaria incompleta.
Pero ¿qué ocurre en esos ambientes laborales?, ¿cómo se desarrolla la masculinidad en los campos agrícolas?, ¿cómo ha sido la incursión de las mujeres en este sector? El profesor investigador de El Colegio de Sonora, José Eduardo Calvario Parra, decidió dar respuesta a las interrogantes y las plasmó en el libro Bríncale, no seas miedoso. Masculinidad y peligro en jornaleros agrícolas de Sonora, editado por El Colegio de Sonora, el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) y la Universidad de Sonora.
En sus páginas señala cómo es que los consumidores ignoran que, tras la ingesta de uvas u hortalizas, existe un gran mundo de personas que intervienen para disfrutarlas. Su trabajo aborda las vicisitudes de jornaleros y jornaleras agrícolas de una región de Sonora, llamada Costa de Hermosillo, particularmente residentes del poblado Miguel Alemán.
Para su investigación, Calvario Parra abordó desde la sociología temas como las situaciones que enfrentan los trabajadores y que se consideran de peligro, y si es justamente la masculinidad uno de los factores que incentivan a encarar el peligro de determinada manera.
Valentía
En ese mundo laboral, señala en entrevista José Eduardo Calvario Parra, la valentía es algo exclusivo de los hombres, pues existe cierta normativa que influye en la socialización de los niños y las niñas en cuanto a lo que se espera por el hecho de ser varones.
“Se espera que un niño aguante más que una niña. Inculcamos una cierta normativa enfatizada sobre la valentía, y para demostrar lo que es ser hombre, a diferencia de las mujeres. Sí se da un proceso de ese tipo, pero no significa que sea unilateral, unilineal o unidimensional, sino que en esa etapa de su vida los hombres pueden optar por ser más cuidadosos y responsables”, comentó.
En Bríncale, no seas miedoso. Masculinidad y peligro en jornaleros agrícolas de Sonora, el investigador demostró las contradicciones que existen en las prácticas de los jornaleros.
“No son tan homogéneas como uno piensa. No podemos decir que son muy transparentes y coherentes las prácticas que se hacen, tienen que ver con el género, la ordenación de la edad, la etapa de vida, contextos microsociales, con la carrera cultural, vinculado con el contexto social. Por eso encontramos que un varón puede ser cuidadoso para ciertas circunstancias, pero para otras no”.
Ejemplificó que un hombre puede ser cuidadoso al guardar sus herramientas de trabajo y para no dañar al compañero en el surco durante el corte de la uva; pero en el escenario comunitario puede tener prácticas de no andar con protección solar, o de ciertas prácticas violentas hacia otros varones.
Documentó dos fuerzas normativas respecto a la masculinidad en los jornaleros. Encontró al hombre responsable y al hombre descuidado. Estos aspectos sufren fracturas según la edad, el contexto de la situación y hasta el tipo de relaciones de género que establece.
Señala además que el peligro se vincula con la situación social, y se enfrentan a riesgos que pueden convertirse en factores de peligro.
Mujeres que incursionan en la agricultura
En el caso de las mujeres, incursionan cada vez más en labores de agricultura, y con ello modifican su forma de convivencia con otras mujeres, con varones compañeros de trabajo y con la pareja, revela Calvario Parra.
Señaló que la violencia de género y la violencia social se configuran como escenarios peligrosos y son las mujeres las más vulnerables. Las mujeres se enfrentan no solo a los mismos cuidados y peligros que enfrentan los hombres durante el trabajo en el campo, sino además su creciente participación en esta actividad aumenta riesgos.
Su investigación documenta que también hay mujeres que, bajo ciertas condiciones, se arrojan en un sentido de valentía.
“Lo que pasa es que el resorte o motivación, tanto de hombres como mujeres, o la ordenación social de género, hace que sea cualitativamente distinto. Entonces, tenemos un panorama de precariedad laboral en los jornaleros, de inestabilidad en el mercado de trabajo, de contexto de violencia y de contexto climático-medio ambiental adverso; entonces nos da una combinación dura y una actuación explosiva”, explicó.
Para el investigador, el caso de las mujeres demuestra cierto cambio cultural en términos de que existe un sector de población femenina jornalera, migrante residente en este lugar y que, considera, es probable que sea igual en otros lugares que guarden semejante contexto, como en agrícolas de Caborca.
“Es la mayor masificación de la mano de obra femenina. Están trabajando mucho más las mujeres en los campos agrícolas, y la posibilidad de separación de su pareja por distintos motivos. Por lo tanto, está participando más en espacios, no solamente de trabajo, sino en cosas que antes eran más negadas para ellas: en festejos, fiestas, de tomar, beber, participar en riñas violentas, reivindicando un poco el tema de que ellas también pueden”.
Indicó además que esta generación, a diferencia de la generación de las madres o abuelas, se encuentra mucho más marcada la subordinación hacia la figura masculina.
“Una manera de control por parte de los hombres en estas mujeres es a partir del control de los celos. Los celos son una forma de control, por ejemplo, en ocasiones les permiten trabajar, pero solo si es muy cerca de ellos; o bien, controlan la forma de vestir: ‘No salgas con esa blusa’, todo ello son mecanismos que, de alguna u otra forma, son de control de los hombres hacia las mujeres jornaleras”.
¿Por qué estudiar el tema?
Calvario Parra, doctor en sociología por El Colegio de México, señaló que se dedica a esta área de estudio porque siempre ha sido su interés el análisis y comprensión del entorno y la realidad social.
“De alguna manera busqué contribuir a la solución de ciertas problemáticas sociales. Busco documentar las situaciones, dejar plasmado por medio de estudios, que a veces es una manera directa y otras indirecta de contribuir”.
Durante sus años de trabajo en este tema ha encontrado múltiples ejes de diferenciación de desigualdad social para, por ejemplo, desarrollar prácticas de cuidado frente a peligros medioambientales o peligros de eventos sociales, como la violencia.
“La comunidad en la que he dedicado gran parte de mi investigación es como una especie de laboratorio social donde puedes documentar cualquier situación crítica: violencia hacia las mujeres o entre los mismos hombres, sobreexplotación infantil en campos agrícolas. También esta idea que se tiene en el colectivo social acerca de que los hombres son los más valientes, los más arrojados a situaciones de peligro”.
Otra investigación de Calvario Parra es acerca de las prácticas de grupos vulnerables ante climas extremos como los que enfrenta el estado de Sonora.
Su trabajo Prevención de riesgos naturales para la salud de poblaciones vulnerables en el noroeste de México indica que esa entidad enfrenta calores y fríos extremos, por lo que estudia el impacto de los grupos vulnerables respecto a estas situaciones.
“Uno de mis trabajos es Al calor de la masculinidad, jornaleros agrícolas de la costa de Hermosillo, el otro, Migración internacional y altas temperaturas, respecto a quienes cruzan la frontera norte”.
El investigador dio seguimiento a las notas periodísticas que se han generado respecto a los riesgos de vida natural como inundaciones, lluvias intensas, tormentas, olas de calor u olas de frío, así como el conteo que lleva la Secretaría de Salud respecto a las muertes en época de calor o de lluvia.
“He tratado de ver esta cátedra en el contexto del cambio climático y de las previsiones que se están proyectando sobre el aumento de las temperaturas. Se estima que para 2050 pueda aumentar uno o dos grados la temperatura, lo cual ya es muchísimo. En un escenario de aumento de temperaturas, hay también probabilidad de mayores lluvias, como tormentas”.
Durante el verano, Sonora ha registrado temperaturas de hasta 52 grados Celsius, y hasta -5 grados durante el invierno.
“Eso trastoca la morbilidad, mortalidad, de ahí la importancia de esta información. Sonora es de los primeros lugares en mortalidad por calor”, lamentó.