*¿Control sindical o decisión de empleados? En México, las huelgas parecen estar en peligro de extinción.
Ciudad de México.- El salón Adolfo López Mateos de Los Pinos parece el cuarto de guerra del sindicalismo mexicano. Los líderes de las principales organizaciones sindicales del país están ahí reunidos. Carlos Aceves del Olmo, de la Confederación de Trabajadores de México; Carlos Romero Deschamps, del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, y Juan Díaz de la Torre, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, son algunos de los convocados. Son las 13:00 horas del 1 de mayo de 2016.
El motivo de la reunión no es una crisis laboral. De hecho, todos posan sonrientes junto al presidente Enrique Peña Nieto para conmemorar el Día del Trabajo. Y tienen una razón para hacerlo, porque –según el mandatario– el entorno del trabajo es positivo. Una muestra de ello, destaca, es que el país lleva 31 meses consecutivos sin que estalle una huelga de carácter federal.
Y en los últimos dos años, el panorama tuvo un cambio mínimo. De 2016 a la fecha, cinco huelgas han estallado en el país, involucrando a más de mil trabajadores, de acuerdo con datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. “Es el sexenio con menos huelgas”, asegura Raúl Maillard, abogado especializado en derecho del trabajo.
Las cifras de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje lo respaldan. En el sexenio de Ernesto Zedillo hubo 283 huelgas, en el de Vicente Fox, 267; en el de Felipe Calderón, 111, y en el de Peña Nieto, 22. “Laboralmente este sexenio ha sido bueno”, destaca José Luis Carazo, secretario de Trabajo de la Confederación de Trabajadores de México.
Pero presumir esto como un logro es un error, considera Graciela Bensusán, profesora investigadora de tiempo completo en la UAM-Xochimilco y parcial en Flacso México. “Lo que refleja es que hay un fuerte control sindical y un mercado laboral débil. En un país donde el salario cae y cae es inimaginable que los trabajadores no hagan huelgas y que los sindicatos no se muevan para tratar de contrapesar el poder de los empleadores”.
Maillard coincide con la existencia de un control sindical que, al final, impacta en que las organizaciones dejen de representar los intereses de los trabajadores y pierdan su fuerza de coacción hacia el patrón. “Era un secreto a voces que en este sexenio estaban prohibidas las huelgas”, detalla. “Simplemente la autoridad llevaba a los involucrados de prórroga en prórroga hasta que las partes resolvieran el conflicto sin llegar a la huelga”.
Emplazamientos a la baja
El número de emplazamientos también disminuyó. En el periodo 2006-2012, los sindicatos realizaron 67,414 anuncios legales a los patrones con el propósito de irse a huelga por diferentes causas: revisión de salario, firma de contrato colectivo o violación de contrato de ley. En lo que va de la administración de Peña Nieto suman 43,710.
Carazo afirma que los empleados son quienes no desean las huelgas, por temor a que las compañías decidan cambiar sus operaciones a otro país. “Mucha gente se sorprende porque no hay huelgas en México, pero en esta etapa son los trabajadores los que menos quieren estallarlas”, describe el también secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Metálica, Siderometalúrgica, Extracción de Minerales, Similares y Conexos de la República Mexicana. “La sabiduría de la gente es la que nos lleva a esta situación”.
El dirigente explica que cuando las negociaciones de los contratos colectivos no están cumpliendo con las demandas, les avisan a los trabajadores. Y las respuestas, asegura, casi siempre son las mismas. “Dicen: ‘no, con lo que nos estén dando ahorita preferimos aguantarnos, porque sabemos que una empresa que se va a huelga puede cerrar, desaparecer, y nosotros quedarnos sin trabajo’”.
Los especialistas consultados, por su parte, insisten en el control sindical, además de atribuir la baja de estallidos a las estrategias de negociación, que permiten que, después de que cada parte exponga sus intereses, las diferencias se resuelvan a través del diálogo.
Bensusán visualiza que el escenario sindical se transformará en los próximos años. “Va a ser una política más abierta y más agresiva”, prevé Maillard. Las empresas pueden prepararse para ello con un buen equipo de Recursos Humanos y abogados laborales que atiendan, a través del sindicato y los trabajadores líderes, las necesidades de los empleados.
“Deben también tener un acercamiento con cada trabajador para que, en vez de que vayan y le toquen la puerta al sindicato y éste llegue de manera agresiva a tratar de resolver el conflicto, el colaborador se acerque con el patrón, plantee las inquietudes y las puedan resolver en conjunto”, recomienda el abogado. Y los sindicatos deberán regresar a su objetivo: representar a los trabajadores.