En la historia oficial de México hay episodios oscuros de los que no se habla. A principios del siglo XX, el gobierno posrevolucionario permitió la persecución y asesinato de migrantes chinos establecidos mayormente en el norte del país. En ese tiempo, una ideología xenófoba se irradiaba hasta el centro del país dejando a su paso muertes, despojos y leyes absurdas como multas para quienes estuvieran casados con un oriental.
Fantasmas del oriente (Planeta) es una ficción basada en una investigación documental en la que el autor de la obra, Imanol Caneyada, narra historias paralelas: la de los hermanos Tao y Gao Yang que arribaron a México, provenientes de China, en busca de una mejor vida, pero fueron esclavizados y despojados de la pequeña fortuna que lograron hacer; y la de Iturbide Ayón, que busca vengar 100 años después a sus antepasados Tao y Gao Yang.
“El apellido del hombre que caminaba por la calle Serdán con una lona bajo el brazo derivaba del cantonés yang, convertido en Ayón por una cuestión de supervivencia. Iturbide cargaba con un nombre que en realidad no era un nombre sino un apellido. Su padre, ya en el lecho de muerte, le confesó que el funcionario del registro civil que le había conseguido el acta de nacimiento falsa a cambio de una buena cantidad de dólares le había gastado una terrible broma. Póngale a su hijo el nombre más patriótico de los nombres para ahuyentar toda sospecha. ¿Cuál es ese nombre?, preguntó el padre. Iturbide, en honor al primer emperador de México.”
Para vengarse de las atrocidades del pasado, Iturbide Ayón conoce a Leonor, una policía ministerial incorruptible, y juntos se darán cuenta que el racismo en México permea todavía en la sociedad. En esta obra, además de poner de relieve hechos históricos de los que poco se habla, el autor nuevamente se coloca como uno de los grandes exponentes de las narrativas del norte de México permitiendo que la geografía árida forme parte medular de la historia.
Imanol Caneyada nació en San Sebastián, en 1968, pero es sonorense por decisión. Desde hace 28 adoptó la nacionalidad mexicana. Su trabajo como periodista y promotor cultural, lo llevó a la literatura en la que ha desarrollado una prodigiosa carrera que le ha merecido premios como el Bellas Artes de Novela en 2020.