Nistela Villaseñor
México, DF.- Un gran porcentaje de la población mexicana probablemente esté, bajo una fase asintomática, infectado con Trypanosoma cruzi (T cruzi), protozoario que causa la enfermedad de Chagas.
Lo anterior de acuerdo con Guiehdani Villalobos Castillejos, doctora en Ciencias Químico-Biológicas por la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien desde hace años realiza estudios en torno al vector transmisor de este padecimiento.
La especialista detalló que pese a que el mal de Chagas puede contraerse desde temprana edad, la afectación crónica se manifiesta hasta la etapa productiva de la persona, es decir 30 o 40 años de edad, y minimiza la productividad laboral del infectado debido a los problemas de salud que conlleva.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, con el fin de explicar qué es y cómo se contrae la enfermedad de Chagas, la doctora Villalobos Castillejos dio, en primera instancia, un panorama de la historia de este padecimiento.
Se llama mal de Chagas en honor al científico que la descubrió en 1909, el brasileño Carlos Chagas. Esta enfermedad representa un caso sorprendente para la medicina porque una misma persona identificó el parásito que lo provoca (T cruzi), el vector que lo transmite (en este caso, triatominos o chinches) y lo que ocasiona en el humano, narró la especialista.
“Originalmente, el doctor (Carlos Chagas) estudiaba paludismo en una comunidad brasileña. Vio unos parásitos raros en la sangre del humano y a la vez observó que había muchas chinches; las empezó a analizar y encontró el mismo parásito en ellas”, especificó la especialista.
La enfermedad de Chagas es conocida también como tripanosomiasis americana, porque T cruzi solamente existe en América, a diferencia de su “hermano”, Trypanosoma brucei (T brucei), que se encuentra en África, indicó Guiehdani Villalobos.
¿Cómo se contrae la enfermedad?
T cruzi se encuentra en mamíferos silvestres, en reservorios domésticos (perros, gatos y otros animales que tengamos en el domicilio) y en el humano, aseveró la investigadora.
“Una chinche infectada con el parásito T cruzi sale de su guarida, se alimenta de la sangre de algún hospedero y, mientras se alimenta, defeca. Los parásitos se encuentran en las heces. A diferencia de otros insectos como los mosquitos, que transmiten parásitos por medio de la saliva, los triatominos causan el contagio por la reacción mecánica ante la picadura: da comezón, te rascas, laceras la piel, y el parásito entra en el torrente sanguíneo”, advirtió la doctora.
Explicó que en el humano, que es donde más se estudia la enfermedad, hay una etapa llamada fase aguda; en esta, el parásito se encuentra en el torrente sanguíneo y es fácil detectarlo con pruebas parasitológicas, es decir, una prueba de sangre.
Después de algunas semanas, el parásito invade tejidos. En México se describe que va al corazón, y en Sudamérica es más frecuente que vaya al intestino o al colon, refirió Villalobos Castillejos.
De acuerdo con la especialista, a lo largo de varios años la persona puede permanecer sin ningún síntoma, y en ese tiempo es importante como reservorio porque cualquier chinche puede llevar el parásito e infectar a otras personas sin que demuestren síntomas.
“Aproximadamente después de 30 años pasa a una fase crónica sintomática donde se ven estos megaórganos: el corazón y el intestino crecen, y entonces provoca la muerte del humano”, detalló.
Otras formas de contagio
Además de la picadura de la chinche, existen otras formas de transmisión del mal de Chagas: transfusión sanguínea, trasplante de órganos, contagio de madre a hijo, por accidentes de laboratorio y, en algunos casos, por transmisión oral, comentó la doctora Villalobos Castillejos.
“Hay un caso de una comunidad en Sudamérica que preparaba jugos sin una higiene adecuada: no se dieron cuenta de que los frutos tenían chinches. Hicieron un machacado, se tomaron el jugo y mucha gente se contaminó por vía oral”, abundó.
Además, explicó que España, que no es zona endémica para el mal de Chagas porque no está el vector, ha reportado casos de esta enfermedad debido a que personas originarias de América que viajan a Europa y tienen el parásito pueden potencialmente infectar a los pobladores por transfusiones sanguíneas.
Hay en Europa trabajos de investigación con mujeres embarazadas que tienen el parásito; al nacer, a sus bebés se les da tratamiento para controlar esta situación y se han obtenido resultados positivos, manifestó la doctora.
“Pero la principal vía de contagio es por el vector. No se da por vía sexual ni uso de jeringas contaminadas, como en el caso del sida”, aclaró.
Trabajos en laboratorio para hacer frente al problema
Actualmente, la doctora Guiehdani Villalobos Castillejos y su equipo evalúan con experimentos si T cruzi afecta el ciclo de vida de las chinches. “Nos preguntamos si una chinche chagas02chinche infectada llega más rápido a adulto que una que no lo está, porque si es así, se reproduce antes y tiene más descendencia. Para la enfermedad de Chagas, tener más vectores aumenta el número de veces que la chinche va a picar a un humano”, señaló.
“También estamos observando características biológicas de la chinche para ver si el protozoario realmente la está afectando y cómo lo está haciendo, de una manera buena, mala o en complicidad; porque a lo mejor la chinche se infecta y muere, pero llega más rápido a adulto, que para fines biológicos es llegar a la etapa reproductiva, que es su objetivo, es vital”, reiteró.
Otra línea de investigación que trabaja la especialista es directamente con el estudio de T cruzi. Se han identificado seis grupos del protozoario. En México la mayoría de la gente que describe el parásito lo identifica con un solo linaje; sin embargo, en Sudamérica y algunos reportes recientes para México indican que no solamente hay un grupo genético sino que hay muchos, pero están muy poco estudiados, refirió la entrevistada.
“Queríamos ver si hay una adaptación de un solo grupo a la chinche o es porque es el único que hay. Lo que estamos haciendo ahora es infectar la chinche con diferentes grupos genéticos y ver cuál se adapta mejor en el intestino del vector, para poder ver si realmente hay una evolución conjunta del parásito con la chinche en México”, abundó.
En la enfermedad de Chagas se estudian las chinches (más de 30 especies en México); al humano desde la sintomatología, métodos de mejor diagnóstico para identificar el parásito en etapas crónicas, la enfermedad como tal; y la interacción del parásito en hábitats silvestres, con tlacuaches, mapaches, coatíes, etcétera, para poder cerrar los dos ciclos que tiene el parásito: tanto un ciclo doméstico donde involucra al humano, como un ciclo silvestre donde están estos reservorios, explicó la doctora.
¿Para qué sirve esta investigación?
Sobre los resultados obtenidos, Villalobos Castillejos agregó que, de manera general, no han encontrado chinches muertas porque tuvieran el parásito. “Una chinche enferma porque no come o al mudar viene deforme: su probóscide –que es con lo que se alimenta– viene mal y entonces no puede comer para sobrevivir; mas no por el parásito”, describió.
Estos estudios, agregó la investigadora, no solamente son para un beneficio en el conocimiento biológico, genético o evolutivo, sino para finalmente llegar a lo que es de interés común: servir a la población humana.
“Estudiar el insecto y aspectos básicos como su biología o su comportamiento sexual puede parecer a veces alejado de cómo eso te va a llevar a resolver un problema de salud, pero todas esas son contribuciones. Si tú conoces la biología del insecto, cómo se comporta el parásito dentro de su intestino, qué es lo que hace que el parásito se establezca bien o no, identificar moléculas y demás, son potenciales blancos para después formular vacunas u otras estrategias dirigidas a evitar las transmisiones”, finalizó la especialista.