Reyes Mantecón, San Bartolo Coyotepec, Oax. 5 de junio.- La conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio) ha representado desde su origen en 1972, uno de los mejores medios de las Naciones Unidas para motivar a la humanidad a poner en práctica acciones que permitan mejorar las condiciones de los suelos, el aire y las aguas, además de una oportunidad de impulsar la sensibilización y acción por el medio ambiente en todo el mundo con el fin de obtener mayor bienestar para todos los seres vivos del planeta, incluidos los humanos.
Sin duda, el principal impacto de la población sobre el medio ambiente se relaciona con dos variables fundamentales: el consumo de recursos y la producción de desperdicios y de contaminantes, lo que deriva en una degradación vinculada sobre todo al tipo de sociedades “consumistas” desarrolladas en muchos países en los últimos años.
Es por ello, que en el marco de dicha conmemoración, la Dirección General de Población de Oaxaca, consciente de la relación indisoluble entre población y medio ambiente, da a conocer algunos datos importantes del estado a propósito del tema de este año: “Uso eficiente de los recursos y la producción y consumo sostenible en el contexto de la capacidad regeneradora del planeta” que enfatiza la importancia y la necesidad de tomar medidas para revertir el daño causado al entorno, empezando desde el propio hogar, con acciones cotidianas como nuestros malos hábitos de consumo, por ello el lema del 2015 gira en torno a la idea de: “Siete mil millones de sueños. Un solo planeta. Consume con moderación”.
Muchos estudios recientes han detectado una constante disminución de la disponibilidad y una alta dependencia de las fuentes de agua superficial en el estado de Oaxaca. La mayoría de los usuarios de este recurso hídrico para consumo doméstico, no tienen un abasto seguro y puntual, de calidad y cantidad suficiente. Tampoco lo tienen los sectores de actividad económica, como la agricultura para riego, el comercio y el turismo, así como de la actividad industrial que es muy reducida.
La gestión de este vital elemento es uno de los problemas ambientales y de recursos más apremiantes en la entidad. Datos del Censo de Población y Vivienda 2010, nos muestran que en Oaxaca existen alrededor de 902 mil habitantes sin servicio de agua potable, es decir, 23.9 por ciento de la población de la entidad. Por otro lado, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) establece en el estado una cobertura del 77.4 por ciento del servicio.
La práctica de consumo, se basa en el “autoabasto” a partir de pozos domiciliarios dado que la mayor parte de los asentamientos humanos pueden disponer de agua fácilmente del manto freático alimentado por las intrusiones de las corrientes de ríos y sus afluentes. Una buena parte del abasto al que se recurre para enfrentar la falta de agua corriente de la tubería domiciliaria, proviene de camiones cisterna (“pipas”), que obtienen el agua de pozos concesionados.
Sólo se conoce información parcial acerca de la disponibilidad real y demanda de agua, tanto porque se desconoce el número de pozos, la cantidad de agua de escurrimiento de los afluentes, como por el crecimiento no controlado de la población, los servicios públicos y las actividades económicas.
Por ejemplo, en los Valles Centrales el uso industrial del agua disponible es de un 0.028%, el consumo público urbano en que se incluyen los extensos usos de servicios comerciales y turísticos llega al 21.8 %, sin embargo el uso agrícola del agua, con fines de cultivos comerciales y de autoconsumo llega al 77.9 %.
Consumo de energía eléctrica y uso de energías renovables.
Según el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), Oaxaca y Chiapas, son la principal fuente de energía renovable en México, al generar el 99 por ciento de su electricidad por este medio (energía eólica, mini-hidroeléctrica, geotérmica y solar). De aprovecharse en el estado tal circunstancia e invertir en investigación y tecnología, se podrían obtener 5 mil kilowatts más de capacidad para el año 2020.
La generación de energía eléctrica en la entidad es del orden de los 3 mil 305 GWh la cual proviene mayoritariamente por el aprovechamiento de energía limpias como la hidro y la eólica. Los oaxaqueños y oaxaqueñas consumen alrededor del 77 por ciento del total de la electricidad generada, que equivale a 2 mil 544 GWh, y representa el 1.2 % del consumo total nacional.
Oaxaca posee recursos naturales y características geográficas idóneas para el desarrollo de proyectos para el aprovechamiento de energías renovables para la generación eléctrica, tales como hídricos, geotérmicos, solares y eólicos, así como para aplicaciones térmicas. Este sector tiene el potencial suficiente para convertirse en uno de los ejes del desarrollo estratégico del estado.
La producción de alimentos enfrenta la realidad del cambio climático, al cual la producción agropecuaria también contribuye. De acuerdo con el Programa Especial de Cambio Climático (PECC) 2009-2012, la categoría de agricultura, bosque y otros usos del suelo, constituye la segunda fuente más importante de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera en México, con alrededor del 19% de las emisiones totales.
Por otro lado uno de los grandes problemas alimentarios es la crisis de los precios de los alimentos que se empezó a manifestar a finales de 2007. La persistencia del alza, con precios estimados para la próxima década de entre 10% y 30% por arriba de los de la década anterior, apunta a un giro en la situación alimentaria mundial. Entre los cambios estructurales habría que anotar el aumento notable y diversificado de la demanda de cárnicos, cereales, oleaginosas y azúcar, resultado del crecimiento de la población, del aumento del ingreso per cápita, el proceso de urbanización, la convergencia del modelo de consumo rico en proteína animal y grasas y del alza en las cotizaciones del petróleo. Así, la demanda ha aumentado para el consumo humano directo, pero sobre todo para la producción de alimentos de origen animal (carnes, lácteos, huevo).
La forma en que ha aumentado la producción ha contribuido al deterioro de la calidad de los recursos naturales, las emisiones con efecto de gas invernadero de las actividades agropecuarias y resultado del cambio en el uso del suelo y deforestación, han contribuido al proceso del cambio climático, lo que afecta la estabilidad de la producción.
Las entidades donde los niveles de pobreza tienden a ser mayores, presentan los niveles más elevados de carencia por acceso a la alimentación. En 2010, 13 entidades superaron el porcentaje de población con carencia por acceso a la alimentación observado a nivel nacional. Destaca Guerrero como la entidad que presentó el mayor nivel de carencia (42.6%), seguido de Tabasco (33.3%). El resto de las entidades que superaron el promedio nacional fueron: Estado de México, Campeche, Chiapas, San Luis Potosí, Hidalgo, Michoacán, Puebla, Oaxaca, Veracruz, Sonora y Baja California Sur.
De los 2,456 municipios del país, en 128 (5.2%) se concentra poco más del 50% de la población con esta carencia. Así mismo, en 25 municipios concentrados en seis entidades (Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Puebla, Estado de México y Chihuahua), se registran porcentajes de población con dicha carencia superiores al 60% y en tres entidades (Baja California Sur, Quintana Roo y Sinaloa) más del 75% de sus municipios presentan porcentajes de carencia superiores al porcentaje presentado por la entidad correspondiente.
Generación de residuos sólidos.
Una de las consecuencias negativas más evidentes en el estado, es el aumento en la generación de residuos sólidos, derivada de la dinámica del crecimiento poblacional y su consumo. Así tenemos que mientras en el año 2001 se producían 703 mil toneladas, en el 2011 aumentó a 900 mil toneladas, lo que ha implicado un incremento promedio cercano a las 20 mil toneladas por año. En promedio en la entidad se recolectaron 2,330 toneladas de residuos sólidos urbanos al día.
Lo anterior plantea la necesidad de reforzar las acciones y políticas encaminadas a promover la protección del medio ambiente, así como la procuración y preservación del equilibrio ecológico, a través de la gestión integral de los residuos sólidos urbanos y de manejo especial que se generan en la entidad, mediante la promoción de su aprovechamiento con el fin de recuperar el valor económico de éstos mediante su reutilización, remanufactura, rediseño, reciclado y recuperación de materiales y/o de energía.