*En el país de la impunidad los casos de mujeres activistas y periodistas desaparecidas y asesinadas siguen sin resolverse. María del Rosario Fuentes, asesinada en 2014; Marlene Valdez Gracias, de Nuevo León, asesinada en 2014; Jazmín Martínez Sánchez, de Nayarit, muerta en 2014; Indira Gascón, asesinada en 2015, en Michoacán; Anabel Flores en Veracruz, 2016
Alicia Alarcón
La violencia pareciera una palabra que casi siempre se ve alejada de nosotras. Sin embargo, se gesta en lo más íntimo de nuestra vida cotidiana. La hemos normalizado, y lo peor, las mujeres aprendimos a evadirla y minimizarla, tendiendo a sufrir en silencio en lugar de externarla y castigarla. La pandemia ha develado la más íntima que se genera dentro de los propios hogares; mujeres alteradas por padres, esposos e hijos y pareciera que nadie se había percatado. Pero lo doméstico se traslada al ámbito laboral de las periodistas, ya que quienes también ejercen violencia son los dueños de los medios, jefes, colegas y compañeros de trabajo.
El periodismo aún sigue siendo un medio mayormente ejercido por los hombres, de acuerdo con una investigación de la UNESCO que realiza cada dos años, se señala que las mujeres solo figuran entre el 8 por ciento de las notas periodísticas, y son representadas sistemáticamente como víctimas o como testigos. En la carrera por obtener la nota informativa se violenta a las jóvenes reporteras con frases como “Pon tu mejor cara”; “Si puedes llevar minifalda sería mucho mejor”. Frases muy comunes en las redacciones. Todavía recuerdo la anécdota de una colega que duró mucho tiempo trabajando en un medio nacional, tiempo en el que se embarazó, y toda alegre y dispuesta a seguir laborando su jefe le expresó cínicamente que era una lástima que se haya embarazado, te acabas de caer a menos cero, le dijo, para él, mi amiga ya no estaba en condiciones de ir a giras ni conferencias porque el trabajo periodístico es de tiempo completo, qué lástima, pero tú sobras. Una violencia muy común en los centros de trabajo. Una violencia que ha ido escalando cada día más. Lo vemos reflejado en las noticias, entre los medios digitales donde ya no solo son frases y violencia física, sino incluso, violaciones y muerte.
Todos los días, máxime en estas última semanas los medios nacionales y las redes se han plagado de cifras y datos sobre el número de asesinatos a periodistas. Hay muchas lecturas al respecto, lecturas de carácter político principalmente, pero lo que sí es claro es que la violencia está ahí, y serpentea a su antojo y con impunidad porque se sabe que en México no pasa nada. ¿Por qué? Porque no se da un adecuado seguimiento e investigación a los casos que se han presentado de asesinato, acoso, desaparición o secuestro y a la fecha la concepción que subyace a la protección de la libertad de expresión y prensa, así como al derecho a la información, es limitada pues no atiende a los derechos de vivienda, salud y empleo de los periodistas desplazados, muertos, secuestrados o desaparecidos, aumentando su vulnerabilidad y alejándolos del ejercicio de su profesión.
Comunicación e Información de la Mujer AC, CIMAC, desarrolló una radiografía de la violencia contra mujeres periodistas en 2020, en cuyo contenido documentó 251 casos de violencia contra las mujeres periodistas en México. El aumento de agresiones fue de un 53% de 2019 a 2020, es decir cada 34 horas una periodista es agredida por realizar su labor informativa.
Informes internacionales señalan a México como uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas, un informe de la organización Reporteros sin Fronteras, menciona que si se toma como referencia el año 2000, donde se presentó una alternancia política en el ejercicio del poder federal, ya que ganó las elecciones el Partido Acción Nacional (PAN), esto no significó una mayor apertura para la prensa, por el contrario, hubieron intimidaciones y censura. Se observa que la alternancia democrática en el país no fue sinónimo de apertura y defensa de los derechos como la libertad de expresión y el derecho a la información, situación que se comprobó aún más en el sexenio de Felipe Calderón, dónde su “guerra contra el narco”, aumentó la intimidación de los cárteles de la droga y el estado hacia la prensa, el año 2010 por ejemplo, fue el más sangriento para los periodistas, debido a que se intensificaron los asesinatos.
Esta situación de violencia que se vive en el país ha puesto en un estado vulnerable a la libertad de expresión y al derecho a la información, esto debido que las agresiones a periodistas y medios de comunicación se han incrementado desde el año 2000 a la fecha. Lo anterior no quiere decir que no hayan existido, sino que se han mostrado visibles en la agenda pública, lo que ha derivado en autocensura, desplazamiento o exilio forzado de periodistas generando espacios de silencio en el país y vulnerando los principios fundamentales de una sociedad abierta, plural y democrática.
Debemos encontrar estrategias para saber cómo y dónde llegarle a quienes toman las decisiones para que también se transformen. Todos debemos mirarnos y tratar de reeducarnos y sensibilizarnos.
CASO SIN RESOLVER. CASO SIN RESOLVER
La doctora Elvira Hernández Carballido tiene una trayectoria como catedrática en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, así como en la Universidad de estado de Hidalgo. Es escritora, periodista y especialista en estudios de género y feminismo. Fue fundadora de la agencia de noticias Comunicación e Información de la Mujer. De gran sensibilidad ante el quehacer periodístico, señala que en la UNAM el área del periodismo se ha debilitado mucho porque los alumnos tienen miedo, también en la Universidad de Hidalgo pasa algo parecido, “cuando doy mi clase sobre la historia del periodismo, y les hago reflexionar sobre el tema, de repente me dicen que no van a ser periodistas, porque es una profesión muy peligrosa, los matan, los desaparecen”, afirma.
Hace un tiempo la doctora Hernández Carballido empezó a hacer un cuadrito con mujeres activistas y periodistas desaparecidas y asesinadas. Fue buscando foto de cada una para que tuvieran rostro, entre ellas María del Rosario Fuentes, asesinada en 2014; Marlene Valdez Gracias, de Nuevo León, asesinada en 2014; Jazmín Martínez Sánchez, de Nayarit, muerta en 2014; Indira Gascón, asesinada en 2015, en Michoacán; Anabel Flores en Veracruz, 2016. Pareciera que había logrado obtener información, pero se dio cuenta con gran pesar que todas coincidían en que son casos sin resolver. “A veces digo que ya no voy a escribir porque ya me cansé de saber que son casos sin resolver, y de poner otra vez esa frase ni uno más, ya no va a pasar, vamos a exigir justicia. Veo como pasa el tiempo. Te cansas y dices bueno dónde está la solución. Somos un país peligroso porque estamos en un sistema que no respeta, que le tiene miedo a los periodistas, y solamente de esa manera ha encontrado la forma de controlarlos. Está totalmente roto este remolino que empezó con Calderón, y con Fox se llevaron al periodista”, afirma.
La protección al periodista y a la periodista, aparentemente es una constante en la agenda de los políticos y los empresarios de los medios. Sin embargo en la realidad no es así. ¿Por qué?
-Es una historia triste y larga. Desde hace mucho tiempo doy historia de los medios de comunicación la centro en México, y cuando vemos la historia del periodismo, los alumnos siempre dicen “desde aquella época ya eran perseguidos, ya eran censurados, ya eran asesinados”. Empezaron unos ajustes con la Ley Zarco y algunos otros momentos en donde se intenta hacer esta protección a periodistas. Pero sigue siendo una situación muy difícil porque considero que quienes pueden tomar las decisiones para que empiece a ajustar, a arreglar, o a resolver es la gente que está en el poder, ya que muchas veces es la gente que actúa en contra de los periodistas. Las estadísticas indican que son los funcionarios los que actúan con toda la impunidad porque se protegen se solapan. En todo este contexto tan terrible le agregamos que vivimos en un país machista, patriarcal, falo céntrico, no ven a las mujeres, ni siquiera piensan en ellas. Por lo que no ha habido esa visión de protección. Hace poco escribí un texto sobre la violencia a periodistas, pensando en el caso de Soledad Jarquín y su hija, empecé a explorar más. Es muy desgastante trabajar estos temas. Hice un cuadrito donde no va solo el nombre de una periodista, va su vida, su familia… ha sido un caso sin resolver.
-¿Cómo evitar el discurso misógino, estereotipado y discriminatorio? ¿Tiene que ver con la educación?
-Ojalá lo supiera para ir resolviendo estás cuestiones. También hay un argumento de que las mujeres son las que educan a los hombres, ustedes tienen la culpa. Como a esas mujeres, o cualquiera de nosotras ¿quién nos ha enseñado a mirar, a ver las cosas diferentes? El feminismo ahí esta surgiendo, a veces con mucho ruido, otras veces con más argumentos, a veces como dice Martha Lamas, con más dolor, y a veces a la mejor con más razón. ¿Por qué es complicado? porque es una generación con otra generación que van generando esta actitud esta mirada de entender que los hombres son de esta manera y las mujeres de esta otra, y a veces nos oponemos y nos confrontamos. Desmenuzar para entender esto lleva mucho tiempo y mucho trabajo. Por eso no es tan sencillo sino ya se hubiera resuelto desde hace mucho tiempo. Pero se van creando escenarios, en el caso del periodismo quienes ha empezado a abrir talleres, diplomados, cursos, tratar de escribir sin estereotipos, no victimizar ni señalar como únicos culpables a los hombres. Es muy complejo, pero se va intentando. La revista Zócalo me pidió hacer una revisión a El Universal, y a veces siento que hemos avanzado, pero se siguen viendo a la mujer como objeto sexual, no estoy criticando la belleza de la mujer sino la manera en la que la están exponiendo, los adjetivos que utilizan. También ves que en otras publicaciones ya hay otra mirada. ¿A qué le apuesto? a la educación, a que se abran estos espacios, a que los niños y las niñas se vayan sensibilizando con platicas sobre esto. La UNAM casi a la fuerza, mira que es la UNAM, ha introducido cursos para hablar sobre este tema y te dicen sí, pero optativas, no en el plan de estudios. Ves esta resistencia no de malos y buenos sino de un sistema que ha sido cómodo de crear estos estereotipos estos prejuicios que hay en torno a las mujeres y hombres. En el periodismo hay miradas para la transformación, estamos en un sistema que se resiste, y que se sigue resistiendo en muchos años, pero soy optimista y siento que vamos sumando y algún momento esto tendrá que transformase.
–La perspectiva de género ¿hay que seguirla construyendo?
Así es. Pero lo malo es que de pronto la palabra género se entiende o lo hacen sinónimo de mujeres. Esta perspectiva de género nos invita, pero también nos obliga a que no dejemos de ver dónde están los hombres y dónde están las mujeres. Esta mirada tiene que ver a ellos dos. Y claro yo sé que hay toda una situación mucho más abierta en cuestiones de sexualidad, pero estos cuerpos de hombres y de mujeres siguen marcando esa pauta, y la perspectiva de género nos invita a hacerlo. Esa perspectiva de género siento que al no entenderla la estamos aplicando mal. Hay que insistir. Hay que abrir escenarios. Esta entrevista puede ser una invitación para si realmente la vamos a aplicar, entonces empezar a marcar esa pauta para mirarnos y no dejarlos a un lado. debemos sensibilizarnos todos. La palabra clave además de educarnos es sensibilizarnos, que de verdad lo entiendas, lo apliques, que vayas valorando los avances, los logros, y también reconocer aquello que es complicado como son los medios de comunicación, ya que a las grandes empresas esto sigue sin interesarles. He dado cursos a reporteras y reporteros de medios, y luego vienen y me dicen bueno ya me sensibilizaste, pero ahora dile a mi jefe o al dueño que esto de sensibilizar es importante. Tienes que encontrar esas estrategias donde llegarle a quienes toman las decisiones para que también se logre transformar, y realmente esa perspectiva de género se aplique lo mejor posible para transformar tanto a favor de los hombres como a favor de las mujeres.
–La violencia y la censura ¿van de la mano?
-Sin duda. Entre más espacios abramos para discutirlo habrá más gente que se integre para tratar de buscar esas transformaciones. Al repasar la historia del periodismo en México hoy siento como más sensible estos momentos; decisiones legislativas, la creación de grupos de periodistas que han sido también un fracaso, y entre el gremio siempre nos ponen a competir porque hay que ganar la nota, y hacer que nuestro medio de comunicación esté brillando. Es difícil hacer esa integración. Que triste que sea la tragedia mayúscula que es el asesinato de un periodista y que nos vuelve a integrar, pero después tienes que seguir trabajando. Lloras a tus muertos y los tienes presente. Dentro de este ritmo de trabajo están estos elementos que estudiaste en la universidad como la libertad de expresión, los mecanismos de represión que se tienen dentro de los medios de comunicación.
A veces vienen de afuera, pero también a veces vienen de adentro cuando te dicen ya no vamos a escribir sobre este tema porque nos vamos a meter en un problema, y la periodista tiene que ceder porque necesita el trabajo. Hay quienes se resisten, hay quienes prefieren ser independientes. También las redes sociales dan facilidades para que de pronto en tu Facebook, o twitter digas algo y a la mejor estas trabajando en un medio, y de repente salten y digan “publicaste en tu Facebook no eso no va porque nos vas a meter en problemas”. Eso de “Nos vas a meter en problemas” es la constante latente porque quien es periodista sabe que un gran compromiso es la denuncia; señalar lo que no está bien porque lo que queremos es señalarlo, es transformar una situación para una mejor sociedad. Esto lo enseñamos en la escuela. Hay periodistas que me reclaman al decirme que enseñamos un ideal. Es bien difícil ya dentro del contexto de los medios de comunicación porque hay juegos de poder, dependes de un salario, tienes que sobrevivir de alguna manera.
Finalmente, estos mecanismos de control son también formas de violencia: miedo, temor inseguridad y sentirte desprotegido por tu propio medio de comunicación. Bien dice Celia del Palacio que un tipo de violencia también son los sueldos que son muy malos.
Sobre las políticas de protección, la doctora afirma que se quedan en el discurso. En la práctica no se lleva a cabo con la puntualidad y la precisión. Pugna por un
comité de periodistas, un observatorio integrado con gente de trayectoria dedicado al cien por ciento a esta labor, para que se pueda estar más atento y pendiente de los periodistas, que pueda reclamar con evidencia y argumentos, entonces sí habría una transformación.