- Dos o tres cervezas para poner el ambiente no son la mejor opción cuando se hace de manera recurrente porque se daña al cerebro.
Es viernes a las 8 de la noche y en media hora verás a tus amigos para irte de fiesta. Con la promesa de que será algo “tranqui” entran y en dos horas ya bebieron más alcohol del prometido. Una birria y unos electrolitos acabarán con la cruda, pero no serán suficientes para resarcir el daño que la bebida hace en el cerebro. Hoy te contamos cómo se recupera este órgano tras una (s) noches de copas.
De acuerdo con The Conversation, en un artículo escrito por Jo Adetunji, la bebida es responsable de más de 2.5 millones de muertes al año, además de ser una de las drogas que más dependencia causa y por la que surgen enfermedades psiquiátricas.
Para avanzar en el tratamiento de este padecimiento, se considera que la abstinencia puede ser una importante aliada; no obstante, de ir acompañado de fármacos que ayuden a la evolución porque en los estadios más tempranos de la sobriedad, el cerebro sufre bastante.
El mismo documento señala que a los 6 meses de sobriedad, las capacidades cognitivas mejoran de manera significativa y con ello es más complicado que se dé una recaída; sin embargo, en las etapas más tempranas de haber dejado el alcohol, en el primer mes, aún hay alteraciones en la microestructura cerebral, es decir, el daño continúa.
Esto tendría explicación en el sistema inmune, el cual, se vuelve una causa de enfermedad cuando se activa de manera crónica o desproporcionada; además, todo podría venir precedido de una respuesta inflamatoria en la masa encefálica.
Con base en estos datos, la abstinencia debe ir acompañado de mecanismos antiinflamatorios que no tengan como único eje a la cabeza, sino también a los intestinos y al hígado. La autora especifica que aunque el consumo de bebidas alcohólicas es el agente causal, los pacientes tienen móviles diferentes y entonces no habrá un solo tratamiento, sino que será personalizado.
“Esta estrategia nos acerca a la medicina personalizada o de precisión. Nos dirigimos a un futuro en el que diseñaremos tratamientos para individuos, no para poblaciones. Y lo haremos de forma integral, no pensando en órganos sino en organismos completos”, subrayó la autora.
De esta manera es como el cerebro necesita de mucha ayuda para recuperarse del recurrente exceso de alcohol, pues aunque consideramos que hay ocasiones en las que amerita beber, la frecuencia y las cantidades son determinantes.