Mujeres del barro rojo

Ernestina Gaitán Cruz

Oaxaca de Juárez, Oax., junio 2023.- El esposo de Emereciana Aquino Martínez la dejó en casa de su madre con una hija pequeña. La suegra trató de mantenerlas, pero la pobreza pudo más y abandonó ese lugar. Reunió a siete artesanas como ella y a seis años de impulsar la Feria del Barro Rojo de San Marcos Tlapazola, Tlacolula, son emprendedoras exitosas, respetadas y ejemplo en su comunidad porque también han llevado progreso.
Desde niña hablaba fuerte y mostraba su fortaleza y cuando se fue del hogar del esposo quien ya no volvió, se enfrentó a una realidad difícil, pero la supo afrontar. Hacía tortillas, trabajaba en el campo, lavaba ajeno, limpiaba casas, luego se iba a labrar el barro y cuando acudió a una Feria del Tejate, pensó en hacer algo similar con el barro rojo que hacían las mujeres de su comunidad.
En sus tiempos libres, creaba hermosas piezas de barro que llevaban un poco de su corazón. Las llevaba a vender a la Central de Abastos donde a veces no vendía nada o les ofrecían intercambiar por frutas y verduras a punto de echarse a perder. Otras personas le regateaban el precio y veían sus obras como objetos a nivel del peltre o el aluminio.
Quienes compraban nada sabían ni saben del valor de una pieza artesanal que lleva emociones, gusto, cariño y paciencia de quienes las elaboran. Tampoco saben del costo para trasladar las piezas desde su comunidad, hasta los lugares de venta posible. Pagan transportes y buscan cuidar sus piezas para no romperlas lo que muchas veces no pueden evitar.
Emereciana cambió su vida y la de sus compañeras. Hoy encabeza al grupo de artesanas del barro rojo, acuerda los mejores precios para sus productos. Sabe el valor de sus piezas artesanales y las defiende ante las autoridades que muchas veces les han negado el apoyo y hasta la han amenazado. Pero, “me los chingo” y al final, reconocen nuestro trabajo, dice.
Hoy también exportan sus productos a Canadá y a Europa, a donde por cierto Emereciana irá próximamente a vivir un tiempo para impartir talleres. Están al día en impuestos y ventas. Ahora con seguridad compran lo que necesitan, piden lo que se les antoja en restaurantes y pagan con la soltura de quien puede hacerlo porque tienen recursos, porque trabajan y muy duro.
Esas mujeres vestidas con telas de flores grandes en rojos, azules, amarillos, verdes, cafés intensos, trenzas tejidas con listones de los mismos tonos, así como mandiles igual de coloridos que les confeccionan mujeres de su comunidad, saben llamar la atención por doquier. Por sus vestimentas, por sus risas, por su presencia alegre.
También voltean a verlas por su porte seguro cuando platican o muestran el músculo bíceps logrado por el trabajo con barretas y palas para extraer y acarrear el barro de cerros y cuevas cercanos. Y también por el esfuerzo de amasarlo para elaborar sus piezas. Mire, toque, vea lo fuerte, dice Gloria Cruz Sánchez quien efectivamente tiene “conejos” duros.
Han sido discriminadas en su propio estado, por ser indígenas, por su vestuario y por hablar su lengua originaria. Sin embargo con el tiempo, han alzado más la voz para exigir sus derechos. Y su lenguaje en idioma zapoteco, es su poder. Solo ellas se entienden y las demás personas solo vemos y escuchamos lo que ellas nos quieren traducir al español.
En entrevista, además de Emereciana y Gloria, Estela Bartolo Mateo, Natalia Aquino Martínez, Edith Cruz Aquino, Juliana Cruz Martínez y Cristina Santiago Antonio, de la Asociación Civil Mujeres Emprendedoras de San Marcos Tlapazola, platicaron la experiencia de cinco Ferias del Barro Rojo. Del 14 al 16 de julio, celebrarán la sexta y tienen registradas a más de 80 artesanas.
En las primeras ferias acudieron a jóvenes para que portaran carteles con el nombre del pueblo y de la Feria. Y que hablaran lo elemental en zapoteco, español e inglés. También hablaron con funcionarios, con hoteleros, representantes de agencias de viajes para que conocieran de qué se trataba la actividad y para que colaboraran para hacerles publicidad.
En cada feria, acude más gente, quienes pueden conocer de manera directa a las creadoras. También han dado a conocer a su comunidad ya que pocos sabían dónde se ubica San Marcos Tlapazola, incluso fue reconstruido un camino. También han acordado apoyos de instancias gubernamentales y se hablan de tú con los funcionarios del sector económico, turístico y cultural de Oaxaca.
En la entrevista, realizada en un restaurante del centro histórico de la Ciudad de Oaxaca, con orgullo mostraron sus piezas de barro rojo en diferentes tamaños y diseños: mantequilleros, ensaladeras, jarras, tazas, platos, ollas, floreros, cazuelas, cubiertas para lámparas, servilleteros, tapaderas y vajillas completas.
En especial, Gloria Cruz Sánchez mostró una taza con la figura de una cara con ojos alargados y nariz fina, diseño de su sobrina Lucina Cruz Aragón cuando tenía ocho años. Ahora es una doctora, hace su servicio social en el norte del país y es reconocida por este diseño del dominio público, porque ella, Lucina, se los donó a las artesanas del barro rojo.
El trabajo para realizar las piezas, desde la recolección de barro, su acarreo, el amasarlo, cocerlo y demás, es de mujeres porque la mayoría de hombres emigran del estado. Y ellas, en sus propios talleres, realizan el trabajo con gusto, mientras platican y como niñas, juegan con el barro, les es divertido, comentan, y también se quitan el estrés.
Este 2023, del 14 al 16 de julio, en el Mes de la Guelaguetza, también buscan aprovechar la oportunidad y realizarán su Sexta Feria del Barro Rojo, en San Marcos Tlapazola Tlacolula.

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