NÉSTOR YURI SÁNCHEZ
Hay demasiadas masacres en este país. La política de mirar hacia otro lado por conveniencias electorales a las que el presidente llamó “abrazos y no balazos” solo ha dado más poder a los criminales. Grandes extensiones del país viven bajo la ley del narco. Un tercio de México vive bajo la extorsión y el cobro de piso, las instituciones de la república están en retroceso, a excepción de los cobros del SAT.
Dos hechos fueron la nota, más no la sorpresa, durante la semana pasada. La matanza de jóvenes en una posada en Salvatierra, Guanajuato, y el rito de purificación de lo más sucio de la clase política priista, su consecuente perdón por el mesías tropical y su ahora desinteresado apoyo a Sheinbaum.
El horror es parte de nuestra vida cotidiana. La masacre de estos jóvenes en Salvatierra pronto será olvidada por otra que ocupará nuestra atención. Y así hasta que terminemos por matarnos entre todos o tengamos un gobierno que los enfrente en lugar de aliarse con ellos.
Parte de la razón que explica el por qué la 4T llegó al poder fue su falsa narrativa “no más sangre” que difundieron para debilitar al Estado y con ello lograr lo que ahora es una realidad: el control de la vida pública y de grandes extensiones del territorio por los criminales. Ese control les permite operar por medio de sindicatos, organizaciones sociales o agrupaciones ambulantes de los que extraen enorme riqueza a través del cobro de cuotas, extorsiones y derecho de piso. Pero también les otorga control político porque pueden movilizar a sus agremiados en favor de uno u otro candidato. Los ingresos por cuotas y cobro de piso, además, son más fáciles y seguros de obtener que traficar drogas.
El modelo de matanzas ha cambiado mucho en poco tiempo. Todavía en los años 80 se tenía cierta consideración con niños y mujeres. Apenas en los sexenios pasados la mayoría de las muertes se producían cuando había enfrentamientos entre malandrines. El modelo actual ha venido variando y en este gobierno se ha radicalizado. Muchas de las masacres y lo asesinatos de una o dos personas no son por enfrentamientos entre bandas rivales, se trata de agresiones directas de los sicarios contra la gente de la calle derivados de algún hecho no grave, que no ameritaría una respuesta mortal, como la negativa de darles permiso de entrar a un festejo ajeno.
Una de las características de López Obrador es su modo autoritario del ejercicio del poder y por ello mismo ha tratado de minar a todas y cada una de las instituciones de gobierno. Desde Salud hasta el ejército están cooptados por él. Unos por quitarles presupuesto y otros por recibir carretadas de dinero en la absoluta opacidad, como es el caso del ejército y la marina, instituciones que ya están metidas en la espiral de la corrupción que desde el poder tiene acceso fácil.
El vacío de autoridad dejado por el repliegue ordenado por Obrador a las fuerzas de seguridad quedó en clara evidencia con un bendito video que nos permitió conocer cómo actúa el crimen. En Texcaltitlán, Estado de México, la gente del campo tuvo que hacer frente a los matones que les cobran por sembrar sus tierras y se hizo justicia por propia mano. Lo sucedido nos muestra otro patrón de conducta del crimen en México: no es contra los más ricos, es contra los más pobres, contra campesinos, pequeños comerciantes, ganaderos y microempresarios. Los de arriba, como el presidente y sus hijos, no lo padecen. La ausencia del Estado es la riqueza de esas organizaciones y la facilidad de armarse hasta con lanzacohetes.
En medio de esta indignación nacional por los numerosos casos de masacres contra jóvenes ajenos a la delincuencia nos llega el chiste de la semana, porque no puede ser tomada de otra manera la asimilación de un grupo de lo peor del priismo en apoyo a Sheinbaum. Alianza progresista dicen ellos, alianza oportunista les va mejor.
Como si fuera un ritual de purificación ante su majestad Obrador en el que la sangre de los masacrados sirve como holocausto ajeno para pedir la absolución de sus pecados, este grupo de impresentables priistas, Murat, Eruviel, Nuvia Mayorga y Ramírez Marín se sumaron de manera espontánea y desinteresada a la campaña de la doctora Claudia. No quieren un hueso, lo declararon, los motiva su amor desinteresado por México. Es conmovedor ver la capacidad de abnegación de tan impresentables personajes que solo piensan en nosotros. Sinvergüenzas los describe bien.
Con ese fondo de los muertos de don López, el poder que posee para purificar políticos corruptos y con el crimen encima de nosotros es fácil notar que, en realidad, los abrazos son para los corruptos y matones y los balazos son para nosotros.
La desaparición de instituciones, la debilidad del Estado, el crecimiento del crimen organizado y la concentración de poder en una sola persona son el paso previo para una dictadura militarizada disfrazada de democracia popular,
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