* “El arte de la cocina mexicana”, es un libro-arte donde se mezclan recetas mexicanas tradicionales y al óleo, el recetario ilustrado que a la vez portátil y práctico
Pachuca de Soto, Hgo.- A través de un recorrido pictórico por las recetas recopiladas por su finada primera esposa, el pintor Alejandro von Waberer O’Gorman entregó el material indispensable para que el editor Miguel Ángel Porrúa publicara bajo el título “El arte de la cocina mexicana” este singular recetario.
El artista mexicano de ascendencia austríaca e irlandesa, advierte: “Este libro contiene las recetas que mi esposa, la desparecida Mela de la Mora fue guardando a lo largo de toda su vida. Entonces, al darme cuenta que eran una joya de la gastronomía, cuyos ingredientes eran netamente mexicanos y sus procesos también, a instancias de mi amigo el editor Miguel Ángel Porrúa, ilustré con óleos sobre tela cada una de las recetas, mismas que se muestran escritas en una caligrafía cuidadosa y que quedaron plasmadas en esta edición a la vez práctica, en un papel que puede llevarse a la cocina sin que sufra menoscabo alguno”.
Este libro-arte fue presentado en la 28ª Feria Universitaria del Libro, FUL 2015, que se realiza en el Polideportivo Carlos Martínez Balmori, de la Ciudad del Conocimiento de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, bajo los auspicios de su Patronato y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Durante la presentación del libro, su editor Miguel Ángel Porrúa señaló que si este libro se valuara por las obras pictóricas que lo ilustran sería inaccesible, pero que, por el contrario, el papel —casi indestructible—, la tipografía y el diseño general de la obra lo hacen hermoso y, sin embargo, no es costoso.
Alejandro von Waberer, sobrino del pintor Juan O’Gorman, relata que las recetas contenidas en su libro “son de ésas, de las que se arrancan a las abuelas casi a fuerza, con los secretos de la preparación que no fácilmente se entregan a cualquiera y que suelen pasar sólo de generación a generación y que, sin embargo, son muy sencillos de preparar, pero que ya vienen con medidas exactas, por ejemplo, si los recetarios por costumbre indican ‘una pizca’, pues aquí se dice la proporción exacta para que la composición funcione como es debido”.
El pintor explica que las ilustraciones del libro van plasmando, en cada una de ellas, los ingredientes que las conforman y revela que el proceso de seleccionar los colores y composición fue un redescubrimiento personal de su pasión por todo lo mexicano, por sus colores, olores y sabores, y que puede afirmar sin temor a equivocarse que el mayor reto creativo de cada cuadro fue crear en el óleo la diversidad que pueden contener los platillos que conocemos como ‘antojitos mexicanos’.
Maravillado por la mexicanidad y la gastronomía que encierra lo más profundo de las raíces mexicanas, Von Waberer dice que la tradición que los platillos guardan en sí mismos tiene mucho del espíritu y la esencia de lo que somos y de lo que fuimos, lo que la convierte en una huella cultural indeleble: “Que a partir de 2010 la gastronomía mexicana sea Patrimonio Intangible de la Humanidad, según la UNESCO no es sino el reconocimiento de esa grandiosidad histórica y cultural que nuestra cocina guarda, del mismo modo que la arquitectura, la escultura o la música: algo que debe preservarse para la posteridad”, añade.
“El arte de la cocina en México” contiene secretos culinarios que provienen desde el siglo XIX y que fueron recopilados por Mela de la Mora hasta 1981, mismos que no contienen ningún ingrediente que no sea mexicano, así como los utensilios tradicionales, aunque, aclara Von Waberer, que ya hay una serie de instrumentos que se requieren y han desparecido, pero que en los cuadros que ilustran las recetas se muestran los utensilios y trastos originarios, fácilmente sustituibles por actuales y que no demeritan la preparación de los manjares.
“En las pinturas y en las recetas aparecen las ollas y cazuelas de barro; los anafres, los comales, las cucharas de madera, los molcajetes y los metates; ingredientes como las chirimoyas, la pepita de calabaza o el huitlacoche. Aquí no aparece ninguna cosa que no nos sea común, familiar y exclusiva de nosotros los mexicanos”.
Nacido el 9 de octubre de 1941, Alejandro Von Weberer O’Gorman se dedica desde niño a la pintura y las artes visuales, pues su madre provenía de una familia en la que había dos pintores, el ya mencionado Juan O’Gorman y Cecil O’Gorman Crawford, sin embargo, él, como pintor, se considera autodidacta pues se graduó como arquitecto en la Universidad Autónoma de México, con mención honorifica en diciembre de 1969. Su formación como pintor la recibió directamente de su tío, de quien aparte de ser su sobrino, se considera su discípulo y admirador más profundo.
Del amor que el arte le inspira, también surgió su necesidad de, a su vez, convertirse en maestro de otros pintores y ha dedicado gran parte de su vida a dar clases en su estudio privado.
De gran prestigio como mentor, jurado y artista, montó su primera exposición individual en 1962, cuando apenas contaba con 21 años de edad, de ahí, en lo sucesivo ha participado en casi un centenar de ellas tanto en México como en el extranjero. Pero no es todo, además ha sido propietario de un rancho ubicado en el estado de Hidalgo, en el municipio de Tecozautla, considerado un paraíso natural y en el que las frutas son un patrimonio y que al pintor le encantaba por esa explosión de colores y olores que la naturaleza le ofrecía como inspiración.
Actualmente el maestro Alejandro Von Waberer está casado en segundas nupcias con la diseñadora y promotora cultural Vicky Mejía, quien ha perfilado una línea de accesorios, marroquinería y otros artículos basada en las obras del pintor, de tal modo que se puede poseer una pañoleta, una almohada, una cartera o un paraguas bella y artísticamente decorado con una pintura firmada por el artista.
Mientras, “El arte de la cocina en México” libro que al ir firmado por él y por su desaparecida primera esposa, se convierte en sí mismo en un objeto de arte, por Von Waberer. Al presentarlo afirmó a su público— un centenar de jóvenes estudiantes de la carrera de Gastronomía y algunos visitantes aficionados, tanto al arte como a la cocina y el buen comer—: “Éste es un libro de México para México, hecho en México para mexicanos, y aunque el arte es una mentira nos hace ver la verdad”, concluyó.