• Al conmemorarse el 7 de junio el Día de la Libertad de Expresión, María Marván Laborde resalta que en la actualidad es más amplio este derecho y cubre, inclusive, a la poesía, literatura y, por supuesto, a cualquier medio de comunicación
Sin una opinión pública fuerte, plural y respetada no existe libertad de expresión, como tampoco la habría sin democracia, aunque en cualquier sociedad se presentan avances y retrocesos en este terreno, considera la investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, María Marván Laborde.
La politóloga y socióloga destaca en entrevista que en México jamás se habría logrado la transición a ese sistema político, si no se hubieran conquistado mayores márgenes de libre expresión.
“Simplemente hay que ver en los últimos 30 años la cantidad de periódicos, concesiones de televisión y de radio, además de programas de opinión que han aparecido”, explica.
Hoy en día tenemos numerosos medios de comunicación y en estos existe pluralidad, apunta la especialista en temas de política, transparencia, acceso a la información y desarrollo democrático en México, con motivo del Día de la Libertad de Expresión, que se celebra el 7 de junio.
En un ambiente político polarizado, como el que actualmente vivimos, resulta más difícil apreciar las bondades de la diversidad de opiniones, pero existen, argumenta la experta universitaria.
Marván Laborde define a la libertad de expresión como la posibilidad de decir lo que uno piensa fundamentalmente, con respecto al gobierno y a la política. Es un derecho humano que nace, como todas las garantías inalienables, con la democracia liberal, con los derechos de las personas, hombres y mujeres, frente al Estado. “Desde luego, hoy es algo mucho más amplio y cubre, inclusive, a la poesía, la literatura y, por supuesto, cualquier medio de comunicación”.
Precisa que la censura surge cuando por temor, por miedo a las consecuencias, un medio no manifiesta su verdadera opinión hacia un gobierno; es decir, ejerce la autocensura.
Responsabilidades y educación
A finales del siglo XX y principios del XXI, las redes sociodigitales abrieron el espacio para el ciudadano común, donde puede comentar, opinar y conocer otros puntos de vista, aunque también en estas plataformas circula información falsa; “sin embargo, no existe distinción entre lo que es o no infodemia”, puntualiza.
En el momento que tenemos la oportunidad de ser emisores y no solo receptores, podemos difundir noticias verdaderas o no. Por ello, siempre que hay incremento de libertades debe venir acompañado del aumento de responsabilidades y de educación, asevera.
Marván Laborde destaca la necesidad de educar a la ciudadanía digital en la ética, a no inventar noticias, fomentar el pensamiento crítico para que frente a una información que recibimos preguntarnos, antes que nada, si es cierta.
“El problema es que como la red es mía y con ella me comunico a través del teléfono de mi propiedad, en principio hay una confianza excesiva de quienes la usamos. Si mi dispositivo lo dice, debe ser cierto, pero igual necesitamos un pensamiento crítico”, subraya.
Para consumir noticias sin verificar no hay una previsión, tampoco tengo que hacer algo activo, aparecen en mi teléfono, sobre todo si soy una persona que continuamente me informo a través de las redes, eso es algo que ocurre con los jóvenes, varios ni siquiera saben qué noticieros hay en televisión abierta, menos en la de paga.
Ello conlleva la obligación de mejor enseñanza, de una ciudadanía digital y no prestarnos a la difusión de información de la que no tengamos una fuente confiable, apunta.
En ese contexto, recalca la necesidad de la alfabetización mediática para mejor uso y provecho de estas herramientas. Existen tres maneras de luchar contra la desinformación: “educación, educación y educación”.
En el caso de la UNAM, como profesores debemos asumir nuestra responsabilidad de generar pensamiento crítico, considerando nuestra libertad como docentes, personas y ciudadanos, a fin de exigir y respaldar esa pluralidad en los medios de comunicación.
De acuerdo con Marván Laborde, esta casa de estudios tiene que ser catalizadora de la libertad de expresión. Ejercemos la autonomía de cátedra, que es una forma refinada de ella, pero también hay que saber educar, no importa si es en la carrera de Medicina, Matemáticas, Ciencias Políticas, Derecho o cualquier otra que se imparte. En suma, educar en la libertad.