Alfareras oaxaqueñas labran su futuro con piezas creadas con imaginación, creatividad y amor

*Mujeres de San Bartolo Coyotepec, Santa María Tlahuitoltepec, Santa María Atzompa, San Marcos Tlapazola, Tlacolula, y de Valles Centrales de Oaxaca, aprendieron a moldear la arcilla desde niñas, cuando jugaban con el lodo sobrante del trabajo de sus familiares

*Con una herencia de varias generaciones atrás, las actuales artesanas del barro moldean la arcilla con ayuda de elementos de la naturaleza

Ernestina Gaitán Cruz

Oaxaca de Juárez, Oaxaca., 17 de abril de 2022 (Crónica de Oaxaca). – Como desde tiempos inmemoriales, alfareras oaxaqueñas moldean la arcilla con ayuda de elementos de la naturaleza, para crear piezas en las que entregan su imaginación, creatividad y el amor por su trabajo.

Con una herencia de varias generaciones atrás, las actuales artesanas del barro, manifiestan su gusto por una actividad en la que despliegan su imaginación, creatividad, destreza y gusto por su oficio que les permite subsistir económicamente.

Mujeres de San Bartolo Coyotepec, Santa María Tlahuitoltepec, Santa María Atzompa, San Marcos Tlapazola, Tlacolula, y de Valles Centrales de Oaxaca, aprendieron a moldear la arcilla desde niñas, cuando jugaban con el lodo sobrante del trabajo de sus familiares, comentaron.

 

En un proceso que va de su imaginación y sentimientos a sus manos, surgen los utensilios elementales para los hogares como cazuelas, jarros, comales, tazas y especieros, hasta piezas ornamentales: crucifijos, animales decorativos, juguetes, aretes, dijes, collares, macetas y alhajeros.

Edith Gabriela García Reyes, de Santa María Atzompa comentó que, como varias niñas de su comunidad, jugó con el lodo del barro, porque estaba muy cerca de su madre que trabajaba la arcilla. Ella empezó a moldearla a los 12 años y elaboró juguetes que su madre cocía y llevaba a vender y ella estaba muy contenta porque ya tenían para comer.

Ahora, 20 años después, le gusta elaborar macetas que se han vendido bien durante la pandemia del Covid. Quizá, dice, porque la gente estuvo más tiempo en sus casas y se dedicó a cultivar y cuidar plantas. Sin embargo, no deja de trabajar los utensilios de cocina como las tazas de barro rojo que pueden contener líquidos muy calientes e incluso los pueden meter al microondas y resisten, asegura.

Cristina Santiago Aquino de San Marcos Tlapazola, Tlacolula, también vio desde su niñez, el moldeado de barro que hacían en su familia y empezó a trabajarlo a los 18 años. Dice que el proceso para tener una pieza terminada tarda en promedio unos 15 días, entre moldear, acabar, secar y pulir.

En sus 10 años como alfarera, se ha dado cuenta que las personas empiezan a valorar el trabajo. Por ello, le estimula realizarlo, porque además de que le gusta hacerlo, es un trabajo que les da para comer.  Le gusta elaborar vajillas, tazas, vasos y platos, porque se venden más.

 

Para Violeta Velasco Villanueva, también de Santa María Atzompa, el trabajo lo realizan en familia. Son dos hombres y cinco mujeres quienes conforman un taller. Sin dejar de elaborar los utensilios de cocina, realizan joyería, adornos, joyeros y animales pequeños que sirven como contenedores de sal y demás especias.

 

A ella en especial le gusta hacer el bordado, es decir la cubierta de las piezas que lleva entramados, filigranas y ornamentos como si fuera justamente tela bordada. Le agrada porque suelta su imaginación y creatividad y porque el resultado son piezas únicas que salen de sus manos.

 

A su vez, Rosario Vásquez Aguilar, de Santa María Atzompa explicó que las piezas que elaboran no contaminan, ya que están hechas de elementos naturales: barro, arena y agua. Se dejan secar al aire libre y luego se cuecen. Cada pieza lleva entonces, los cuatro elementos de la naturaleza: Agua, Tierra, Viento y Fuego.

Para ella, los utensilios de cocina son los que más adquieren las personas. Y a ella le gusta darles el toque final en el decorado, de acuerdo con lo que su imaginación le dicte para cada pieza y el resultado son objetos que son adquiridos por su utilidad y por su belleza.

Edith Gabriela García Reyes, Cristina Santiago Aquino, Violeta Velasco Villanueva y Rosario Vásquez Aguilar, coincidieron en manifestar su amor y gusto por elaborar sus trabajos artesanales y la satisfacción de pertenecer a una nueva generación de alfareras que además de heredar y honrar el oficio ancestral, también buscan transmitirlo a las nuevas generaciones.

Sin embargo, también saben del riesgo a su salud por el constante contacto con el humo de los leños al cocer la arcilla. Hay señoras mayores que han padecido pulmonía y neumonía, comentan, y también hablaron del desgaste de sus manos, sobre todo al pulir las piezas, así como las afectaciones en las rodillas porque trabajan hincadas.

La alfarería ha estado presente desde tiempos remotos en las comunidades de Oaxaca. Heredadas de generación en generación ha sido una manera básica de sobrevivir y con el paso del tiempo, han evolucionado para ofrecer actualmente obras de arte y objetos utilitarios.

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