Por Marytere Narváez
Mérida, Yucatán.- El árbol ramón (Brosimum alicastrum) prolifera a lo largo de los estados costeros del Golfo de México y del Océano Pacífico —con excepción de la península de Baja California—, pero pocas personas conocen su papel ecológico, sus usos tradicionales, su potencial como base de alimentación pecuaria y humana y su capacidad proveedora de biocombustible para la generación de energía. Realizar una evaluación completa de los servicios ambientales y alimenticios que ofrece fue la misión que se propuso Alfonso Larqué Saavedra, investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República.
En el marco del encuentro El sector forestal en apoyo a la cruzada contra el hambre y el cambio climático, realizado en el Parque Científico Tecnológico de Yucatán a finales de diciembre pasado, el investigador presentó ante académicos, empresarios y representantes de asociaciones civiles, gubernamentales y legislativas los resultados obtenidos a lo largo de siete años de trabajo en el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), Centro Público de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
“El proyecto del ramón es un ejemplo del impacto que tiene la ciencia y las ideas innovadoras entre sectores que no apreciamos como sectores generadores de ciencia. El sector forestal se ha dedicado básicamente a generar celulosa para el papel, para muebles y pocas veces se le ha visto en una idea que yo considero revolucionaria”, comentó en entrevista José Franco López, director del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, Larqué Saavedra describió los alcances de la producción del árbol ramón, que se presenta como una estrategia innovadora para apoyar la Cruzada Nacional contra el Hambre y para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
“Lo primero que hicimos fue conocer cuántos kilos de semilla produce un árbol, qué sexo tienen los árboles, cuáles son los que producen y en qué meses del año lo hacen, estas sencillas preguntas fueron las que nos mostraron que se debía hacer trabajo básico, lo maravilloso es que aquí hay muchas personas que lo conocen y lo usan. Estas fueron las primeras investigaciones y aprendimos que existen dos picos de producción de semillas durante el año”, declaró.
El ramón requiere alrededor de cinco años para empezar a producir semillas en condiciones naturales, y una vez que llega a esta etapa produce en promedio entre 95 y 100 kilogramos por año; sin embargo, en 2014 alcanzó un total de 145.6 kilogramos de semilla por árbol. El patrón de producción indica que no se producen solamente en una ocasión, sino que se producen en dos épocas del año que se ven favorecidas por las condiciones climáticas, aun sin que las poblaciones tengan un manejo específico para conservarlos, es decir, no están sometidas a manejos de fertilización o problemas de riego.
“Cuando tuvimos esos datos lo primero que hicimos fue comparar el ramón con otras especies forestales para ver qué tanto produce en comparación con encinos, nogales o castañas. De tal forma que todos los estudios que hacíamos nos llevaron a comprobar que era verdaderamente un monstruo en producción de semillas”, puntualizó Larqué Saavedra.
Venados, jabalíes y cerdos pelones son algunos de los animales que les encanta el ramón. Además, con la peletización de las hojas de ramón se observó que también las cabras, el ganado bovino, gallinas y conejos pueden utilizarlo como fuente de alimento, con un costo mucho menor al de la alfalfa fresca. Entre sus características, se resalta que es un producto orgánico ya que para su manejo no se utilizan pesticidas.
“Hicimos los pellets del follaje del ramón; del fruto hicimos hojuelas como si fueran corn flakes para los animales y empezamos a ver precisamente la posibilidad de registrar el nombre para poderse comercializar. Ya está registrado, se llama Maya Óox y en sus etiquetas están precisadas las características nutrimentales”, apuntó Larqué Saavedra.
Valores alimenticios de la harina Maya Óox
La ingeniería básica de transformación de semillas de ramón en harina permitió revisar su calidad y su biomasa. “Pronto supimos que tenía una cantidad de carbohidratos impresionante, que está arriba de 70 por ciento en algunos casos, y veíamos también el contenido de proteína tan alto que tiene, alrededor de 13 por ciento, lo que lo coloca en una posición verdaderamente excepcional”, señaló Larqué Saavedra.
El árbol ramón también tiene cantidades considerables de minerales como calcio, zinc, magnesio y potasio, así como vitaminas y ácido fólico, de acuerdo con los análisis realizados en semillas (con testa y sin testa), hojas, pericarpio y frutos complejos. Además, se evaluó la cantidad de kilocalorías que su consumo puede generar, el contenido de fibra dietética y de proteína.
Otro factor importante ha sido la evaluación de la cantidad de coliformes, hongos y patógenos que puede presentar la harina de ramón, demostrando que no representa ningún riesgo para la salud.
La harina Maya Óox es libre de gluten con información certificada por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt), lo que permite posicionar la marca como un producto de alta calidad consumible para las personas que padecen la enfermedad celíaca.
De esta manera, Maya Óox se presenta como un competidor comercial con las tres principales marcas de harina sin gluten que existen en España e Italia. Tras realizar estudios comparativos con el producto que ofrecen las marcas comerciales europeas, los investigadores mexicanos descubrieron que Maya Óox contiene una cantidad de fibra y de proteína muy superior a las de aquellas, además de contar con una buena capacidad antioxidante.
El proyecto ha involucrado también la realización de ensayos para fortificar la masa del maíz utilizando ramón en el proceso de nixtamalización. De esta manera se obtienen tortillas enriquecidas con los nutrimentos del ramón, lo que puede representar una estrategia de alimentación en las comunidades con mayores índices de desnutrición.
Agente en el cambio climático
Los bosques tropicales contribuyen a la mitigación de los gases de efecto invernadero. El bosque tropical fija alrededor de 220 toneladas de carbón por hectárea cada año, mientras que las tierras agrícolas fijan únicamente cinco toneladas. “Parte del trabajo que hemos hecho es analizar esos servicios ambientales, es decir, la fortaleza del ramón en la captura del dióxido de carbono, en la información y retención de suelos, en sus características de resistencia a la sequía, la trascendencia que tiene para la conservación de la fauna silvestre, los aspectos de microclima, clima y agua”, apuntó el investigador del CICY.
La región del estado de Yucatán se conoce como tierra poco fértil debido a que prácticamente no hay suelo y las plantaciones no prosperan; sin embargo, el ramón aprendió a crecer y reproducirse, de manera que sus raíces rompen laja o piedra y es común observarlo sembrado en los traspatios de las casas mayas en Yucatán.
“Fue maravilloso percatarse que era una opción que teníamos que armar porque de otra forma con qué nos defendemos, qué otro organismo nos puede ayudar a enfrentar este problema de desertificación que está sucediendo, que es la degradación de suelos y la degradación por contaminación. Este árbol es uno de esos árboles poderosísimos que tiene un vigor impresionante y que ha acompañado a los mayas desde hace siglos”, refirió Larqué Saavedra.
La biomasa en peso fresco de un árbol ramón equivale a 230 kilogramos. Al sembrar una plantación de 400 árboles en una hectárea, puede levantarse un total de 92 toneladas de follaje por año. Adquirir una hectárea del árbol ramón tiene un costo de 40 mil pesos que, divididos entre 92 toneladas, dan un total de 435 pesos la tonelada de biomasa fresca del follaje del ramón.
“Si tenemos una plantación de unas 600 mil hectáreas del árbol, esta generaría 10 millones de toneladas de harina de ramón que servirían para surtir todas las necesidades del sector pecuario en el país. Y para dimensionar lo que esto significa: 10 millones de toneladas de harina son muchas, pero aproximadamente 700 mil hectáreas corresponden a la suma de las hectáreas que han sido erosionadas por la siembra del henequén en Yucatán y por la siembra de pastizales para el ganado”, indicó el investigador.
De acuerdo con las investigaciones realizadas, una plantación de esta magnitud sería suficiente para alimentar a todo el país o, por lo menos, al sector pecuario. “Creo que Yucatán tiene en sus manos un proyecto que puede ser transformador para este país, pues podría ayudar a realizar el objetivo en la lucha contra el hambre, cambiar la perspectiva de un país que tiene 50 millones de pobres que podrían ser alimentados de una manera muy adecuada con este proyecto”, concluyó Larqué Saavedra.