Por Karla Navarro
Ensenada, Baja California.- ¿Qué hay detrás de la museografía de Caracol, Museo de Ciencias y Acuario? Además de un trabajo de muchos años, en la actualidad el Museo Caracol enfrenta exigencias en cuanto a interacción y simplificación de conceptos científicos para lograr captar al público en general pero en especial a los niños que lo visitan.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el coordinador de Museografía de Caracol, Leonel Cota Araiza, comenta que los estándares visuales que rigen actualmente a los niños se convierten en un reto para lograr atraer su atención durante las exhibiciones del museo.
“La competencia con la cosa visual es muy exigente entre los niños y eso lo tomamos en cuenta; por otro lado, también queremos que sea más interactivo, los niños tienen que meter más la mano, yo creo que tenemos que buscar cosas más creativas en ese sentido”, reconoce el también investigador del Centro de Nanociencias y Nanotecnología (Cnyn) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Participación científica
El diseño de la museografía de Caracol inició un sábado de 2001 con una convocatoria que reunió a un grupo de aproximadamente 50 personas dedicadas a la ciencia y dispuestas a aportar sus ideas de forma voluntaria y de acuerdo con sus especializaciones.
“Salieron ideas interesantes, una idea fundamental que salió de ahí es que propusimos que el museo se dedicara a Baja California”, relata Leonel Cota, quien desde ese sábado de hace 15 años se ha mantenido colaborando en Caracol.
Una vez definido que el tema central sería Baja California, se propuso que el museo se dividiera en tres grandes salas: Tierra, Cielo y Mar, de tal manera que los contenidos estarían relacionados con esos temas.
Junto con las áreas del museo se estableció a quiénes se consultaría para los contenidos de las exhibiciones, considerando para la sala de la Tierra a los investigadores de geofísica del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE).
Para la sala del Cielo se pensó en el personal del Observatorio Astronómico Nacional (OAN) de la UNAM, y para la sala del Mar, en la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC).
“Había suficientes recursos y nos dividimos en grupos y empezamos a pensar qué cosas podríamos poner, pensando en forma libre, sin ningún impedimento; la idea era crear una historia para cada sala, qué podemos platicar en cada sala a los visitantes”, recuerda Leonel Cota.
El agua como tema central
Como una primera etapa, el trabajo se concentró en la sala de la Tierra, en donde se hablaría sobre el origen de Baja California, acerca de sus características más importantes y la naturaleza de la tierra bajacaliforniana.
“Entonces empezamos con poder visualizar el origen de la península, que es una historia muy interesante, porque Cabo San Lucas estaba pegado a Puerto Vallarta hace unos millones de años y con los cataclismos que hubo se fue separando esa parte y se sigue moviendo, entonces pensamos en poder visualizar eso, que los niños, en dos o tres minutos puedan ver lo que pasó en millones de años y que sigue pasando”, explica el coordinador de Museografía de Caracol.
También se propusieron hablar, a través de las exhibiciones de la sala de la Tierra, sobre las montañas de Baja California, los desiertos, la Sierra de San Pedro Mártir, y los biólogos pensaron en las especies endémicas como los cirios y el berrendo peninsular.
“Poco a poco empezamos a ir creando esto y luego vienen los paisajes, la ecología, porque Baja California tiene muchos sistemas ecológicos, tenemos zonas tropicales, zonas áridas, montaña con bosques, tenemos zona costera”, comentó.
Mientras aportaban ideas para el diseño de la sala de la Tierra, surgió la propuesta para que en las tres salas del museo hubiera un tema en el que —de alguna manera— incidieran todos y que conectara la sociedad con la ciencia.
“Pensamos que el tema central, y que es un tema importante para la sociedad, es el agua, entonces tener el agua como tema central y hablar sobre la escasez de agua, la cultura del agua, educar a la gente respecto de dónde viene el agua, las dificultades para obtenerla, las aguas tratadas, la desalinización”, refirió.
De lo científico a lo coloquial
Con todas las propuestas realizadas se elaboró un guion de contenidos que fue entregado a la empresa Museotec, la cual también estuvo a cargo del diseño del proyecto arquitectónico para la construcción del edificio del museo.
Museotec elaboró una primera propuesta de la que se derivaron guiones cada vez más precisos de lo que se planeaba comunicar en la sala de la Tierra, especialmente en lo que respecta a los textos que ahora forman parte de la exhibición permanente.
Leonel Cota mencionó que entre los requisitos que se pidieron el más importante era mantener un lenguaje sencillo, que fuera digerible para un niño de nivel primaria.
“Puede haber un lenguaje muy pulcro en el sentido museológico pero que a veces no coincide con el tipo de gente que visita el museo, entonces hemos ido tratando de adecuar el lenguaje sin caer ni en vulgaridades ni cambiar el concepto de tal forma que se vuelva incorrecto, la idea científica tiene que ser correcta pero en el lenguaje más llano posible y luego en inglés”, detalló.
Con la experiencia en el diseño e implementación de la sala de la Tierra, el proceso de desarrollo de la sala del Cielo, en el que ahora se encuentran inmersos, está complementado con la retroalimentación que están recibiendo de los visitantes de la sala de la Tierra, concluyendo que la interacción debe ser una pieza clave para contar con exhibiciones exitosas que cumplan con su principal finalidad: enseñar ciencia.