Ciudad de México. El actor mexicano Diego Luna se jacta de no ser partícipe de la corrupción, pero aceptó que en ocasiones, la fama lo obliga a adentrarse en ella.
“Me jacto de no entrarle a la corrupción, pero la impunidad de la fama también es una forma de corrupción, porque no das un moche, pero sí un autógrafo o concedes una foto y, entonces, se abre una puerta”, expresó.
La Jornada
La fama, dijo, acostumbra a que cuando se acude a un lugar, te dejan pasar de inmediato sin necesidad de hacer fila.
“Sin darte cuenta, siempre te toca la mejor mesa y es más fácil a preguntarse: ‘ah, chin… y ¿cómo le hice?’, o ‘¿cómo le hago para estar en la sección de no fumar y estar fumando?’ Esto no le pasa a cualquiera y de eso no se trata, ese no es el regalo más grande de mi trabajo, al contrario, es el que me hace chiquito”.
Preocupado por el ejemplo que le pueda mostrar a sus hijos y el futuro del país, el también director de cine consideró que dichos patrones deben empezar a cambiar, y en específico, también mencionó la corrupción en el cine mexicano.
“Porque el cine nacional no vive de los boletos que vende, no vive de su contacto con el público, vive de la subvención, lo cual invita a un tercero a ser parte de la ecuación entre el público y los que cuentan historias”, resaltó.
“Ahí están mil oportunidades para que la corrupción se manifieste, porque llega el intermediario, que siempre es muy peligroso y que no necesariamente tiene que rendirle cuentas a nadie. El día que el cine viva de los boletos que venda, puede limpiar ese proceso y volverse una industria más sana”.
Diego Luna opinó lo anterior luego de participar en la conferencia de prensa con motivo de la presentación del libro Corrupcionario mexicano, del cual escribió el prólogo.
Es la primera vez que lo invitan a realizar un texto de este tipo y a sabiendas de que se quedaría plasmado para siempre, redactó unas 18 versiones hasta que envió la definitiva a Alejandro Legorreta, presidente de ‘Opciona’, organización de la sociedad civil mexicana que durante un año recopiló el material.
Corrupcionario mexicano es un compendio de 300 palabras asociadas al fenómeno de la corrupción. Son frases y términos que se escuchan de manera habitual y cuyo significado fue ilustrado por diversos caricaturistas.
Cuando Diego Luna se topó por primera vez con el texto, confesó: “me reí y me reí hasta que de pronto me empezó a dar acidez, me sentía muy incómodo conmigo. Es el espejo incómodo en el que nos hace tanta falta vernos”.
Para hallar la solución, mencionó que si la gente se debe reconocer como parte del problema y luego, hacer uso de la educación como la mejor herramienta de cambio.