Alicia Alarcón
En menos de cuatro décadas, el ambystoma mexicanum en vida libre, pasó de 6 mil ejemplares, a 36 por kilómetro cuadrado. De continuar las tendencias actuales de urbanización y contaminación en los canales de Xochimilco, podría desaparecer en el 2025. Debido a esta drástica disminución está listado dentro de la norma NOM 059 de la SEMARNAT, donde quedó catalogado como especie en peligro de extinción.
El axolote ha sido adoptado por escritores, antropólogos, artistas plásticos y cineastas. El año pasado el Banco de México emitió el billete de cincuenta pesos mexicanos con la imagen del anfibio en Xochimilco y en el Museo de dicho recinto, forma parte del video de presentación que se exhibe en la bóveda. Con todos estos atributos podríamos señalar que es un símbolo mexicano bien cuidado y resguardado por todos nosotros. No es así.
El “Programa de Acción para la Conservación de las Especies: Ambystoma”, muestra que probablemente el trabajo más antiguo enfocado únicamente al estudio de los axolotes en vida libre o salvaje en México, es la tesis de la doctora Virginia Graue, que data de 1988, en cuyo contenido se estudiaron aspectos genéticos y demográficos del ambystoma mexicanum. (nombre científico que significa Axolote mexicano que habita en Xochimilco)
Por su parte, el doctor Luis Zambrano, fundador del Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), retomó la línea de la investigación sobre la conservación de la población, que señala datos devastadores: en 2004 había solo mil axolotes por kilómetro cuadrado. Cuatro años después, en 2008 repitió el estudio, y ya sólo había cien, y en 2013 contabilizaron 36 anfibios por kilómetro cuadrado. Se pronostica que en el 2025 no habrá ajolotes si no se actúa para salvarlos.
A inicios de este año leí que alcaldes de MORENA, de la CDMX participaron en el “Ajolotón: preservación del ajolote y su hábitat” (tal vez surgido de la palabra maratón o simulando al teletón), el cual, en lugar de tratarse de un evento benéfico, resultó una masacre, de acuerdo con los reportes de la prensa. Sucedió que los actuantes políticos sacaron a los anfibios de las unidades de manejo ambiental de conservación (no se sabe cómo fueron adquiridos, quiwnes los entregaron o quienes los vendieron), los colocaron sobre el pasto, y después de fotografiarse con ellos, los aventaron a las contaminadas aguas de los canales de Xochimilco. ¿Qué le pasó a los ajolotes? ¿Los políticos que aventaron a los anfibios hicieron un seguimiento de dónde quedaron o bien se preocuparon por indagar si habían sobrevivido?
¿Alguna vez nos hemos preguntado por qué no pueden regresar los axolotes a los canales de Xochimilco?
En junio de 2019, recibí la invitación a participar en el proyecto “La preservación de la cultura chinampera como contexto para fomentar vocaciones científicas en niños de preescolar en zonas suburbanas de la CDMX”, del que surgió Axólotl, en los brazos de las chinampas, libro de mi autoría. Para lo cual se decidió considerar al axolote como el hilo conductor, a fin de contar lo que está pasando en su entorno: el ecosistema de los canales de Xochimilco.
Por otro lado, se propuso resaltar la cultura ancestral mostrando la figura de los chinamperos como los guardianes de esta parte tan importante de nuestro país. Visité los canales, guiada por ellos, se denominan Chinampayólotl, se trata de un grupo en resistencia porque ha sobrevivido pese a la crisis ambiental.
El recorrido a ese hermoso valle verde recreado por ahuejotes, chinampas y canales, constató que los pobladores del lugar junto con científicos y biólogos son los únicos que se han preocupado por preservar a los axolotes. Los chinamperos han creado refugios que sirven para la reproducción y resguardo; se han preocupado en limpiar parte de los canales, y sembrar en las chinampas hortalizas y vegetales, a fin de curar el corazón de este lugar sagrado. Sin embargo, muchos de los axolotes siguen sin estar en su hábitat porque hay depredadores como la carpa y la tilapia, aunado a la contaminación que no permiten la libertad de los mismos.
Los chinamperos recuerdan que en la década de los setenta se inició un programa de gobierno que, bajo la bandera de acuacultura, se introdujo en los canales el pez carpa originario de China, cuyo platillo favorito son los huevecillos y larvas de axolotes. También recordaron que en los años ochenta, traídas de África entraron las tilapias, peces que, si bien no comen larvas, se reproducen superabundante, representando el 95 por ciento del lago. Aunado a lo anterior, se quiso hacer de Xochimilco un punto turístico de la ciudad de México, que poco a poco fue contaminándose por la falta de una cultura ambiental. Con el tiempo, la única forma de salvarlo ha sido reproducirlo en cautiverio; en laboratorios pertenecientes al Instituto de Biología de la UNAM donde los tienen en peceras, así como la construcción de refugios como la de los chinamperos, que puede ser una solución eficiente.
En el texto “La extinción del axolote en Xochimilco”, el doctor Luis Zambrano (Axolotiada, FCE 2017), explica que este anfibio logró convivir muy bien con la primera civilización. Es probable que lo haya beneficiado la forma de cultivo de los aztecas, siempre negociando con el humedal. Tuvo en los apantles una casa ideal para reproducirse; hallo plantas ribereñas y subacuáticas que eran sitios perfectos para protegerse de los depredadores y depositar sus huevos. Los apantles eran caldo de cultivo de sus alimentos predilectos: algas, insectos y peces pequeños. Se logró entonces una simbiosis hombre-axolote bastante productiva; se había creado el sitio ideal para que las poblaciones del anfibio crecieran exponencialmente. Se pregunta ¿Qué importaba que los humanos extrajeran algunos ejemplares para comerlos o curarse? En el periodo de la colonia la situación cambió. El centro político más importante del continente tuvo a mal instalarse en las riberas de su lago, y el axolote fue perdiendo espacios, sobrevivió a su capacidad reproductiva que le permite desovar entre 500 y mil 500 huevecillos en una sola puesta, que suele repetirse hasta cuatro veces por año. Si la cultura colonial hubiese promovido el desarrollo de una ciudad en convivencia con el humedal, el axolote mantendría salud poblacional. Desafortunadamente se escogió un modelo que veía el agua como enemiga. Se desecó la cuenca con tubos y drenajes profundos, lo que ha dejado a la capital sin agua suficiente. El primer golpe lo recibió en 1607 cuando se abrió el tajo de Nochistongo para evitar inundaciones. Desde entonces y por cuatro siglos ha visto cómo su hábitat se va quedando vacío. La drástica reducción poblacional inició en 1950, y desde entonces se mantiene.
El mito de Axólotl
Axólotl significa en náhuatl “Xólotl de agua”. Se ha traducido de diversas maneras: juguete de agua, monstruo acuático o gemelo de agua. También es el hermano gemelo de Quetzalcóatl, pero mientras éste es el gemelo precioso, Xólotl es monstruoso y deforme. En el museo de antropología se describe la leyenda de Xólotl que dice: “En el complejo ritual del dios Quetzalcóalt destaca la figura de Xólotl, su gemelo, peculiar deidad de aspecto perruno, que se identificaba porque el sagrado can luce numerosas arrugas y lleva un par de protuberancias de forma cuadrangular sobre la cabeza que lo asocian al fuego celeste”.
Anfibium: Museo del Axolote.
Registros de la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA), señalan que los ajolotes y los teporingos encabezan la lista de los animales que más mueren en los zoológicos de la Ciudad de México. Entre el 1 de abril de 2020 y el 28 de febrero de 2021, se reportó la muerte de 330 animales que habitaban en los tres recintos dedicados principalmente a la preservación de especies, Chapultepec, San Juan de Aragón y Los Coyotes, de los cuales 58 eran axolotes de diferentes subespecies, principalmente de Xochimilco, pero también de Toluca, Lerma y Pátzcuaro. Éstos representan 17.5% del total.
A partir de julio de este año, el Zoólogico de Chapultepec albergará el Museo del Axolote, se trata de un espacio de conservación y preservación que cuenta con siete peceras que simulan el hábitat de Xochimilco, donde se podrán ver los axolotes, así como otros animales endémicos del lugar como tortugas, acociles y charales. Asimismo, será sede de cuatro laboratorios de investigación en donde la gente va a poder ver, a través de un cristal, a los biólogos, médicos y veterinarios trabajando con los ajolotes y las peceras de tipo laboratorio. El acceso al lugar es gratuito.
El axolote es un singular y extraordinario animal que detiene su crecimiento al no crear metamorfosis, conocido como Neotenia. Ha sido estudiado por científicos nacionales y extranjeros, ya que se caracteriza porque puede regenerar ciertos órganos y miembros de su cuerpo (patas y cola).
En el país se encuentran 16 especies endémicas, que habitan principalmente en el Valle de México, Michoacán, Morelos y Puebla cada una de las cuales tiene un nombre propio; por ejemplo, la que habita en Xochimilco es Ambystoma mexicanum; la del Estado de México es Ambystoma lermaense, así como la velasci o nombrada así en honor del pintor José María Velasco, quien fue gran conocedor de estos ejemplares.
En “La extinción del axolote en Xochimilco” el doctor Zambrano, explica que este animal endémico de la cuenca central del país -es decir, que no vive ni ha vivido en ningún otro ecosistema- representa tanto para la ecología y cultura mexicanas que debería considerarse un emblema y motivo de orgullo. Sin embargo, señala el biólogo no es así porque no hay interés siquiera por saber qué tipo de animal es, “se le ha confundido con un pez, con una lagartija, renacuajo, sapo, pero es una salamandra, y contrario a lo que piensa mucha gente, no son reptiles sino anfibios”.
No hay que olvidar que la sobrevivencia del axolote es la nuestra. José Emilio Pacheco así lo sostiene con su poema “El axolote es nuestro emblema”. Asimismo, es parte de la historia narrada por Bernardino de Sahagún, seguido por Alexander Humbotl y Charles Darwin, entre otros, a su paso por nuestro territorio, y que escritores, poetas, pintores como Julio Cortázar, Octavio Paz, Juan José Arreola, Salvador Elizondo, Diego Rivera lo han inmortalizado en sus obras.
VIDEOS: CRÓNICA DE OAXACA.