El escalofriante misterio del COVID-19: ¿por qué a unos les afecta más que a otros?

*Hay personas que sufren con mayores consecuencias la enfermedad pero, en cambio, hay algunos que ni siquiera tienen síntomas.

Uno de los misterios más escalofriantes del COVID-19 es por qué algunas personas sufren síntomas moderados (o ninguno) mientras que otras mueren rápidamente, y los científicos están comenzando a desentrañarlo.

Un equipo internacional de científicos encontró que, en algunas personas con manifestaciones severas de la enfermedad causada por el SARS-COV-2, el cuerpo ataca una de sus propias defensas inmunológicas en lugar de al coronavirus.

La mayoría fueron hombres, lo que ayuda a explicar por qué el virus está afectando con mayor gravedad a hombres que a mujeres.

Y otro estudio indica que los niños responden mucho mejor que los adultos a la infección, gracias a células inmunitarias de “primera respuesta” cuya presencia va menguando con la edad.

Se trata de los más recientes en una serie de estudios que descubren múltiples facetas de la complicada reacción del sistema inmunitario que pueden influir en la balanza entre un buen y un mal resultado. Lo siguiente es determinar si esas nuevas pistas ofrecen maneras para intervenir.

“Tenemos el conocimiento y la capacidad de fortalecer realmente muchos aspectos del sistema inmunológico. Pero no debemos usar un mazo”, advirtió la doctora Betsy Herold, de la escuela de medicina Albert Einstein en Nueva York, coautora del estudio con niños.

Sumándose a la complejidad está el hecho de que los diversos grados de reacciones en las personas reflejan también otros factores, como lo saludables que eran antes de la infección y a cuánto virus estuvieron expuestas.

“La infección y lo que sucede después de la infección son algo muy dinámico”, señaló Alessandro Sette, científico del Instituto de Inmunología de La Jolla en San Diego, quien estudia otra parte de la respuesta inmunológica.

Defensa inmunitaria inmediata

El sistema inmunológico tiene dos unidades principales. La inmunidad innata es la primera línea de defensa del organismo. Apenas el cuerpo detecta a un intruso, moléculas importantes, como interferones y citocinas -estas últimas causantes de inflamación-, lanzan un ataque a gran escala.

Las células inmunes innatas también alertan a la unidad “adaptativa” más lenta del sistema inmunitario, los francotiradores específicos de gérmenes, para que esté preparada. Las células B comienzan a producir anticuerpos para combatir a un virus, proteínas a las que se presta bastante atención en la búsqueda de una vacuna.

Sin embargo, los anticuerpos no lo son todo. Otros elementos de la inmunidad adaptativa son las células T ‘asesinas’ que destruyen a las células infectadas con el virus, y las células T y B ‘de memoria’ que recuerdan una infección para actuar con mayor celeridad en caso de volver a encontrarse con el mismo germen.

Elemento ausente

Por lo general, cuando un virus invade una célula, proteínas llamadas interferones Tipo 1 entran en acción, defendiendo a la célula al interferir en el crecimiento viral. Pero nuevos estudios muestran que esas moléculas cruciales estuvieron básicamente ausentes en personas con manifestaciones severas de COVID-19.

Un proyecto internacional descubrió dos razones. En la sangre de casi mil pacientes con casos severos de COVID-19, los investigadores detectaron que uno de cada 10 tenía lo que se conoce como auto-anticuerpos —anticuerpos que erróneamente atacan a esos que combaten al virus.

Particularmente sorprendente fue que 95 por ciento de esos pacientes con este padecimiento fueron hombres, pese a que las enfermedades autoinmunes son más comunes en las mujeres.

Los científicos no encontraron las moléculas dañinas en los pacientes con manifestaciones leves del COVID-19 o en asintomáticos.

En otros 660 pacientes enfermos de gravedad, el mismo equipo detectó que 3.5 por ciento tenían mutaciones genéticas que no producían interferones Tipo 1.

Cada una de esas vulnerabilidades silentes fueron suficientes para inclinar la balanza en favor del virus en la parte inicial de la infección, aseveró el doctor Jean-Laurent Casanova, genetista de enfermedades infecciosas en la Universidad Rockefeller en Nueva York, que codirige el COVID Human Genetic Effort.

El especialista recibe paga del Instituto Médico Howard Hughes, que también ayuda a financiar al Departamento de Salud y Ciencia de The Associated Press.

Ciertos interferones son usados como medicamentos y actualmente están siendo estudiados como un posible tratamiento para el COVID-19. El descubrimiento del auto-anticuerpo añade otro factor a considerar.

Acelerada inmunidad infantil

Se desconoce el motivo por el que los niños aparentemente corren menos riesgo frente a esta enfermedad. Sin embargo, ocasionalmente enferman lo suficiente para ser hospitalizados, dándole al equipo de Herold la oportunidad de comparar 60 adultos y 65 niños y adolescentes en el sistema de Salud Montefiore de Nueva York.

Los niños produjeron niveles mucho más altos de ciertas citocinas que figuran entre los primeros elementos del sistema inmunitario innato en responder a una infección.

Cuando se activa la siguiente fase del sistema inmunitario, tanto adultos como menores crearon anticuerpos que atacaron al coronavirus. Aquí el problema: la reacción inmunitaria adaptativa en los adultos fue más del tipo que puede disparar una reacción inflamatoria excesiva.

Los hallazgos dejan entrever que la enérgica reacción inicial de los menores permite que su sistema inmunitario se adelante al virus, disminuyendo la posibilidad de una reacción exagerada “y eso es lo que los protege”, señaló Herold.

¿Inmunidad preexistente?

El coronavirus que causa el COVID-19 es nuevo para los humanos. Sin embargo, el equipo de Sette estudió muestras sanguíneas que fueron almacenadas en refrigeradores antes de la pandemia y encontraron que contenían algunas células T de memoria que reconocieron una pequeña porción del nuevo virus en pruebas de laboratorio.

“Puedes decir que se trata de una célula T experimentada. Ya ha estado en combate”, expuso Sette. Investigadores en Alemania, Gran Bretaña y otros países hicieron hallazgos similares.

El nuevo coronavirus tiene primos que causan hasta el 30 por ciento de los resfriados ordinarios, así que los investigadores creen que esas células T podrían ser vestigios de catarros anteriores.

Sin embargo, a pesar de las conjeturas “aún no sabemos” que tener esas células T signifique alguna diferencia en quien se enferma gravemente de COVID-19, subrayó Rory de Vries, coautor de un estudio en Holanda que también encontró ese tipo de células T en muestras antiguas de sangre.

Todos estos hallazgos requieren una comprensión más profunda de las innumerables formas en que algunas personas sean más susceptibles que otras.

“Necesitamos observar ampliamente y no apresurar conclusiones sobre alguna faceta en particular del sistema inmunitario”, expresó el inmunólogo de la Universidad de Stanford, Bali Pulendran.

También encontró algunas células inmunitarias innatas “en un estado de hibernación” en adultos gravemente enfermos y está buscando diferencias antes y después de que las personas enfermaran.

Pero “no solo se trata del sistema inmunitario”, advirtió la doctora Anita McElroy, experta en inmunidad viral en la Universidad de Pittsburgh, quien sigue minuciosamente la investigación. ¿Una forma de decir de antemano quién corre mayor riesgo? “Aún estamos muy, muy lejos de eso”.

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