El maneje del peje

Juan Manuel López García

“Si quitamos máscaras a nuestros semejantes, descubriremos sus truculencias con las que actúan” Manolo

Andrés Manuel López Obrador es una persona contradictoria, sus expresiones verbales afirman lo que su conducta niega, sus afirmaciones y negaciones se oponen unas a otras y recíprocamente se destruyen (así define la RAE la palabra contradicción).

Como político es demagogo, populachero, intolerante, autócrata con un estilo rancio de liderazgo que base su “ideología” en discursos y spots rupestres, le basta proferir una frase simple que al repetirse miles de veces provoca adhesiones sin que se le pueda cuestionar ni objetar la viabilidad de las mismas, mucha gente le cree lo que dice sin importarles que sean burdas promesas de campaña o contradicciones políticas morales imposibles de cumplir.

Entiendo que haber participado en la campaña del poeta Carlos Pellicer candidato a senador en 1976, marcó su vida política y su convicción por la justicia social, pero utilizar a los pobres únicamente como bandera de campaña o tema de discurso, hacerles creer que si gana por ese solo hecho la pobreza se va a acabar es un discurso demagógico que raya en la ingenuidad, en el cinismo o en la paranoia.

A juzgar por sus hechos y por sus mensajes se trata de una paranoia pues la perturbación fija que transmite en clichés como “primero los pobres”, “no robar, no mentir, no traicionar”, “acabar con la corrupción”, “la mafia del poder” y algunas frases más que utiliza de manera sistemática como una forma de sumar votos sin importarle que sean mentiras o que engañen o confundan.

Al destacar algunos rasgos de los populistas, Krauze señala que el carisma lo es todo, ya que el líder es un profeta, un mesías y un guía; su personalidad y el culto a ella envuelve el mérito y lo potencializa; afirma que el populista siempre cree tener la razón y se considera infalible, usa libremente los recursos públicos, alienta la lucha de clases, moviliza a las masas, se siente inmune a la crítica y desprecia el orden legal.

Esta descripción parece definir con precisión a López Obrador, un mesías al que le encanta el culto a su persona, que cree tener siempre la razón, que se encoleriza cuando se le cuestiona, que no acepta ningún tipo de crítica, que es irascible al debate, que vive y espera seguir viviendo con recursos públicos, que siente estar más allá de las leyes y que desprecia de manera ostensible a quienes no son o no piensan como él.

Quizá su rasgo definitorio sea la intolerancia, un pequeño detalle lo muestra cabalmente a él y a sus allegados les irrita que se le mencione como López, ¿acaso a Meade o Anaya no se les llama con un solo apellido?

Su insistente y reiterativa proclama de ser persona honesta es contradictoria ya que está rodeado de muchos corruptos a quienes no sólo defiende, perdona y purifica sino que les acepta su contribución monetaria, los impone como candidatos y les ha prometido puestos prominentes en su eventual gobierno.

Sorprende que quienes compiten contra él no han expuesto de manera clara y contundente su contradictoria situación fiscal, no es lógico que quien aspira a gobernar a 125 millones de mexicanos, manifieste que no tiene bienes, ingresos propios, cuentas bancarias, tarjetas de crédito, y algo importante, ¿durante cuántos años no ha presentado su declaración anual de impuestos?

Una contradicción personal, nunca lo he tratado, pero tengo la impresión de que en su vida privada López Obrador es una persona bien intencionada, con buenos principios, de vida familiar estable, agradable en su trato (como los buenos tabasqueños) y de manera ingenua acepto que su ambición no es acumular riqueza.

Lástima que estas cualidades personales estén en contradicción con su estilo político tortuoso, arrogante, carente de prudencia y falta de ecuanimidad y adolezca de educación (en el debate se retiró sin despedirse).

La desconfianza que existe es que nadie sabe que determinará el cauce de sus acciones, su compromiso con la justicia social o el odio político y el resentimiento ya de 65 años de vida, es duda que mantiene en zozobra a la mayoría de los mexicanos y con la declaración de Paco Taibo II que expropie empresas que no estén de acuerdo con él, es prueba de sus dos caras y confirman el maneje del peje.
Twitter:@ldojuanmanuel

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