Salvador Flores Durán
Oaxaca.- La Guelaguetza, la gran fiesta de Oaxaca, superó la crisis. Demostró que su gente es mucho más grande y fuerte que sus problemas. La fiesta del Primer Lunes del Cerro fue un éxito con un auditorio repleto en el Cerro del Fortín, e incluso con mucha gente se quedó sin poder ingresar al coloso para disfrutar la música, tradiciones, danzas, bailes, sones y chilenas que deleitaron a miles de asistentes.
En la presentación de la delegación de Pinotepa Nacional, con el verso de una de sus fogosas y morenas mujeres, podría resumirse la situación de Oaxaca: “Ay güero, tú ya andas a gatas y yo pongo condición, que el que quiebre la piñata tenga mucho pantalón, que esté maciza la reata y que no reviente al jalón”.
La fiesta de la Guelaguetza resiste, perdura, a pesar de un clima social de encono, crisis económica y delincuencia, con un conflicto magisterial que dobló a los gobiernos federal y estatal, pero no a la Guelaguetza, exitosa fiesta a la cual hasta la Sección 22 del SNTE trata de copiar, mal, igual que la calidad de la educación.
El auditorio vibró, repleto, con la música, los sones y chilenas de las delegaciones que pusieron todo su amor y tradición en la interpretación de sus danzas y bailes, con el regalo de sus productos tradicionales de cada región.
Es la última Guelaguetza que encabeza en su gobierno Gabino Cué, y el entorno de la fiesta reflejó la incertidumbre, pero a pesar de todo fue un éxito, pasmosa demostración de que las culturas de los pueblos de Oaxaca van a sobrevivir a cualquier embate, porque la hermandad de los pueblos se expresa en esta celebración multicolor llena de magia, picardía, belleza y arte, aunque se trate de un espectáculo realizado especialmente para traer turismo y derrama económica.
La edición vespertina culminó con fuegos artificiales multicolores que iluminaron una hermosa noche con las Chinas Oaxaqueñas bailando el jarabe del Valle, como un mensaje de que en Oaxaca la fiesta no se acaba, y que ningún problema será tan grande como su cultura, su hermandad y sus tradiciones.
La fiesta empezó con la música de la chirimia, sonó el Caracol y los tambores anunciando la entrada de la diosa Centeotl, seguida de las chinas, a quienes le siguieron la delegación de Loma Bonita con su fandango.
“Les traemos la dicha del corazón”, dice el versador ante un auditorio ya repleto y las bellas mujeres de Loma Bonita hacen aplaudir a todos los asistentes que ovacionan a la delegación de la otrora “capital mundial de la piña”.
Los arrieros, los Rubios de Juxtlahuaca con su “inigualable danza” se hizo presente con sus chaparreras cubiertas de crines de caballo y sus chamarras de cuero, con sus máscaras y paliacates, y zapateando hacen la delicia de los presentes.
San Antonino Castillo Velasco llegó con La Dote y el tercer día de Fandango, cuando el hijo varón de la familia se casa y las cocineras salen al patio a romper todos los utensilios de cocina que se usaron para preparar el mole y todos los alimentos que se dieron en la fiesta. “Hay fiesta en Oaxaca y en nuestros corazones” dicen los versadores al cumplirse 60 años de la participación de esta delegación en la Guelaguetza.
Luego, el Jarabe del Valle deslumbra a los asistentes con la gracia de las mujeres del Valle y con hombres gallardos forjados en el trabajo y en el arte. El alma vibra en esta fiesta y el guajolote es paseado en hombros mientras el olor a incienso llena el ambiente del coloso del cerro del Fortín.
Huautla de Jiménez trae a la Guelaguetza el Recibimiento de los novios, y los hombres portan trajes tradicionales y collares de flores blancas en el cuello, Bailan sus sones tradicionales de la tierra de María Sabina, la sacerdotisa de los hongos, llegados desde las montañas más altas de Oaxaca.
Luego le siguió la soberbia Danza de la Pluma de la delegación de Teotitlán del Valle, que asombra a los presentes con el colorido de sus penachos de plumas multicolores y llenos de espejos, con danzantes que simulan el movimiento de los astros en el firmamento. Soberbia y elegante, se trata de una de las danzas de conquista, expresión ritual en Teotitlán del Valle.
Mientras, en el palco principal el gobernador Gabino Cué, junto a la Diosa Centeotl, parece ausente, dialogando distraído con el exsecretario de Turismo, José Zorrilla de San Martín Diego, quien renunciara al cargo luego del frustrado proyecto del Centro de Convenciones que se ubicaría al lado del hotel del cual es socio.
La llevada del Guajolote se presenta con la delegación de Ocotlán de Morelos, tierra del pintor Rodolfo Morales, en el que se representa a los invitados y familiares que bailan con los guajolotes para el mole de la fiesta.
Miahuatlán de Porfirio Díaz presentó el Palomo miahuateco, que se ejecuta con música popular, antigua y anónima trasmitida de generación en generación de forma oral. El Palomo es un baile que representa el cortejo y la fertilidad de las mujeres. El auditorio vibra en la espléndida tarde, con el colorido y el espíritu festivo de los Valles Centrales.
Luego vino la majestuosidad de Flor de Piña con sus mujeres hermosas engalanadas con sus huipiles multicolores, ante miles de espectadores asombrados con la belleza y el colorido de las regiones de Oaxaca.
San Juan Bautista Tuxtepec no contaba con un baile característico, por lo que en 1958 el gobernador del estado envío a Tuxtepec la partitura de la melodía “Flor de Piña” y la profesora Paulina Solís Ocampo crea la coreografía que representa la alegría de la mujer por la buena cosecha de piña en esa región.
Las bellísimas mujeres portan los huipiles de San Felipe Usila, Soyaltepec, San Lucas Ojitlán, Jalapa de Díaz, San Pedro Ixcatlán y Valle Nacional.
La Delegación de San Andrés Huaxpaltepec presenta la Mayordomía de San Andrés y el Fandango de Cajón, y luego, de pie, los asistentes reciben cantando a coro a la delegación de Huajuapan de León. El alma de los presentes vibra de orgullo y nostalgia con la Canción Mixteca, que se ha convertido en uno de los himnos más reconocidos de los oaxaqueños en el mundo.
Sola de Vega se presenta con sus hombres trabajadores y bailadores, donde las mujeres zapatean con sus hermosas faldas multicolores, bailan chilenas y sones. “El toro pinto hijo de la vaca mora, aquí lo voy a torear delante de esta señora”, y “Me duele el alma de tanto amar, también de dolor se canta cuando no se puede llorar”, canta el versador.
La delegación de San Blas Atempa, del Istmo de Tehuantepec, presentan las Velas de Santiago Apóstol, y luego irrumpen en la gran fiesta las morenas pícaras y sensuales de la Costa Chica, con sus sones y chilenas de la Villa de Cacahuatepec. Llegan con su picardía y fuerza en el zapateado. Morenas con trenzas y listones multicolores arrancan la ovación de los presentes al zapatear con donaire y sensualidad.
La morena de Cacahuatepec canta su pasión por la fiesta y por la vida: “Cacahuatepec está presente, tierra de las polvaredas, viva el sol, viva la luna, que viva la luz del día, donde están los costeñitos nunca falta la alegría. Bailando el jarabe el Arriero me regreso a Villa Juárez, donde se baila la chilena y también los doce pares, y me voy a despedir gustosamente vivan nuestro sones Cacahuatepec valiente”.
La delegación de Pinotepa Nacional, “bendito pueblo encantado”, llega con sus sones y chilenas y “su canto inmortal”, para hacer la delicia de los asistentes al son de “Viva la Costa con Pinotepa”, y presentan sus bailes que tienen una gran influencia de los grupos negros e indígenas, pero esencialmente mestizos.
La delegación de Pinotepa arrancó aplausos con sus pícaros versos: “dicen que no se de amor porque me ven muy chiquito, ya me emplumaron las alas y canta mi pajarito, y aunque no me lo veas muy grande, pero se menea bonito”, dice el versador.
Sin embargo, la mujer contesta: “todo por servir se acaba sólo queda un recuerdito, el pájaro que cantaba ya se quedó silencito, un día se te iba a acabar, mi negro, qué esperabas papacito”.
Otra de las parejas siguen con los versos, mientras el auditorio ríe de la picardía: “Soy gallo de corral, semental de sangre fina, tengo buenos espolones pa pisar esta gallina, ya quedarás bien contenta cuando me tengas encima”.
“Eres gallo de rancho, de esos coloradotes, que no te peleas con otros porque estás bien pesadote, lo que dices tú, lo harás mi negro cuando te salga bigote”.
Nuevamente, los oaxaqueños de todas las regiones se hermanaron con la música, el baile y el colorido de sus tradiciones.