Jesús Revueltas
Oaxaca.- El candidato a gobernador de la Coalición CREO, José Antonio Estefan Garfias es ampliamente conocido como “Turco” en Tehuantepec, donde vivió su familia, dedicada la venta de ropa y al agiotismo, y fue ésta última actividad el origen de la fortuna familiar.
Estefan Garfias dice ser muy oaxaqueño, pero oculta sus orígenes a los electores después de 35 años de ser un consumado burócrata especialista en vivir del presupuesto con las asentaderas pegadas a cómodos sillones.
En Tehuantepec, dicen los shuanas, en todo el tiempo que ha vivido colgado del presupuesto estatal, no ha puesto ni una piedra, “no ha hecho nada por la que dice es su segundo corazón”.
Por el contrario, muchas familias recuerdan la actividad agiotista de su familia porque gracias a ella perdieron terrenos, casas, propiedades, joyas y todo tipo de artículos, porque dicen que “puede ser que sí quiera a Tehuantepec, pero ama más el dinero”.
Quien quiera saber de los orígenes de Estefan Garfias puede darse una vuelta por Santo Domingo Tehuantepec y encontrará las huellas de la riqueza familiar que se fundó en la desgracia de otras familias tehuanas.
Estefan Garfias está tan acostumbrado a mentir que hasta en la Wikipedia detectan sus falsedades: “En este artículo sobre política se detectaron varios problemas, por favor, edítalo para mejorarlo. Su redacción actual parece estar escrita a modo de publicidad. Carece de fuentes o referencias que aparezcan en una fuente acreditada”.
Tampoco se encuentra en esa publicación su relación más que estrecha con el exgobernador Diódoro Carrasco Altamirano, actual panista Secretario General de Gobierno en Puebla al servicio de las aspiraciones presidenciales de Moreno Valle, a quien conoció en sus años de estudiante en el ITAM.
A partir de esa amistad empezó a transcurrir la biografía política de Estefan Garfias, quien fue coordinador de la campaña de Carrasco Altamirano, con quien fue Secretario de Finanzas, Secretario General de Gobierno, dirigente estatal del PRI y presuntuoso delfín a la gubernatura, enfundado en elegantes y carísimos trajes al estilo de su patrón y amigo cercanísimo.
Carrasco, el mayor represor de perredistas en Oaxaca, y en cuyo gobierno ocurrió el mayor número de asesinatos de perredistas, tuvo en Estefan Garfias su alter ego. Identificados en todo, en su faceta represora y en su afición a los grandes lujos y otras cosas.
Para que Estefan Garfias, quien no se distinguía por su identificación con las causas populares, ganara la primera elección a diputado federal, Carrasco mandó a encarcelar a José Alfredo López Ramos, entonces candidato a diputado federal por el partido del llamado Ferrocarril.
El historial del flamante candidato a gobernador de la coalición conformada por los partidos de la Revolución Democrática y Acción Nacional, habla de su paso intrascendente por todos los cargos que ocupó, donde se dedicó a navegar con bandera de listo, porque nadie recuerda algún logro que haya repercutido en beneficio de la ciudadanía durante su larga historia de burócrata.
Cualquier político que se respete, con tantos años en el servicio público y cargos de representación popular, por si sólo sería sin duda un gran candidato a gobernador, contaría con un capital político propio.
Por el contrario, Estefan Garfias le debe prácticamente todo a Carrasco Altamirano, Ulises Ruiz y Gabino Cué, pro sobre todo al primero, a quien lo unen lazos que van más allá de la amistad y los negocios.
La candidatura de Estefan Garfias no significa nada más que la continuidad del diodorismo, de un sexenio que ha hundido a miles de Oaxaqueños más en la pobreza y que ha destrozado la economía estatal dejando una herencia de endeudamiento estatal, donde además, no hay obra que justifique el “gasto” de miles de millones de pesos que el estado ha recibido de la Federación.
Este continuismo significaría nada más otros seis años del agiotismo y de enriquecimiento de los cuates.