Ciudad de México 15 de noviembre de 2017.- El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) es el agente causal del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida). Según el Boletín de Atención Integral de Personas con VIH, publicado por el Centro Nacional para la Promoción Control del VIH y el SIDA, desde 2016 se registran en México 210 mil adultos infectados con VIH, de los cuales 166 mil son hombres (79 por ciento) y 44 mil mujeres (21 por ciento).
De esta cantidad, solo un total de 82 mil 960 personas reciben tratamiento retroviral en la Secretaría de Salud. El porcentaje de personas que no saben que están infectadas es de 37 por ciento, según los últimos datos registrados en 2015. Las estadísticas muestran que a pesar de las campañas de prevención, las conductas preventivas no han prevalecido en la población. El doctor Rolando Díaz Loving, de la Unidad de Investigaciones Psicosociales de la Facultad de Psicología de la UNAM, ha desarrollado investigaciones para explicar el fenómeno a través de una teoría integral.
“En los años ochenta, aparecieron las campañas de información y estas campañas básicamente tenían una perspectiva particular: los conocimientos cambian conductas. Se da el conocimiento y tendrán las conductas correctas. A unos años después, las investigaciones mostraron que la gente ya sabía qué era el VIH, cómo se transmitía y qué se podía hacer. Pero la pregunta en el área de evaluación no es si hay o no más conocimientos, es si los conocimientos tienen algún impacto en las conductas”, comentó el catedrático.
Etiología y epidemiología del síntoma
El virus y sus efectos en la salud fueron reconocidos en Estados Unidos en el verano de 1981, después de reportarse un caso con neumonía por un hongo patógeno (Pneumocystis jiroveci) y del sarcoma de Kaposi en el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
“El VIH apareció en los centros de salud porque llegaba gente con una serie de síntomas, y una serie de síntomas en donde tiene una serie de reacciones, y cada vez que se le daba un medicamento no respondía. Desde la perspectiva de la medicina, lo primero que se trata de hacer es ver la etiología del fenómeno. El primer paso es identificar cuál es el agente causante y qué es lo que está provocando esta serie de síntomas”, comentó Díaz Loving en el seminario Complejidad y Salud.
La etiología del síntoma consistió en encontrar las causas del sida, la identificación del virus y sus formas de transmisión. Los meses en los que se llevó a cabo este proceso, se detectó que varios de los pacientes infectados habían sido usuarios de drogas intravenosas y poco después en receptores de transfusiones sanguíneas y en hemofílicos.
A medida que el patrón epidemiológico de la enfermedad era evidente, se consideró la presencia de un agente infeccioso transmisible por contacto sexual y sangre. Posteriormente, se planteó la solución a la problemática del creciente número de infectados, por lo que fue inminente encontrar una solución enmarcada en dos vías. La primera consistió en la creación de una vacuna para proteger al ser humano de cualquier contagio del virus y la segunda en promover campañas de prevención del contagio.
En el caso de México, se encontró que a finales de los años ochenta la población contaba con información errónea o insuficiente acerca del VIH, por lo que se consideró la realización de programas que instruyeran a la población acerca del virus y las medidas de prevención de contagio. Los niveles de conocimiento en cuanto a la etiología (características del virus y formas de transmisión) mostraron niveles de 80 a 90 por ciento; sin embargo, el incremento del conocimiento no hizo distinción en las conductas preventivas.
El experto detalló que la epidemiología del síntoma consta de la identificación y descripción de individuos infectados, para después poder determinar los factores de transmisión y patrones de la población. Los datos obtenidos en una investigación a estudiantes de preparatoria donde hay 95 por ciento de conocimiento, se les preguntó con qué frecuencia usaban el condón. Lo que se encontró es que hay parejas regulares y parejas ocasionales. En 41 por ciento de los casos no usaban preservativo. En un estudio posterior, centrado en una población mayor de 644 estudiantes de la UNAM de diferentes facultades, se encontró que alrededor de 41 por ciento nunca había usado protección.
Los resultados arrojados abrieron camino para la incorporación de otras variables y conceptos socioculturales, entre los que se puso atención a las creencias, normas sociales y familiares, actitudes y percepciones.
Perspectiva de la teoría de acción razonada
La teoría de acción razonada aplicada en el caso de conductas preventivas para el VIH busca predecir y al mismo tiempo explicar la conducta de uso de condón en la población mexicana. Persigue el objetivo de ser un modelo explicativo de actitudes que incluya los conceptos y variables medibles de la hipótesis de interrelación entre la conducta deseada y sus antecedentes psicosociales.
La teoría detalla que la intención de realizar una conducta depende en función de la actitud hacia la conducta y de un factor social denominado norma subjetiva, el cual se refiere a la presión social a favor o en contra de una conducta particular.
“Los mejores predictores de la intención conductual son dos: la actitud conductual, específicamente cuál es la actitud al realizar esta conducta en este momento; y una variable llamada la norma subjetiva, lo que piensan otras personas importantes para mí sobre ese tema. Las actitudes conductuales están construidas sobre creencias. La creencia es la parte cognoscitiva de la actitud. Y la norma subjetiva está construida sobre la motivación conductual. La motivación a complacer y la motivación conductual, las creencias predicen actitudes conductuales que, a su vez, predicen las normas subjetivas y estas a su vez predicen la intención conductual que es el mejor predictor de la conducta”, explicó el investigador.
El doctor expuso los resultados de sus investigaciones en el seminario de Conducta y Salud en el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM. En ellas determinó que los individuos con condiciones personales estables tenían mayor control interior y, por lo tanto, impacto en los patrones conductuales de riesgo y prevención. Por otra parte, las personas que se inclinaban por conductas hedonistas, aunque percibían mayor riesgo de contagio de VIH, prevalecía en sus acciones conductas de alto riesgo.
Díaz Loving concluyó que las investigaciones en el campo de la psicología social deben prevalecer, pues considerando las estadísticas de los contagios de VIH y su creciente población, se deben hacer más estudios para determinar los componentes psicológicos, sociales y culturales que se interponen en las conductas preventivas, con el fin de disminuir los contagios y el uso de preservativos.