Ana Luisa Guerrero
Ciudad de México.- Un problema que no se conoce a fondo difícilmente tendrá solución, y este podría ser el caso de la frontera sur de México, sitio por donde ingresan migrantes centroamericanos con el propósito de llegar a Estados Unidos, pero cuyo destino es incierto.
Ante el alto volumen de migración centroamericana, especialmente de niños no acompañados, en 2014 Estados Unidos declaró una crisis humanitaria en su frontera con nuestro país, a partir de lo cual en nuestro territorio se implementó el Programa Frontera Sur con el propósito de atender y controlar el flujo migratorio proveniente de Guatemala, Honduras y El Salvador.
El Observatorio de Legislación y Política Migratoria de El Colegio de la Frontera Norte (Colef) ha documentado la reducción de detenciones en la frontera sur de Estados Unidos y el incremento de estas en los cruces fronterizos de México.
El reporte Programa Frontera Sur o la política de persecución de migrantes en México analiza y compara los datos públicos del Instituto Nacional de Migración (INM), de la Patrulla Fronteriza y el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, destacando en 2015 una reducción de 42 por ciento de menores migrantes no acompañados y de familias con niños; en tanto a diciembre del mismo año en México hubo un crecimiento de 14 por ciento en las detenciones de migrantes como parte del Programa Frontera Sur.
Este ejemplo muestra la necesidad de conocer el fenómeno desde múltiples áreas del conocimiento, a fin de que los tomadores de decisiones cuenten con herramientas en torno al tema.
La doctora Melissa Ley Cervantes, investigadora del Departamento de Estudios de Población del Colef, conformó el informe 20 temas actuales y relevantes sobre la migración en México, en el que presenta las particularidades de la frontera sur del país.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, señala que esta zona está invisibilizada del imaginario colectivo porque cuando se habla de la frontera se piensa en lo que pasa en Tijuana y no lo que ocurre en el río Suchiate.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Qué análisis hace en torno a la problemática existente en la frontera sur?
Melissa Ley Cervantes (MLC): Es un fenómeno que siempre ha existido y que no va a terminar, pero ha habido una serie de políticas de gobierno que han visibilizado la existencia de una frontera en el sur de nuestro país por la que está entrando muchísima gente.
Creo que la diferencia entre la frontera sur y la frontera norte es que esta última tiene imágenes muy específicas, como que tienen el muro y Patrulla Fronteriza, imágenes que están muy metidas en el colectivo imaginario mexicano. Y parece que la frontera sur no la conocemos porque además es muy porosa; llegas a la frontera sur de México y no sabes dónde estás parado, si estás en Chiapas o en Guatemala.
AIC: Es peculiar esta frontera porque lo que divide es el río.
MLC: Sí, el río tiene niveles, en época de lluvia está hasta arriba y la siguiente semana puede estar seco y cruzas como si nada. Y hay gente, a mí no me ha pasado, que dice que está en Guatemala y no se dio cuenta cuando llegó a México, por lo tanto no es raro que ahora haya programas que traten de controlar lo que pasa en esa frontera.
De ahí que ha llamado mucho la atención el Programa Frontera Sur, pues por las características de la zona no se pueden ni deberían tenerse el mismo tipo de políticas como levantar un muro.
AIC: ¿Quién tiene el control de la frontera sur?
MLC: Ahorita podría discutirse qué tanto hay una lucha territorial de la frontera. Hay intentos por parte del gobierno mexicano para establecer controles de entrada, por ejemplo que se estén dando documentos a los migrantes que están entrado, especialmente a los guatemaltecos y para razones muy específicas; pero también es cierto que por las condiciones topográficas y geográficas de la frontera, es muy complicado y a eso súmale que tienes una transnacionalización de muchas cosas, entre ellas el crimen organizado, es muy complicado que un grupo o un gobierno tenga el control.
AIC: ¿En la frontera sur de México son las organizaciones no gubernamentales las que más apoyo dan a los migrantes centroamericanos?
MLC: Es impactante que los reportes de ayuda que se tienen son bajísimos en comparación con la cantidad de migrantes que vienen. La realidad es que no nos estamos dando abasto en dar asistencia a los migrantes, además quienes la están dando son albergues, casas de migrantes y lugares manejados por organizaciones religiosas, como la Red Jesuita de Migrantes.
Lo más llamativo es que los migrantes no están reportando haber recibido mucha ayuda, lo cual contrasta con esta idea que en México se le da la bienvenida a los migrantes y que es muy cálido en la recepción.
AIC: Por parte del gobierno, ¿qué políticas existen para asistir a los migrantes?
MLC: Están los Grupos Beta pero también hay varios programas que están muy focalizados, como las brigadas de salud y los programas de repatriación. En el caso de los migrantes guatemaltecos y beliceños, el gobierno mexicano tiene un esquema para documentar a quienes llegan a nuestro país otorgando las tarjetas de Visitante Regional para las personas que vienen por menos de 48 horas a visitar a sus familiares, de paseo o en busca de trabajo.
Para los mexicanos que regresan al territorio está el programa Bienvenido Paisano.
AIC: ¿En la frontera sur y en parte del territorio nacional se presenta discriminación hacia los migrantes centroamericanos?
MLC: Creo que si existiera en México un proceso de reflexión en torno a la discriminación a los migrantes centroamericanos como la que se ha dado en torno a los mexicanos en Estados Unidos, la situación sería otra pero es algo que ni siquiera se está discutiendo, eso habla del poco interés a los migrantes de Guatemala, Honduras y El Salvador porque en México el migrante que cuenta es el mexicano que se va al norte.
Hablando más a nivel de sociedad, hay mas empatía por supuesto de los que estamos desde la academia y de la sociedad civil, pero en general la gente no es muy receptiva a ellos.
AIC: ¿Qué recomendaciones hacen desde la academia para optimizar el paso de migrantes desde el sur?
MLC: Lo primero que hay que destacar es que por las características del trayecto, los migrantes centroamericanos son personas que quieren pasar desapercibidas e invisibilizarse, y ese es un gran problema porque entre más invisible eres más vulnerable estás.
Si el Estado no sabe que estás ahí y desapareces, es como si no hubieras existido nunca. Creo que debe haber un proceso de visibilidad, probablemente con facilidades en cuanto a documentos, y tendría que haber una vigilancia de quiénes están entrando al país y cómo lo están haciendo.
No abogaría por una política de fronteras cerradas, sino por intentar visibilizar y proteger a quienes están ingresando y puede ser una visión muy optimista desde la comunidad de la academia, pero creo que dando nombre y apellido, documentando quién está entrando y quién está saliendo, podemos tener mayor control.
En este proceso no solo es una obligación del gobierno mexicano, sino también tendrían que ver los países de origen como Guatemala, Honduras y El Salvador, porque lo que sucedió en Estados Unidos con los migrantes mexicanos fue que se creó una red de consulados muy grande que daban presencia y visibilizaban a la población mexicana.
AIC: ¿De dónde surge su interés de dedicarse a este tema?
MLC: En frontera sur en específico fue mucha casualidad; migraciones en general que es el tema amplio en el que estoy metida es un asunto hasta familiar. Yo estudié en Europa en un momento en que se rechazaba a los migrantes que estaban llegando al territorio, y era muy llamativo ver cómo en las sociedades se estaban dando discusiones acerca de a quién o no se le daba derecho a estar. Comencé a estudiar las migraciones internacionales justamente pensando en esto.
En el caso mexicano y concreto de la frontera sur, lo que me llama mucho la atención es que todavía está bastante invisibilizada del imaginario colectivo. Nos cuestiona mucho como sociedad y como país enfrentar el fenómeno por la forma en que estamos recibiendo a estas personas, por el tipo de políticas públicas que estamos permitiendo que se formulen, la ayuda que estamos dando y sobre todo cómo los construimos en el discurso público.
Lo encuentro apasionante y a veces desesperanzador, me rompe el corazón porque es muy complicado ver y escuchar discursos en torno a la migración, particularmente cuando se trata del hondureño que va encima del tren o la guatemalteca que quedó varada en Chiapas.
Estudios sociales para visibilizar la frontera sur
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