Intelectuales consideran su muerte como una pérdida para la cultura zapoteca y el mundo de las letras
A nombre de la Secretaría de las Culturas y Artes (SECULTA), su titular, Alonso Aguilar Orihuela lamentó el fallecimiento de Víctor de la Cruz, poeta, traductor, investigador, lingüista, historiador y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), quien falleciera este miércoles en la capital de Oaxaca.
“Fue una persona muy cercana a procesos sociales importantes vividos en Oaxaca como la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo de Tehuantepec (COCEI), a otros artistas oaxaqueños como Francisco Toledo, una persona que se preocupó durante toda su vida por defender la valía de la cultura zapoteca”.
Aguilar Orihuela describió al escritor como “un autor inteligente, un autor que tocó aspectos sociales, literarios y académicos en su creación, reconocida incluso a nivel nacional por instituciones como el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).
Elisa Ramírez Castañeda, poeta, socióloga, traductora e investigadora de campo, expresó que De la Cruz fue “defensor de la conciencia étnica y la zapotequidad, un término que él creó y defendió. Era una persona conocedora, terca y necia con quien me peleé muchas veces pero con quien también trabajé en muchos proyectos como la Casa de la Cultura (de Juchitán) y en la formación de muchos jóvenes”.
“Es cierto que a pesar de los pesares las generaciones más jóvenes ya no se interesan en hablar el zapoteco, pero el trabajo de Víctor no se pierde con ello ni con su partida, ya que él aportó mucho más a la identidad del hablante de zapoteco del Istmo que muchos obligados a hacerlo”, destacó Ramírez Castañeda.
La poeta Natalia Toledo, señaló que “con la muerte de Víctor de la Cruz nos quedamos huérfanos de uno de los grandes conocedores de la cultura zapoteca, fue también una voz crítica para los que ostentan el poder en Juchitán y venden las parcelas del territorio zapoteca”.
Por su parte, el escritor Manuel Matus dijo que De la Cruz “era nuestro amigo y el principal hombre de cultura en Oaxaca en la actualidad, sentimos muchísimo su pérdida”.
“Es una pérdida fuerte, era un hombre de ideas que estaba en proceso de trabajo fecundo, un hombre muy sensible y polémico, trabajamos juntos, su pérdida la van a resentir especialmente las letras, no abundan en el medio personas con esa hechura” expresó el historiador Francisco José Ruiz Cervantes.
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Víctor de la Cruz nació en Juchitán de Zaragoza, cursó la licenciatura en Derecho y un doctorado en Estudios Mesoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y se distinguió como un destacado protector de su cultura zapoteca.
Se desempeñó como académico en su alma máter y en diversas instituciones como el Instituto Tecnológico del Istmo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Centro de Investigación y Desarrollo “Binnizá” A. C. y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
En el Instituto Tecnológico del Istmo, fue profesor de Filosofía, Historia y Redacción de 1974 a 1979, y maestro en el programa de formación profesional de etnolingüistas del Centro de Investigaciones Superiores, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), entre 1979 y 1980.
Fue asesor del Centro de Investigación y Desarrollo “Binnizá” A. C. y del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) en Oaxaca.
Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, italiano y alemán. Algunos de ellos son “Primera voz” (1968), “El problema de la validez del derecho” (1973), “Diidxa’ sti’ Pancho Nácar” (1973-1982), y “Los niños juegan a la ronda” (1974).
Asimismo “Cuatro elegías” (1979), “Dos que tres poemas” (1979), “Canciones zapotecas de Tehuantepec” (1980-1983), “Corridos del Istmo” (1980-1983), “Las guerras entre aztecas y zapotecas” (1981) y “La rebelión de Che Gorio Melendre” (1983).
Entre los premios y reconocimientos que recibió, se encuentran el Nacional de Ensayo para el Magisterio, el Casa Chata, un reconocimiento al Mérito en Investigación Científica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y el Premio Francisco Javier Clavijero.
Sus artículos y libros quedan como un legado imprescindible para entender la cultura zapoteca desde la literatura.