Salvador Flores Durán
Oaxaca.- Los cientos de familias y turistas nacionales y extranjeros que acudían cada domingo al zócalo de la capital para escuchar el tradicional concierto de la Banda de Música del Estado, “Bajo el laurel”, han dejado de hacerlo por los 56 días de plantón de organizaciones de comerciantes informales que se han apropiado de ese espacio público.
Mientras, el plantón de los maestros en las principales calles del centro luce totalmente vacío, y solo unos cuantos están en las casas de campaña, mientras los plásticos y los vendedores de boletos para viajar a la ciudad de México por parte de empresas beneficiadas por la Sección 22 del SNTE, son las únicas que permanecen, porque los maestros se toman el descanso por el fin de semana.
En tanto, las ventas de los restaurantes ubicados en los portales de la plaza de armas enfrentan la peor crisis de ventas desde el conflicto del 2006, cuando la ocupación y los disturbios por las protestas de la Sección 22 y de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca duraron más de seis meses.
Gerentes de los restaurantes indicaron que no pueden dar información sobre sus ventas por temor a las represalias de las organizaciones políticas afines al magisterio, quienes incluso los han amenazado para que no den información a los medios de comunicación.
Algunos de los empleados señalaron que incluso han sufrido ataques como en un restaurante al que intentaron incendiar, con una bomba molotov lanzada al segundo nivel del inmueble donde se ubica.
Otras de las agresiones que sufren de manera constante es la acumulación de basura justo en las entradas de sus negocios, además de los fétidos olores que dejan los alcohólicos crónicos integrantes del “escuadrón de la muerte” y la basura que generan cientos de puestos de comida de todo tipo.
“La gente no viene a comer ni a pasear al centro porque saben en qué condiciones se encuentra el zócalo, hay suciedad, no hay vigilancia porque las organizaciones no permiten que entren los policías, hay asaltos y los hasta se drogan a plena luz del día. Así la gente no quiere venir”, señala el trabajador.
“Si nos quejamos nos va peor, porque la toman contra el negocio y nadie vigila, nadie da seguridad”, explicó.
En temporadas normales cientos de personas acuden los fines de semana a disfrutar de actividades culturales, conciertos, a comer o recorrer los mercados, mientras en la explanada de la Catedral Metropolitana los niños juegan y corretean con globos o juguetes.
Ese panorama de convivencia ha cambiado radicalmente con el plantón magisterial y desde el 15 de mayo pasado las mesas de los restaurantes lucen vacías de manera cotidiana y solamente unos cuantos comensales se arriesgan a ir al zócalo.