Flavio Sosa, de la APPO rebelde a la “caja china” servicial

Crónicas de la ínsula/ Cuauhtémoc Blas

Mercenario: Soldado que lucha a cambio de dinero

o de un favor y sin motivaciones ideológicas.

Diccionario Panhispánico. RAE.

Flavio Sosa Villavicencio, es el Secretario de las Culturas y Artes de Oaxaca. Un cargo que nunca esperó. Y si él no lo esperaba, los oaxaqueños menos. Imaginamos el disgusto de lo que queda de la vallistocracia. La que, además, ahora condesciende con quien fuera su villano favorito.

Por todos lados, tanto entre “gente de razón y gente de costumbre”, predomina el rechazo al famoso dirigente, cabeza visible de la APPO en 2006, a quien le asestaron un sobrenombre también radical entonces: “El demonio de Tasmania”. No por el estado de Australia, sino por el personaje de la tira.  https://surl.li/pkwfcq

Como ha trascendido y es notorio, los funcionarios de cualquier nivel tienen la instrucción de apoyar con propaganda, publicidad, declaraciones, post, tuits, retuits, like, aplausos, vivas y hurras a todo lo que hable bien del mal gobierno actual de Oaxaca, el peor de la historia ya le dicen.

A LA CAJA CHINA CON EL DIARIO REFORMA

Para corresponder el inmerecido nombramiento, Flavio se puso de inmediato a la vanguardia de las “cajas chinas” con que el gobierno se afana en desviar la atención de la avalancha de críticas que recibe desde las benditas redes sociales. La caja china política es cuando con una noticia nueva se quiere distraer de otras que afectan a un gobernante, y se busca desviar la atención de la audiencia.

En eso está ahora Sosa, pasó de rebelde radical en 2006, a apologista de otro gobierno impopular y arbitrario en 2025. Si Ulises Ruiz le hubiera dado un cargo, seguramente no habría estallado en rebeldía. Comportamiento de mercenarios.

El hoy secretario Flavio empezó a aparecer en las portadas de los periódicos más caros de la Ciudad de México. ¿Cuánto cuesta una “llamada” en la portada del Diario Reforma? Lo que cueste, el generoso patrón lo vale. También apareció en El Excélsior.

Quienes hemos estado en una redacción conocemos la dinámica. Que la nota de un reportero vaya en la portada de un medio serio, no es fácil, eso se gana con la trascendencia de la información. A menos que sea una nota pagada, como apostamos que fue en este caso de Flavio con Reforma. Simplemente anunció su Plan Operativo Anual (POA) 2025, con el que su dependencia dará mantenimiento a edificios de Oaxaca. ¿Eso es para destacar?

Lo único nuevo sería la construcción del Museo de Arte Ritual Comunitario, pero eso no es seguro, pues el mismo entrevistado dijo que se requieren 40 millones de pesos, una parte “ya se negocia con el gobierno federal”.  Anunció encuentros de bandas de música, proyectos municipales… Todo lo rutinario de la Seculta. Lo mismo dijo en su reciente comparecencia en el Congreso estatal.

“NO TENGO CREDENCIALES, PERO HAY COMPROMISO”

Las informaciones que anuncian lo que todavía no sucede, lo que no son hechos tienen poca relevancia, son como buenos deseos. Las notas firmes son aquellas que anuncian algo que ya sucedió, eso sí es noticia. Quizá de ahí cierto pudor de Reforma que develó de todos modos las debilidades del valedor.

En la portada, del discurso del flamante funcionario, destacó Reforma entre comillas: “Nuestro compromiso social no está a discusión”, pues ese “compromiso social”, ¿qué tiene qué ver con la administración pública de un sector tan especial? Y en el título de toda la página principal de la sección Cultura, la ironía es directa: “No tengo credenciales, pero hay compromiso”. Reforma lo exhibe con sus propias palabras, es decir: No estoy preparado, pero me sobra entusiasmo.

ANTIINTELECTUAL, 100% ACTIVISTA

Estamos ante un activista político al 100 por ciento, quien incluso se ha declarado anti academia y anti intelectual. De estas fobias del señor tenemos dos testimonios:

La primera se dio al finalizar una entrevista colectiva en la Casa de la Asociación de Periodistas de Oaxaca (APO) en el año 2020. Cuando se le preguntó sobre su formación académica, dejó de lado la pregunta. “Pero se sabe que estuviste en la Universidad de Chapingo”, a lo que respondió parco: “Pasé por ahí, simplemente”.

En esos días, Flavio publicaba en twitter ingeniosidades con apariencia de poemínimos. Sus ocurrencias no lograban ser poemas, por eso, ya para abandonar la Casa de la APO le entregamos copia del libro “El poeta y su trabajo” (Dorra y Gimate). Lo tomó con desagrado, haciendo un esfuerzo para no rechazarlo.

Si no requieren preparación, si no necesitan leer, si no necesitan los recursos expresivos para ampliar las fronteras del lenguaje, sobre todo, del exigente lenguaje poético, ¿pueden así hacer poesía? Difícil, pero en alguna estación política insólita pueden ejercer cualquier extravío.

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