7 de diciembre de 2017.- Dicen que la tercera es la vencida, que en la política no hay cadáveres y que nada está escrito. Sin embargo, el tiempo que AMLO ha dedicado a perseguir su sueño, es lo que impedirá que llegue a Palacio. El culpable de su tercera derrota es él mismo. ¡A Palacio o a la Chingada!, exclama al inicio del reciente video, casi premonición.
Los electores no olvidan la quema de pozos petroleros en Tabasco. Años después el bloqueo del Paseo de la Reforma, en una inexcusable, salvaje maniobra que causó grandes trastornos a la ciudad y, peor todavía, puso en riesgo la endeble paz social. La ocurrencia reciente de la “amnistía” a los líderes de los carteles de la droga es de una ignorancia jurídica supina (la amnistía es otra cosa) y políticamente es una ingenuidad infantil.
Igualmente graves son sus desplantes verbales que muestran a un extraño personaje: entre iluminado y resentido. Al enterarse del asesinato del joven Fernando Martí que había sido secuestrado, expresó, según crónicas de aquel momento: “Punto malo para (Felipe) Calderón pirruris menos”. Su complejo clasista repitió al referirse a Meade, su contendiente priísta: como Señoritingo. Término que no se usa en el español de México y no sé si lo utilicen en Macuspana.
René Bejarano, entonces presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, jilguero de López Obrador, apareció en televisión recibiendo 45 mil dólares de Carlos Ahumada, contratista del Distrito Federal. A las pocas horas, el que entonces se pensaba incorruptible líder estudiantil, Carlos Imaz, jefe delegacional en Tlalpan, ligado fraternalmente a AMLO, declaró que él también había recibido dinero de Ahumada para “las brigadas cazamapaches”, y para su campaña de jefe delegacional, entre otros destinos del dinero.
A los votantes duros de López Obrador no les importa el pasado, pero a los votantes suaves, todavía indecisos, los que se enteran, comentan, leen, escuchan y piensan, comparten el temor creciente de ver a un iluminado dirigiendo al país. Respecto al muro de Trump se le ocurren propuestas del catecismo como que en lugar de muro luchará por la construcción del reino de la justicia y de la fraternidad.
AMLO tiene como estrellas polares ejemplares a Jesuristo, Benito Juárez, Francisco I Madero y Lázaro Cárdenas. Escogió bien, pero equipararse con ellos es megalomanía. Está más cerca de Evo Morales que de Juárez y más cerca de Luis Echeverría que del general Cárdenas. En la Unión Soviética, durante las purgas del Gran Terror, cuando ejecutaban a los sospechosos de trotskistas, Nikita Krushev, en los juicios condenatorios comparaba a los acusados, a punto de morir, con Judas, en clara alusión a Stalin como si fuera Cristo. El dictador georgiano solía equipararse jocosamente con el Nazareno y poner apodos como le encanta hacer a AMLO.
Hay una nubosidad alrededor de las gentes de AMLO. Algunos son irreprochables, pero otros, como un ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que fue (¿es?) su gurú jurídico, mostró ser una persona despreciable al encarcelar a su pareja y negar ayuda económica a sus hijos por ser autistas. Nuevas adquisiciones como la del empresario Alfonso Romo y del político Esteban Moctezuma se han presentado como contrapeso a la dudosa reputación de otros. No está claro que el empresario Romo que quebró sus empresas y Moctezuma, priísta que quebró la campaña de Francisco Labastida, lleven a AMLO al Palacio Nacional. Ofreció que dará a conocer su gabinete, en una extraña jugada de ansiedad que para lo único que servirá es para que sus detractores encuentren o inventen los trapitos de sus colaboradores.
Ya en la realpolitk los gobernadores y los presidentes municipales de las ciudades grandes del país jugarán un papel crucial. Gobernadores y alcaldes, con buena o mala reputación, son los jefes políticos de sus demarcaciones. Ellos tienen hilos electorales y dinero. Ninguno parece ser que estará con AMLO, sino por contrario, todos en su contra.
Me parece que si efectivamente existe una Mafia del Poder, ésta hará que después de las elecciones de 2018, AMLO se convierta en el líder de la Mafia del No Poder.
Investigador nacional en el SNI.
@ DrMarioMelgarA