Globalización, un reto para la sobrevivencia de las pequeñas comunidades

Salvador Flores Durán
Oaxaca.- La globalización, el mercantilismo y la tendencia a la homologación, son un reto para la sobrevivencia de las pequeñas comunidades que no podrán mantenerse si se aíslan de esta tendencia, planteó el filósofo italiano Giuseppe Di Giacomo.
Señaló que en un mundo globalizado, fragmentado y atomizado, que tiende a la homologación y a convertir todo en mercancía, las pequeñas comunidades corren el riesgo de ser absorbidas, por lo que no podrán mantenerse si pretender vivir en un mundo totalmente autónomo.
Al impartir la conferencia magistral “La disrupción en el arte moderno y contemporáneo” en el inicio del Coloquio Producción Artística Contemporánea 2016, que inició este jueves en el Centro Cultural San Pablo, el profesor del doctorado en Filosofía e Historia de la Filosofía en la Universidad de Roma Sapienza, dijo que el gran reto de las pequeñas comunidades, como de los artistas, no es aislarse de este mercantilismo, sino incorporarse en esa tendencia y vivir en el reto constante que esto implica y combatirlo desde lo interno.
Explicó que en la época contemporánea está presente una tendencia a la homologación, a hacer que todo sea igual y en la que todo se convierte en mercancía.
“Hay una polarización, por una parte, la tendencia a la homologación, y por el otro lado la tendencia al multiculturalismo, a una diversificación de las culturas y de la estructuras tanto políticas como culturales”, explicó en italiano.
En las preguntas al término de la conferencia que se desarrolló con una traductora, explicó que las pequeñas comunidades, al igual que en el mundo del arte, se va a enfrentar esos dos aspectos, en donde toda obra de arte se vuelve mercancía y todo es mercantilizado, y por otra parte las pequeñas comunidades son absorbidas por esta homologación general.
Globalización, un reto para la sobrevivencia de las pequeñas comunidades 2El también profesor titular de Estética del Departamento de Filosofía, dijo que no hay artista que pretenda salir del mundo del mercado de la obra de arte, exactamente como las pequeñas comunidades no pueden pretender vivir en un mundo totalmente autónomo.
Di Giacomo planteó la disrupción mediante el pensamiento y las obras de filósofos, artistas y escritores y poetas del Novecientos, como Franz Kafka, Marcel Proust, James Joyce, Robert Musil, Friedrich Nietzsche, Teodor W. Adorno, Walter Benjamin, Ludwig Wittgentein, Charles Baudelaire y Samuel Bekett, y artistas como Picasso, a partir de las cuales se plantea la imposibilidad de pensar en sociedades ideales y sistemas políticos y filosóficos acabados, y que ponen en cuestión la idea de lo absoluto, Dios, la idea del Thelos (fin) griego, situación o estado en el cual no falta nada.
El filósofo italiano planteó que en el Novecientos se y las obras de todos ellos, se caracterizan por la reflexiona acerca de la temporalidad y la fragmentación.
A pesar de ello, explicó, esta ausencia plantea una tarea ética y moral, como proponía el filósofo alemán Immanuel Kant, del actuar “como sí”, y en el vivir como si lo absoluto existiera. Citando a Wittgentein, explicó que tenemos que poner un orden en la vida porque un orden final es inalcanzable, y citó a Adorno, quien cuestionaba cómo pensar en una sociedad ideal después de dos guerras mundiales, de la bomba sobre Hiroshima, después de los campos de concentración, o cómo escribir poesía después de los campos de concentración y Auschwitz.
Di Giacomo planteó entonces que el gran reto de las pequeñas comunidades y de los artistas no es aislarse de la mercantilización, sino estar en él y vivir en el reto constante que eso implica y combatirla desde su interior.
Explicó que uno de los primeros artistas que vivió este conflicto, fue el poeta francés Baudelaire, el artista de la vida moderna de la mitad del Ochocientos , quien fue el primero en entender que todo lo que se produce artísticamente y poéticamente es sujeto al mercado, no podemos ni esperar ni salir de ese mundo y vivir en un mundo abstracto, sino que se trata de vivir y entrar de lleno en él y conservarse.
Dijo que la única forma de sobrevivir en este conflicto es mantenerse en sí mismo y al mismo tiempo ser artista a pesar de participar en el mundo del mercado y poder continuar creando obras de arte si estas tienen un carácter homeopático, en la homologación con la enfermedad para regresar a lo sano.
Las pequeñas comunidades, dijo, tienen que tener esa capacidad de mantenerse y desde la aceptación de la realidad, del proceso de mercantilización y homologación, rescatarse, así como el artista puede rescatarse y mantenerse en términos homeopáticos “es la única posibilidad de escapar”.
El segundo Coloquio de Producción Artística Contemporánea (PAC) se inauguró este miércoles, en ella el director del mismo, Juan Ramón Ayala, que busca ser un espacio en el que artistas, pensadores, críticos y miembros de la comunidad cultural y universitaria dialoguen sobre el fenómeno de la disrupción inherente a diversos procesos de creación artística de disciplinas como el pensamiento estético, el cine, la música y las artes visuales.
Globalización, un reto para la sobrevivencia de las pequeñas comunidades 1“La idea es abrir un diálogo, diverso e integrador al mismo tiempo, que trascienda los límites de las especialidades y sirva de hilo conductor a esta amplia pluralidad de voces cuyo común denominador es su propia diversidad”, señaló Ayala ante críticos, académicos y creadores artísticos de 9 países que llegaron a Oaxaca para dialogar sobre distintos aspectos del quehacer artístico actual.
Dijo que desde su origen y tomando como punto de partida el pensamiento filosófico y reflexión sobre los problemas actuales del arte y la estética, “el Coloquio de Producción Artística Contemporánea ha abierto un foro para conversar sobre el fenómeno de la creación artística en la actualidad”.
Señaló que la disrupción, al parecer es una característica connatural a la expresión artística. “El espíritu crítico, la incesante búsqueda de nuevas formas y modelos, la dislocación del status quo, la reorientación del gusto, así como las consideraciones y redefiniciones respecto al lenguaje, son requerimientos cotidianos de la práctica artística y quizá por ello la disrupción sea una necesidad apremiante y cíclica”.
Tras la inauguración y al ser abordado por los medios de comunicación, Juan Ramón Ayala subrayó que este Coloquio no es un evento estrictamente académico, “convoca a artistas, curadores, críticos, académicos efectivamente, pero el diálogo es más flexible, más abierto, las ponencias no están destinadas estrictamente a especialistas, muchas de ellas tienen como público el mundo universitario relacionado con las artes y las humanidades; pero también nos dirigimos a la comunidad artística oaxaqueña”.
Oaxaca tiene una tradición, en cualquiera de las disciplinas que toca el Coloquio PAC 2016, “sobre todo en el cine, hay una comunidad de cineastas y amantes del cine que me parece que tiene cabida, el público en general tiene cabida, el formato del coloquio se presta para generar un diálogo franco abierto y sencillo”, acotó Ayala.

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