Aunque Ramones sea la banda que dio origen a este estilo, no será hasta 1975, con el nacimiento Sex Pistols, cuando el punk estallara como fenómeno. Pero no solo ha sido un género musical, su vida ha estado ligada a un estilo ‘underground’ que hoy sigue muy presente, sin dejar atrás su origen rebelde.
Muy lejos de ser un simple diseño de moda para camisetas de teenagers, bandas como Ramones o Sex Pistols fueron el origen del punk, un género musical ligado a una subcultura urbana que ya tiene 40 años, que sigue de algún modo presente, sin dejar atrás un ápice de esa personalidad rebelde de sus inicios.
Aunque la estadounidense Ramones sea considerada la banda que, con melodías sencillas, dio origen a este estilo en 1974, no sería hasta un año después, con el nacimiento de la británica Sex Pistols, cuando el punk diera el salto a Europa y posteriormente estallara como fenómeno social para los disconformes con un sonido mucho más eufórico.
Y de ahí, con golpes, como los que han dado las baquetas de estas bandas, el punk fue conquistando territorios bajo su filosofía “Do it yourself” (Hazlo tú mismo).
El periodista Iñigo López Palacios, experto en música, considera que una figura vital para entender el origen del estallido del punk es Malcolm Mclaren, quien tras un intento fallido de crear una banda que liderara este movimiento en Estados Unidos, fundó la legendaria Sex Pistols en Gran Bretaña.
“Sex Pistols es una banda fundamental para entender el tránsito del punk de Estados Unidos hasta Europa. Antes era cosa de cuatro gatos en Nueva York. Y quien está detrás de esto es Malcolm McLaren”, explica López.
El periodista considera que en Estados Unidos el punk siempre “ha tenido un punto más naif, pero en Europa, que es una sociedad vieja, fue un movimiento con mucho cinismo. Europa sí estaba preparada”. El mundo, “una tormenta de mierda” El tema, o mejor dicho, el himno God Save The Queen de Sex Pistols, prohibido en 1977, fue todo un ejemplo de los versos descontentos con el sistema que caracterizaron a estos grupos. “Dios salve a la reina, al régimen fascista. Hicieron de ti un idiota…”, reza esta canción. “La Inglaterra de principios de los años 70 era algo muy deprimente. Estaba completamente venida a menos, había basura en las calles, desempleo total… De todo esto salieron Sex Pistols y luego un montón de copiones después de nosotros”, decía el vocalista John Lydon, sobre el contexto en el que nació su grupo. Dios salve a la reina, al régimen fascista. Hicieron de ti un idiota Y poco ha cambiado desde entonces para el anárquico Lydon: “Todo este mundo al que yo suelo denominar “tormenta de mierda” necesita cambiar” declaraba en una entrevista reciente con motivo de la publicación de sus memorias. En la misma década de los 70 llegarían otros representantes de este movimiento vanguardista como The Clash, Bad Brains, Black Flags, The Misfits, Dead Kennedys, The Stranglers o los grupos, con tintes de pop, liderados por mujeres como Blondie -con su vocalista Debbie Harry, la rubia rebelde y despeinada- o Patti Smith, que aportaron feminidad a un mundo prácticamente acotado para hombres.
De Londres a Euskadi
Mientras en Reino Unido fue un espejo cultural de la depresión económica, en España significó la bienvenida a la transición democrática después del fin de la dictadura. “La llegada del punk a España coincide con un momento político especialmente delicado”, explica Tomás González, redactor de la Fonoteca, plataforma especializada en música española.
La protesta encuentra otros canales de escape muy diferentes a la pana y la guitarra acústica para apuntar de forma directa a todos y a todo, a base de escupitajos y bramidos “Estaba en una situación de adaptación de estamentos y de la sociedad a unos tiempos muy diferentes y la música también lo nota. La protesta encuentra otros canales de escape muy diferentes a la pana y la guitarra acústica de los cantautores para apuntar de forma directa a todos y a todo, a base de escupitajos y bramidos”, cuenta González.
Kaka Deluxe, La Polla Récord, Kortatu o Parálisis Permanente lideraron el movimiento con su propio sello ibérico pero que se vivió de modo más intensa en algunas comunidades. “La manera de asentarse en cada punto de la geografía peninsular fue diferente. En Madrid le toca vivir casi en las catacumbas a las que le condena La Movida, en Cataluña el rock de cloaca de La Banda Trapera del Río que vaticinaba otros aires diferentes a la nova cançó y el incienso hippie dio paso a una generación de bandas que evolucionan de la velocidad anfetamínica al hardcore”, asegura González. Otro punto importante para el desarrollo del punk es Euskadi, “donde cae en un caldo de cultivo explosivo de fractura social a todos los niveles”, indica el redactor de La Fonoteca.
“¿Punk is dead?”
En la actualidad, para Tomás González, “siguen saliendo grupos nuevos, hay sellos especializados que siguen funcionando con ediciones limitadas que aseguren el no perder mucho dinero en cada tirada”. El punk de hoy no busca “un reconocimiento general sino que se pretende funcionar de espaldas a una industria y sociedad que no reconocen ni dan por válida”, matiza.
Siempre seguirá haciendo falta que alguien denuncie y cuestione lo que damos por supuesto o aceptamos como válido La capacidad de sorpresa que tenía en el momento de su irrupción se ha perdido porque “la sociedad ha aprendido a encajar la provocación y la crítica”, pero siempre seguirá haciendo falta que alguien denuncie y cuestione lo que damos por supuesto o aceptamos como válido”, agrega González.
Por su parte, el periodista Iñigo López cree que si entendemos el punk como un movimiento global, éste ya es parte de la historia de la música. Sin embargo dejó sonidos hoy muy presentes. “El público se acostumbró a escuchar guitarras más rápidas. Se descubrió que se podía hacer canciones muy melódicas y ruidosas” y afirma que de alguna manera esos sonidos siempre regresan “cíclicamente”. “El lema inicial del punk era ‘no future’. De aquello se pasó al muy cínico ‘punk is dead’ y el otro día una pintada escribía “punk is dad”. Básicamente creo que es así, el punk murió pero dejó un montón de hijos. Los más interesantes son los ilegítimos. Cuando alguien se declara hijo del punk suele quedarse más con la anécdota que con la esencia” concluye López.
La rebeldía nunca muere
Pero el punk no solo fue un género musical. Su vida ha estado ligada a las crestas, chaquetas de cuero, imperdibles, tachuelas, camisas de cuadros o botas Dr. Martens. El impulsor de este estilo underground desde una pequeña tienda llamada Sex en Londres fue Vivienne Westwood, exmujer de Malcolm Mclaren. Westwood, presente hoy en día como diseñadora en el mundo de las pasarelas, ha ayudado al punk a desprenderse de la etiqueta de moda para hacerlo eterno, con su fiel ideario nihilista, llegando hasta las vitrinas de museos como el Met de Nueva York, uno de los más importantes del mundo. Los diseñadores continúan apropiándose de la estética punk y de su vocabulario para capturar su rebelión juvenil .
“A pesar de que el punk fuese un movimiento democrático que está en oposición a la moda, que es autocrática, los diseñadores continúan apropiándose de la estética punk y de su vocabulario para capturar su rebelión juvenil y potencia agresiva”, agregaba el comisario de la exposición sobre el punk que acogió el MET, Andrew Bolton.
No hay duda que a pesar de las cuatro décadas que separan a los orígenes del punk, hoy es tendencia ponerse una camiseta de Ramones, o del disco de London Calling. Pero también lo fue hace 40 años. Y lo será mañana. Y pasado, si apuras. Cualquiera de estas bandas lleva en su nombre implícito ser rebelde, y la rebeldía es perpetua. Independiente, anárquico, ateo, antisistema… El punk fue el hijo quinceañero y nihilista que estaba en contra de todo, pero con los años fue creciendo y tumbando etiquetas de los que creían que su personalidad era precisamente la ausencia de ésta. Y qué equivocados estaban. God save the punk!
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