Enrique Rodríguez Balam*
Jorge González, repartidor de una tienda en Mérida y habitante de una comisaría de Caucel, Yucatán, se detiene en el parque del poblado a comentar lo poco que su vida cotidiana se vincula con la tecnología y los dispositivos digitales. Sin embargo, contrasta su discurso con lo que demuestra al contar sobre su vida diaria. Por ejemplo: cuando va a su trabajo, acostumbra escuchar las noticias de la radio, a través de su celular. Dice también que las redes sociales no le gustan, excepto cuando quiere compartir algo. Como la foto de su hijo recién nacido que “tuvo más de 50 likes” y cientos de comentarios: “Ay, si está rechulo tu hijo”, le decían.
Además del Facebook y el whatsapp, no usa otras redes sociales. El Whatsapp le resulta especialmente útil para comunicarse con su familia, así como enterarse de los acuerdos tomados por su equipo de fútbol y los de la parrroquia. El Google Maps, sirve como herramienta de trabajo pues le orienta para encontrar direcciones difíciles: “si lo tienes debes usarlo, porque eso te hace más fácil la vida”.
De su esposa comenta que “ni sabe ni le entiende”… Tiene celular, pero lo usa “sólo para lo indispensable”: comunicarse con él, con sus padres, a través de mensajes de whatsapp, bajar juegos de la web, tomar fotos y descargar cientos de canciones para sus hijos. A pesar de lo evidente que parece el conocimiento que poseen sobre algunos dispositivos digitales, aplicaciones y redes sociales, la visión que tienen sobre sí mismos como usuarios del contexto tecnológico-digital, tiende a ser minimizado y en ocasiones, negado. Ello debido quizás a que se ha internalizado tanto nuestra interacción con el mundo digital, que rara vez distinguimos entre nuestra vida “on line” y nuestra vida “off line”.
Por ello, quizás resulte interesante revisar algunos datos proporcionados por vídeos en YouTube que abordan el impacto de las redes sociales en nuestra sociedad. Según esta fuente, los hispanos son el segmento del mercado más involucrado en redes sociales. Son el 25% con más probabilidades de seguir marcas en redes sociales. Más del 50 % de la población mundial tiene menos de 30 años.
El 20% de las búsquedas en Google nunca habían sido hechas antes. Las redes sociales se han convertido en la actividad número uno en la red. Incluso afectan nuestras relaciones fuera de ella.
Una de cada cinco parejas se conocen en la red. 3 de 5 parejas gay se conocen en la red. 1 de cada 5 divorcios se atribuye a Facebook. 69% de los padres son “amigos” de sus hijos en las redes sociales. YouTube es el segundo motor de búsqueda más grande en el mundo. 92% de los niños menores de 2 años, tienen “sombra digital”.
(http://youtu.be/Uswxo3QsFAM).
La relevancia del mundo digital en la sociedad es mucho mayor de lo que podemos percibir o aceptar. Con frecuencia se suele entender el avance tecnológico desde polos opuestos, basados en juicios moralistas respecto a si es “bueno” o “malo”. Más allá de eso, la realidad cotidiana nos confirma que nuestras sociedades son transformadas por el avance de las nuevas tecnologías.
Expertos en el tema han dicho que estamos frente a un momento histórico, dentro de una verdadera revolución tecnológica. Difícil saber, los rumbos que habrá de tomar el mundo bajo nuevos paradigmas. Complejo también saber, si será para “bien” o para “mal”, aspectos que desde la dimensión humana, tanto nos inquietan.
Lo cierto es que tendremos que aprender a observar los cambios y adaptarnos. Porque hoy en día, asuntos como la seguridad personal en internet, la privacidad o el concepto de ciudadanía digital, ya son tema de debates jurídicos en muchos países. Más vale entender que el mundo y la sociedad cambian. Que hoy, dichas transformaciones se producen más rápido de lo que nuestra visión idealista acepta. Urge entender que reconocernos parte del cambio, nos hará ciudadanos más críticos respecto a temas vitales como el de nuestra propia seguridad y gobernanza.
*Sobre el autor:
Dr. Enrique Rodríguez Balam
Mexicano, Licenciado en Ciencias Antropológicas, Maestro en Antropología Social, Doctor en Estudios Mesoamericanos e investigador del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales, UNAM; autor de los libros “Pan agrio, maná del Cielo: etnografía de los pentecostales en una comunidad de Yucatán”, “Entre santos y montañas: pentecostalismo, religiosidad y cosmovisión en una comunidad guatemalteca”, autor de poco más de una decena de capítulos de libros y artículos entre los que figuran “Religión y religiosidad popular en Oncán, Yucatán” (1998), “Apuntes etnográficos sobre el concepto enfermedad entre los pentecostales de una comunidad maya en Yucatán” (2003), “De diablos demonios y huestes de maldad. Imágenes del Diablo entre los pentecostales de una comunidad maya” (2006), “Religión, diáspora y migración: los ch´oles en Yucatán, los mames en Estados Unidos” (2009), colaborador en un capítulo del libro “La UNAM por México” (2010).
En fechas recientes, fue entrevistado para participar como especialista para National Geographic Latinoamérica en la serie “Profecías”. Ha impartido cursos a nivel de licenciatura, maestría y doctorado en diversas universidades, así como conferencias, charlas, seminarios y diplomados con temas relativos a discusiones sobre los pueblos contemporáneos del área maya, particularmente de Yucatán y Guatemala.