*Que aquí independientes ganen con “gente independiente”, un sueño
Adrián Ortiz Romero Cuevas
Oaxaca.- En los últimos días, al menos tres aspirantes a una candidatura a Gobernador han deslizado la posibilidad de buscar una candidatura independiente. La mayoría de ellos lo han declarado por pose, por moda, o por chantajear al partido en el que militan. Sin embargo, la ruta de un independiente en Oaxaca pasa por algunas particularidades que deben ser claramente consideradas no sólo por los aspirantes, sino por los oaxaqueños. La posible vía de una candidatura como esas debe llamar a una reflexión profunda sobre el valor de la política, y también de la ciudadanía.
En efecto, hasta el momento el senador Benjamín Robles Montoya, la ex diputada federal del PAN, Eufrosina Cruz Mendoza, y el también ex legislador federal Samuel Gurrión Matías, han dejado ver la posibilidad de buscar una candidatura independiente. Esa posibilidad encierra una serie de interrogantes y cuestionamientos propios de una entidad como la nuestra, que no está de más repasar y no perder de vista para los meses siguientes. Al final, quien de verdad quiera explorar esa ruta, tendrá que pasar por estos puntos de revisión.
El primero de ellos, es que en Oaxaca no hay un electorado independiente, ni fuerte, ni identificado con causas que no sean las de los partidos. Pensemos, ¿cuánta gente hay, fuera de los centros urbanos, que de verdad esté convencida de que los partidos no valen la pena, y que entonces la dádiva, la compra del voto, o la coacción, no sean vehículos para la captación de sufragios? Esa es una pregunta dolorosa y reveladora. En Oaxaca hay muy poca ciudadanía independiente: la mayor cantidad de ciudadanos está en los espacios rurales. Y esas personas votan en función de otros factores que no son —para mal de todos— el del voto informado, el del libre albedrío, o el de la capacidad de discernir entre candidatos.
Por esa razón, en Oaxaca la preferencia de un candidato independiente no pasa por los factores de Nuevo León, con el gobernador Jaime Rodríguez Calderón; o de Jalisco, con el diputado local independiente de origen, Pedro Kumamoto. Las candidaturas de ambos, se centraron en el uso casi exclusivo de redes sociales para realizar su proselitismo electoral; y en el caso de Kumamoto, llamó la atención el bajo presupuesto con que se financió.
Según su página de internet, sólo recibió 18 mil 626 pesos por parte del gobierno para iniciar su campaña y más de 240 mil pesos por parte de simpatizantes, a quienes se les pidió no donar más de siete mil pesos. El límite de aportaciones fue impuesto con la intención de lograr una campaña sostenible sin necesidad de hacer grandes gastos, esto como acto proselitista para demostrar la diferencia entre las candidaturas de partidos y su candidatura independiente.
El resultado fue, en ambos casos, de victorias apabullantes; pero logradas a través de personas que no militan en un partido; que tienen un nivel socioeconómico medio o alto; que no son susceptibles de la compra de su voto —no lo venderían por una despensa o un programa social, y la mayoría de ellos definitivamente no cambiaría su voto prácticamente por nada—; y personas a las que finalmente su propia situación social les permitió ejercer su ciudadanía, primero para apoyar a una persona que utilizaba en esa misma lógica el calificativo de independiente; y segundo, para darle su voto de manera libre e informada, como se supone que debería ocurrir con todos los ciudadanos… pero que no pasa en democracias tan incipientes y desiguales como la de Oaxaca.
INDEPENDIENTES, ¿CÓMO?
Aquí, hay aspirantes a la gubernatura —como Benjamín Robles Montoya— a los que no les costaría ningún trabajo conseguir las firmas que fueran necesarias para conseguir una candidatura independiente. De hecho, la pregunta para él no sería si las consigue o no, sino cómo lo haría. Y la respuesta apuntaría irremediablemente al uso de la estructura electoral que ha venido armando a través de las organizaciones sociales que lo respaldan.
Sí. En el fondo parece que en Oaxaca una candidatura independiente —que se conforma básicamente con apoyo ciudadano manifestado con firmas y datos de la existencia de esas personas en el padrón electoral— pasa por las estructuras electorales y no por la verdadera concientización ciudadana. Lo que han hecho, Robles y otros candidatos, es utilizar sus estructuras clientelares tradicionales, o para ponerlas al servicio de un partido político que los postule, o en su caso para ponerse la careta de independientes y lograr, artificialmente, una candidatura de esa naturaleza.
Pues resulta que según la lógica con la que aparecieron las candidaturas independientes, éstas debieran servir para que los ciudadanos del país pudieran acceder a la candidatura a un cargo de elección popular, gracias al apoyo de la gente que no tiene partido; pero según el sesgo local, éstas van a servir para quienes pretendan poner su estructura electoral al servicio de una causa diferente a la de los partidos políticos. ¿La gente da su apoyo de forma libre e informada? No: lo hace por la dádiva. ¿Apoyaría con plena conciencia y discernimiento de lo que haría? No: lo haría presionado o coaccionado por el beneficio antes o después otorgado. ¿Ese es el “espíritu” de una candidatura independiente? No: sería una abierta y grosera impostura, contraria al sentido que se busca con esa novedosa figura política.
Así, al final parece que las candidaturas independientes en Oaxaca pasarán por las estructuras electorales —lo mismo de siempre—, y no por el convencimiento ciudadano. Si intentan hacerlo a través de las fórmulas del norte o el occidente del país, se toparán con pared: aquí la mayoría de los electores no tiene un teléfono celular; ni redes sociales; ni un nivel de escolaridad que le permita entender perfectamente la importancia de mantener su voto en la voluntad y no en la dádiva o en el engaño.
¿Qué si tienen miles de oaxaqueños? Hambre, miseria, marginación. Es decir, la combinación perfecta para que hasta los independientes utilicen a las organizaciones y sus estructuras para darle una revolcada a su ingeniería electoral de siempre.
INDEPENDIENTE=CHANTAJE
En esa, y sólo en esa lógica, se entiende el mensaje de Agustín Basave en Oaxaca: no habrá chantajes ni condicionamientos. Eso se lo dijo a quien reiteradamente ha hablado de la ruta independiente, dentro de la izquierda oaxaqueña. Ese es Benjamín Robles Montoya.