Por Janet Cacelín
Ciudad de México.- Cuando tenía un año quedó tan impresionado por la llegada del hombre a la Luna que, según le cuentan sus padres, pasó semanas dando “saltitos” e imitando los primeros pasos que dio Neil Armstrong en la superficie del único satélite natural que tiene la Tierra.
Más de 40 años después, el profesor José Luis García García es considerado uno de los pioneros en el desarrollo de satélites pequeños en México. En los años 90 participó en la creación, fabricación y lanzamiento de los satélites UNAMSAT-1 y UNAMSAT-B creados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a través del Programa Universitario de Investigación y Desarrollo Espacial (PUIDE); así como SAPPHIRE y OPAL de la Universidad de Stanford.
Ha tenido la experiencia de visitar las bases de lanzamiento de Kourou en Guayana Francesa, Baikonur en Kazajistán y Cabo Cañaveral en Estados Unidos, como parte del equipo de la campaña de lanzamiento de los satélites Bicentenario, Centenario y Morelos 3, respectivamente. Asimismo, ha visitado en dos ocasiones el Cosmódromo de Plesetsk, desde donde participó en el lanzamiento de los satélites UNAMSAT-1 y UNAMSAT-B.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt relata cómo ha sido su desarrollo profesional, a la par del avance que ha tenido México en el ámbito espacial y satelital.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cómo inició su inquietud por incursionar en el tema de tecnologías espaciales?
José Luis García García (JLGG): Me lo he preguntado en varias ocasiones, yo creo que esto se remonta a algo en mi subconsciente de la época en que Neil Armstrong caminó sobre la Luna. Yo no lo recuerdo conscientemente pero mis padres me comentan que anduve toda la semana después de haber visto caminar al primer hombre sobre la Luna, caminando como él, dando ‘brinquitos’, de ahí algo se me ha de haber quedado. Desde ese momento buscaba todo lo relacionado con naves espaciales, astronautas, experimentos, hasta hacía cohetes con cerillos.
AIC: ¿Con ese mismo objetivo decidió entrar a la Facultad de Ingeniería?
JLGG: De alguna manera me interesó saber siempre cómo funcionan las cosas y en su momento decidí hacer estudios en el área de electrónica. Mientras estudiaba en la Facultad de Ingeniería, vi que en el año de 1992 se había creado en la UNAM lo que fue el Programa Universitario de Investigación y Desarrollo Espacial (PUIDE). Para mí, la primera vez que lo oí mencionar fue pensar en una NASA en México y mi primera reacción fue tocar las puertas e ir a ofrecer mis servicios de manera incondicional y gratuita.
Empecé a apoyar en lo que fuera necesario. Poco a poco se fueron dando cuenta de mis habilidades y capacidades, lo que me llevó a ser el único estudiante seleccionado dentro de ese programa para atender la campaña de lanzamiento del primer satélite mexicano UNAMSAT-1, desarrollado por mexicanos en la universidad.
Este lanzamiento se desarrolló en la base del Cosmódromo de Plesetsk en Rusia y tuve el privilegio de poder ser seleccionado como el estudiante que iba con el director del proyecto para participar en esa campaña de lanzamiento.
AIC: ¿Qué es una campaña de lanzamiento?
JLGG: No es más que hacer la preparación del satélite antes de ser enviado al espacio. El satélite cuando es enviado a la base de lanzamiento ya está probado y verificado que funciona, pero hay que trasladarlo a la base de lanzamiento.
En ese traslado se retiran antenas, conectores y cables para que su traslado sea seguro, pero no se puede descartar que en el trayecto algo pueda ocurrir. Lo que se pretende en la campaña es hacer las pruebas necesarias para verificar que el satélite esté en las condiciones requeridas para poder ser lanzado.
Una vez revisado comienza lo que se conoce como operaciones combinadas que consiste en colaborar con el personal de la empresa que va a preparar el lanzador para que el satélite sea colocado. La campaña de lanzamiento concluye en el momento que el satélite despega dentro del lanzador.
AIC: ¿Cómo fue la experiencia del proceso de lanzamiento del UNAMSAT-1 y UNAMSAT-B?
JLGG: Tuve la oportunidad de estar en esta campaña de lanzamiento del UNAMSAT-1 que, como sabemos, en 1995 fue lanzado y desafortunadamente por una falla en el vehículo lanzador no llegó a órbita y se consideró una misión fallida.
Particularmente el ambiente era de muchísima emoción, era el primer lanzamiento en el que yo estaba, era mucha adrenalina corriendo. Saber que seríamos los primeros en fabricar un satélite y lanzarlo al espacio. No sabíamos que la misión había sido fallida hasta después de varias horas.
Pero la historia no termina ahí porque los compañeros que participamos decidimos acondicionar un modelo de ingeniería que teníamos de ese satélite y tomamos la decisión de acondicionarlo a modelo de vuelo. Una vez que estuvo listo fue lanzado nuevamente.
El UNAMSAT-B fue lanzado y en septiembre de 1996 llegó a órbita, empezó a enviar su telemetría, sus señales y a operar de manera exitosa. Ese satélite representa el primer artefacto hecho en México, por mexicanos, que opera desde el espacio.
AIC: ¿Cuál era la función de estos satélites?
JLGG: Ambos tenían la misma función. Este satélite tenía varias misiones, hay unas que son explícitas y otras que considero que son implícitas. Para mí la más importante es la parte implícita, que fue formar a un grupo de gente que se especialice en aspectos espaciales y empezar a hacer el desarrollo tecnológico espacial en México, desde la UNAM.
Como tal, el satélite lo podemos definir como experimental, un satélite de uso científico y su misión principal era la detección de los meteoritos que ingresan a la atmósfera. Estos meteoritos se medían a través de un radar que se diseñó por los estudiantes que estuvimos ahí y se implementó por nosotros mismos, que era una especie de radar que enviaba un pulso y en cuanto detectaba un eco, que era porque un meteorito estaba cruzando la ionósfera, en ese momento empezaba a hacer un monitoreo más preciso para poder determinar la velocidad de este meteorito.
AIC: ¿En qué consistió su estancia en la Universidad de Stanford?
JLGG: Ahí realicé una estancia de investigación precisamente para apoyar la construcción de los satélites SAPPHIRE y OPAL de uso científico también, clasificados como microsatélites, desarrollados por los estudiantes de la Universidad de Stanford, en los años noventa. En esa época se identificó la oportunidad de desarrollar satélites pequeños, en el cual un microsatélite consideramos que tiene entre 10 y 100 kilogramos de masa. Este tipo de satélites era de un desarrollo relativamente rápido en las universidades. Los estudiantes podían probar esta nueva tecnología y hacer experimentos.
AIC: ¿Cómo fueron los lanzamientos de los satélites Bicentenario, Centenario y Morelos 3?
JLGG: Desde el año 2010 el gobierno de México firma un contrato para la construcción de un nuevo Sistema Satelital Mexicano, el sistema Mexsat, que va a dar servicios principalmente al gobierno de México y a las entidades de seguridad nacional.
Originalmente fue concebido con tres satélites: el Bicentenario que fue el primero que se lanzó en el año 2012 desde la base de la Guayana Francesa; este satélite es para comunicaciones fijas y pretende dar servicios de telecomunicaciones para la parte del desarrollo social y la parte de seguridad nacional.
Los satélites Centenario y Morelos 3 son satélites utilizados para las comunicaciones móviles. El Centenario fue lanzado en mayo de 2015 desde el Cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán y, como ya se sabe, el vehículo lanzador tuvo una falla y la misión no fue exitosa, el satélite no llegó a órbita.
Sin embargo, gracias a que ya se había previsto alguna situación de contingencia y se tenía el satélite Morelos 3, pues este se lanza en octubre de 2015 desde Cabo Cañaveral, llegando a órbita y desplegándose de manera exitosa. Hoy en día se tienen los servicios de comunicaciones móviles y los servicios de comunicaciones fijas como se habían considerado en un principio en el proyecto.
AIC: ¿Cómo influye la situación geográfica para instalar bases de lanzamiento?
JLGG: La situación geográfica influye solo de cierta manera. Si queremos lanzar satélites al arco geoestacionario, a 36 mil kilómetros sobre el plano del Ecuador, pues lo más conveniente es estar más cercanos al Ecuador, y el lanzamiento, por el movimiento de rotación que tiene la Tierra, de oeste a este. Además se busca que el trayecto de lanzamiento sea preferentemente hacia zonas despobladas, por aspectos de seguridad de un probable lanzamiento fallido.
Si quisiéramos otro tipo de misiones como las polares para percepción remota o satélites meteorológicos, nos conviene estar más hacia el norte. En México yo creo que podemos tener las dos opciones.
AIC: ¿Por qué utilizan trajes especiales en las campañas de lanzamiento?
JLGG: Cualquier artefacto que vaya al espacio se busca que vaya con la menor cantidad de contaminantes, porque cualquier tipo de polvo que pudiera depositarse en el satélite podría acelerar un proceso de degradación allá arriba.
Esos trajes son precisamente trajes especiales los cuales están hechos de un material que no tan fácilmente permite que se les peguen partículas de polvo o cualquier otro elemento que pudiera contaminar el satélite o cualquier otro artefacto que va al espacio. Está dentro de un cuarto limpio, entonces hay que pasar antes por una especie de regadera de aire que elimina la mayor cantidad de residuos que pudiéramos traer hasta que se mantiene en un nivel adecuado para la operación.
AIC: Ahora que es profesor, ¿cómo les transmite esta experiencia a sus alumnos?
JLGG: Llevo dando clases desde el año 1997. De manera continua he estado en la Facultad desde 2006 dando una asignatura particularmente en el tema de satélites; y sí, definitivamente yo creo que mientras uno se apasione en lo que le gusta lo transmite a los propios estudiantes, en quienes nace ese interés.
La manera como lo he atendido es desarrollamos tesis, trabajos de servicio social, en los cuales colaboran conmigo en proyecto. Se van haciendo especialistas y de ahí ellos siguen su rumbo.