La Licenciada en Mercadotecnia Giselle Arellano Ávila manifestó que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha informado que el aumento de la esperanza de vida de los mayores de 65 años ha ido acompañada de un mayor aumento de la esperanza de vida saludable y activa, que se ha extendido a la mayoría de los países, sin embargo, la brecha entre los grupos más ricos y más pobres en la salud y el bienestar de los mayores se ha ampliado en muchos países.
Asimismo destaca que en el informe en mención se señala que la salud, la educación y la protección de los grupos más vulnerables de la población no son solo inversiones sociales solidarias, sino que son fundamentales para una economía más saludable y sostenible, es por ello que los gobiernos deben aprovechar la oportunidad de fortalecer su papel en la prestación de servicios sociales y encontrar nuevas maneras de mejorar la salud, la educación y el bienestar de la población en general y reducir las brechas sociales.
En este sentido, destacó Giselle Arellano Ávila que hoy en día sabemos que una salud deteriorada, envejece, sin embargo, reiteró que la esperanza de vida de los mayores de 65 años ha aumentado en casi todos los países de la OCDE (México, Chile, Colombia, Alemania, Austria entre otros) en los últimos 40 años, a pesar de que la tasa de crecimiento de la esperanza de vida saludable, ha ido disminuyendo en la mayoría de los países, debido a los recientes acontecimientos de pandemia, persevera la esperanza de vida en todos los grupos de edad y sexos.
En este punto, Arellano Ávila resaltó que la OCDE calculó el aumento de la esperanza de vida y la esperanza de vida saludable en base a la expectativa de vida al nacer y la esperanza de vida libre de discapacidad, que se midió mediante encuestas de salud donde se muestra que la mayoría de los países que forman parte de la Organización en mención, la esperanza de vida libre de discapacidad para los mayores de 65 años se ha incrementado más rápido que la esperanza de vida total lo que ha contribuido a que los adultos de 65 años y más que conviven con una discapacidad tengan la esperanza de vida mayor a la que su enfermedad pudiese permitirles.
En base a ello indicó Giselle Arellano Ávila que el estudio refleja, que la esperanza de vida libre de discapacidad a los 65 años es la más alta en Noruega, Suecia y EU, con más de 18 años, mientras que en España, México, Italia y Grecia, es de entre 14 y 15.5 años. La OCDE señala que la educación es fundamental para la salud, el bienestar y la igualdad de oportunidades en la vida.
Todo ello, -continúo- que los estudios reflejan que en la mayoría de los países, las personas con un mayor nivel de educación tienen mejores salarios y reducen el riesgo de caer en la pobreza, quedando demostrado que la educación y la formación continua tienen un efecto positivo en la salud y el bienestar, y que los niños con mejor educación y formación son más propensos a no enfermarse y a tener mejores resultados en la vida.
En este punto, Arellano Ávila lamentó que en muchos países, la brecha entre los grupos más ricos y más pobres se ha estrechado, por lo que muchos niños de familias con ingresos más bajos siguen sin completar los estudios de la educación obligatoria, y México, no puede ser la excepción, pues 263 mil 041 de los niños de 6 a 11 años no asisten a la escuela, y en los de 12 a 17 años la cifra aumenta a 2.2 millones de adolescentes, grupos que debido a la falta de preparación escolar y profesional corren el riesgo de caer en la pobreza y delimitar su esperanza de vida.
Por ello es necesaria la protección social que garantice el bienestar de los adultos mayores afirmó Giselle Arellano Ávila luego de subrayar que en países como Noruega, Suecia, Suiza, Canadá, Alemania, Holanda y otros, los mayores de 65 años se benefician de la protección social, que se basa en la educación, la formación, los ingresos y la protección contra el desempleo, mientras que en México, destacó que a pesar del Programa para el Bienestar de las personas adultas mayores, la mayor parte de ellos se encuentra en pobreza y sin acceso a un sistema de protección social que les garantice una vejez digna y plena, según datos oficiales solo 23 por ciento de las mujeres y el 40 de los hombres tienen acceso a una pensión contributiva y lo más grave es que 26 por ciento de las personas adultas mayores no tienen ni pensión contributiva ni apoyo de programas sociales.