Joel Cosío
La Paz, Baja California Sur.- Cada año, la ballena gris viaja alrededor de 12 mil kilómetros desde los mares de Bering, Chukchi y Beaufort en Alaska hasta las cálidas aguas de los santuarios de reproducción de Guerrero Negro, Laguna San Ignacio, Laguna Ojo de Liebre y Bahía Magdalena, en el norte de Baja California Sur.
“Al igual que en los registros que tenemos en los años anteriores, se esperan alrededor de mil 200 ballenatos nacidos en aguas de Baja California Sur y aproximadamente unas tres mil 500 a cuatro mil ballenas grises en reproducción, lo cual nos hace pensar en una población cercana a los cinco mil ejemplares en todos los cuerpos lagunares de la entidad”, comentó para la Agencia Informativa Conacyt Benito Bermúdez Almada, director de la Unidad Regional Península de Baja California y Pacífico Norte de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
Datos de la Conanp indican que aproximadamente 95 por ciento de los especímenes llegan para reproducirse en esos sitios de aguas más cálidas. El funcionario agregó que en esta temporada los cetáceos adelantaron su llegada, situación que favorece los ciclos reproductivos.
“Históricamente en los últimos años las ballenas han llegado después del 20 de diciembre, este año llegaron antes, lo cual es una buena señal porque quiere decir que la avanzada, que es cuando vienen los machos y machos juveniles a reconocer los sitios, llegó antes y detrás venían las hembras reproductivas que vienen a dar a luz y a copular. (El adelanto en la migración) podría tener un vínculo con algunos fenómenos oceanográficos, pero es necesario analizar el desarrollo completo de la temporada para aseverar algo”, comentó Bermúdez Almada.
Ecoturismo y conservación
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en Baja California Sur informó que las condiciones naturales de los refugios, en conjunto con las normas políticas de protección de la ballena gris que ofrece el país, garantizan la seguridad de los grandes cetáceos y han contribuido a la recuperación de la especie que es catalogada en peligro de extinción.
“La actividad de avistamiento de ballenas inició a nivel nacional en el estado de Baja California Sur, principalmente con la ballena gris en las localidades de Ojo de Liebre, San Ignacio y Bahía Magdalena, y de ahí se ha extendido a otras localidades y con otras especies que también visitan aguas mexicanas como la ballena jorobada en Los Cabos y la ballena azul que se observa en Loreto, entonces anualmente son cientos de permisos repartidos en las diferentes localidades”, comentó Héctor Pérez Cortés, subdelegado de Gestión Ambiental de la Semarnat en Baja California Sur.
En México, la política de protección de las ballenas prohíbe su cacería y fomenta su conservación y reproducción; la ballena gris es una especie protegida de acuerdo con la norma oficial mexicana (NOM) 059-Semarnat 2010.
El avistamiento de ballenas es parte fundamental de las estrategias de conservación y concienciación sobre la protección de los mamíferos marinos, convirtiéndose en una actividad ecoturística de gran importancia económica y auge en las comunidades que poseen el recurso natural.
Datos de cooperativas de servicios turísticos estiman una afluencia anual de alrededor de 50 mil visitantes a los santuarios de reproducción de la ballena gris en la entidad.
Este cetáceo particularmente es de gran atractivo turístico porque presenta el síndrome de ballena amistosa, llamado así al comportamiento de acercarse a las embarcaciones junto con sus ballenatos de forma amigable.
Prestadores del servicio comentan que en esta temporada la ballena gris se observa en cantidades inusualmente mayores en los complejos lagunares y en toda la costa del Pacífico occidental de Baja California Sur.
“Nos augura una muy buena temporada, el año pasado no teníamos ballenas en estas fechas, en López Mateos ya comenzaron a llegar algunas a la laguna y, en consecuencia, en la parte del Pacífico por fuera de la boca, tenemos varios ejemplares que próximamente se van a meter a la laguna”, pronosticó Fernando Romero Romero, representante de la Unión de Prestadores de Servicios Turísticos de observación de ballenas en Puerto Adolfo López Mateos.
Debido a que la ballena gris es de gran importancia ambiental, económica y turística, los monitoreos y permisos de avistamiento están estrictamente regulados por las autoridades ambientales para llevar un control puntual del entorno de la especie y salvaguardar su integridad. Por tal motivo, periódicamente también realizan estudios sobre nacimientos, muertes e incidencias durante la temporada de avistamiento de ballenas.
La ballena gris
El jefe del Departamento de Biología Marina de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), el doctor en ciencias marinas y costeras Alejandro Gómez Gallardo Unzueta, comentó que las ballenas son especímenes de gran interés para la ciencia y el equilibrio ecológico de los océanos, por lo que su estudio es importante para desarrollar mejores planes de manejo y políticas de protección ambiental.
La ballena gris (Eschrichtius robustus) es un mamífero marino que llega a medir hasta 15 metros de longitud y pesar alrededor de 36 toneladas, se alimenta principalmente de pequeños crustáceos; su piel es moteada y grisácea, generalmente cubierta de crustáceos de color blanco.
La hembra alcanza su madurez sexual a una edad media de cinco a 11 años; cuando está lista para reproducirse se aparea con varios machos simultáneamente para garantizar los mejores genes y volver el siguiente año para dar a luz a los ballenatos.
Los santuarios de la Reserva de El Vizcaíno, integrados por la Laguna San Ignacio y Ojo de Liebre, son los primeros que se crearon en el país en 1972 y actualmente son los sitios que registran la mayor cantidad de nacimientos y apareamientos de ballena gris a nivel mundial, por lo que en 1993 la Unesco los designó como Patrimonio de la Humanidad, por su valor excepcional y universal como sitio natural.
“Estas lagunas les ofrecen protección contra depredadores, pero también un ambiente tranquilo y no tan frío para las crías que nacen con una capa de grasa muy delgada y, durante el invierno, mientras están amamantando en las lagunas, ellas generan una capa de grasa mayor que les permite realizar su migración al norte”, comentó el doctor Gómez Gallardo Unzueta.
Los científicos monitorean y estudian distintas clases de ballenas, entre ellas la gris, jorobada y azul, en la costa del Pacífico y en el Golfo de California, dos entornos que poseen características particulares, por tal motivo las investigaciones se realizan con distintos métodos científicos.
“En las lagunas de concentración realizamos censos, hacemos recorridos a lo largo de la laguna contando las ballenas con errores mínimos de exactitud. En el caso del Golfo de California la metodología es variable, normalmente son transectos no predefinidos y hacemos estimaciones; utilizamos la fotoidentificación de alguna parte de la ballena como el dorso, de la parte central de la cola, de la aleta dorsal, si es que la presenta (la ballena gris no posee aleta dorsal), y esto nos permite identificar cada individuo, hacer estimaciones de abundancia, ver sus historias reproductivas, incluso las mismas fotografías nos permiten ver la condición corporal, los intervalos de nacimiento. Otra técnica que utilizamos mucho son las biopsias, que es la toma de muestras de piel, una parte de piel y una parte de grasa, con lo que hacemos análisis genéticos, de hormonas, de ácidos grasos, incluso de contaminantes y de isótopos estables que nos ayuda a determinar el tipo de alimentación de las ballenas”, explicó Gómez Gallardo Unzueta.
El gobierno federal ha promovido el estudio científico de las ballenas en los litorales del país como parte de las políticas de conservación derivadas de acuerdos internacionales para preservar a los grandes mamíferos marinos.