INVESTIGADORES OAXAQUEÑOS
NÉSTOR YURI /DR. JAVIER TOLEDO FLORES
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Mucha gente los conoce como camarones de río, algunos otros los conocen como chacalín o chacal porque, a pesar de ser una especie pequeña, son muy agresivos, territoriales, sanguinarios y sin escrúpulos de acuerdo con lo que nos platica la estudiante de Doctorado en Ciencias de la Conservación y Aprovechamiento de Recursos Naturales, Nathali Martínez Salazar, investigadora del IPN-CIIDIR Oaxaca.
La investigación sobre langostinos no es algo sencillo porque, entre otras cosas, hay que traerlos desde sus hábitats naturales en los ríos o lagunas de la costa hasta los laboratorios en la ciudad de Oaxaca, todo esto en condiciones muy especiales para conservarlos y que permitan su estudio científico. En este caso, la doctorando investiga sobre los hábitos alimenticios para tratar de cultivarlos, lo que sería muy bueno en dos sentidos: se conservarían una especie que está en riesgo de extinguirse por su explotación desmedida y porque son indispensables para la salud de los ecosistemas, pero además, porque puede ser una muy buena fuente de ingresos para las comunidades ribereñas, no solo de Oaxaca, sino de todo el país.
La cuna de Nathali es la Sierra Norte, un lugar lejano de las costas y esteros en los que realiza investigación, pero muy cercana a la naturaleza, las costumbres y tradiciones de la comunidad de sus padres y abuelos, a quienes agradece haberle dado la oportunidad de crecer en medio de esa gran riqueza natural.
En un principio quiso estudiar para maestra, pero no fue seleccionada. Vivió un conflicto con ella misma dado que estaba acostumbrada a lograr lo que se proponía. Esa frustración pronto se convertiría en una epifanía porque, para estar ocupada mientras volvía a solicitar su admisión, se inscribió en la carrera de biología. Ese momento eureka le abrió los ojos y vio, con toda claridad, que lo suyo no era ser maestra, que su verdadero camino estaba en el estudio de plantas y animales y, sobre todo porque ahora sabía muy bien que lo que ella necesitaba era realizar trabajos de investigación cuyo resultados diera un beneficio concreto a las comunidades de Oaxaca, que sus horas de trabajo no se quedaran en una tesis guardada para siempre en alguna biblioteca.
El trabajo de investigación que realiza es para encontrar dietas alimenticias para langostinos para poder llevarlos a cultivo. El langostino es el primo hermano del camarón y es muy delicado con su alimentación a pesar de ser un “carroñero” en sus hábitats. Mantenerlos en cautiverio es difícil y su estudio requiere capturarlos y de inmediato ultracongelarlos para su traslado a su laboratorio en donde realizará el análisis de su tracto digestivo para saber de qué se alimentan en su hábitat natural.
La gente los aprecia por sabor y su valor de mercado, pero no sabe de la labor que la naturaleza les encargó y que realizan en los fondos de ríos y lagunas en las que habitan. Su trabajo en favor del medio ambiente es devorar todos los restos orgánicos que caen al fondo que, al removerlo, liberan el amoniaco que se produce por la descomposición de plantas y animales. Este amoniaco resulta tóxico para el ecosistema y son los langostinos quienes realizan esta tarea que parece insignificante, pero que es demasiado importante para conservar la salud de ríos, esteros y lagunas. Realizan otras labores, como es controlar las especies algales, de moluscos y caracoles para evitar la sobrepoblación en detrimento de sus propios hábitats.
El langostino tiene, entonces, una gran importancia ecológica, pero también económica porque es usado para alimentación de comunidades ribereñas o para ser vendido a restaurantes en donde es ofrecido como un platillo de alto precio. Esto provoca un grave problema de fondo porque, dado que los campesinos buscan un mayor beneficio económico aprovechan los ciclos reproductivos de los langostinos cuando las hembras son más vulnerables y las capturan ya cargadas, lo que lleva a que las poblaciones de estos crustáceos estén disminuyendo rápidamente dado que no dejan nacer a las nuevas crías. Los mismos campesinos se quejan hoy de que ya casi no hay estos pequeños camarones de agua dulce. Aquí radica la importancia del trabajo de Nathali, ella busca la manera de poder cultivarlos para evitar la sobreexplotación.
Y encontró algunas respuestas en cuanto alimentación en cautiverio y tienen que ver con el origen del animalito. Su alimentación cambiará dependiendo de si su origen es un río o una laguna y en su hipótesis original planteaba que los que provenían de los estuarios serían más resistentes. Pero no resultó así; para cultivo en cautiverio son mejores los langostinos de río, siempre y cuando la dieta sea apropiada. Y en ese punto también resultó exitoso su trabajo, porque pudo diseñar una dieta correcta a un costo muy accesible para los futuros acuicultores de langostinos, lo que en los hechos significa que podrían tener viabilidad financiera.
Sin embargo, todavía no se puede cantar victoria porque los langostinos, por el momento, solo pueden ser cultivados en su etapa de engorda, es decir, se deben capturar en su hábitat natural en su etapa juvenil porque no se ha podido lograr que eclosionen y sobrevivan en laboratorio o cautiverio.
Los langostinos son una de las fuentes primarias de alimentos en comunidades rurales y se ven afectados por la contaminación de ríos y lagunas, la deforestación y la construcción de diques o presas que impiden su migración y, por tanto, completar su ciclo biológico.
El trabajo de la doctorando Nathali Martínez Salazar se realiza en Oaxaca y es un ejemplo de cómo la investigación científica deja resultados prácticos en beneficio de nuestra propia gente.
Contacto: nestoryuri@yahoo.com