“La muerte es necesaria y bella”, dice Natalia a un mes de la muerte de su padre, Francisco Toledo

*La poeta, hija del artista oaxaqueño más importante de las últimas décadas, habla de sus recuerdos con su padre en las calles polvosas de Juchitán

Ernestina Gaitán Cruz

Oaxaca, 4 de octubre.- A casi un mes del fallecimiento del pintor Francisco Toledo, su hija mayor, con la que aprendió a ser padre, la poeta Natalia regresó a Oaxaca y por primera vez no lo vio para caminar con él. “Las calles para mí ya no son iguales”, dijo con la voz entrecortada.

Esa niña que subida en los hombros del artista transitó las calles polvosas de Juchitán tiene vívida la imagen de ellos cuando eran muy jóvenes.

“Los dos caminábamos las calles de Juchitán llenas de polvo, no estaban pavimentadas y siempre lo regañaban sus parientes, las tías, las señoras porque me cargó hasta muy grande en los hombros.

Hay una imagen que recuerdo mucho que es la de caminar las calles y hay viento, el norte de Juchitán. Él trae sombrero y yo voy en sus hombros y deteniendo su sombrero. Conforme iba caminando yo veía su sombra y la mía, así es que crecimos juntos y estábamos del mismo tamaño.

Él tenía 21 o 22 años en esos tiempos. Mi mamá Olga de Paz Vicente era más joven todavía, juchiteca, artesana. Ella falleció hace tres años. “Me ha tocado duro y tupido”, dijo entrevistada en el marco del anuncio de la 39 Feria Internacional del Libro de Oaxaca 2019 que estará dedicada a su padre.

¿Alguna vez habló de su muerte? Se le cuestiona y responde que en sus pinturas está plasmada la muerte, en esos esqueletos. “Él pintaba la muerte en sus autorretratos. La figura de la muerte era algo que lo acompañaba en su trabajo y a mi papá siempre le pareció la manera en que se muere en el Istmo, muy bella. La muerte es necesaria y bella también”.

En cuanto al dolor por su muerte, dice que ella y sus cuatro hermanos Laureana, Jerónimo, Sara y Benjamín están en su propio duelo. En lo que yo me sostengo es como …  primero tendría que agradecer mucho el haberlo conocido.

Luego comento que “una de las cosas que estamos tratando de hacer es ver cómo hacer las cosas de papá, los proyectos. Lo demás, la muerte y la vida la enfrenta una sola y tiene que aprender a caminar sin esos puntales que fueron nuestros padres”.

 

Oración (Natalia Toledo)

 

Por la silla de ruedas de mi abuela, por los mangos verdes de mi amiga Cándida. Por las casas de ladrillos y su húmedo bermellón. Por los pretiles grises de mi cuna, por los órganos de espinas creciendo en las paredes. Por los jicalpextles que acumuló mi madre en las bodas ajenas. Por esos días en que el sol bronceaba mis cabellos y mi sonrisa era el brillo cegador de una costra salina. Por las fotografías pegadas sobre el pliego de cartulina y su viaje repentino al altar de los muertos. Por el petate y su cartografía de orines, por los árboles torcidos sobre el estriado del agua. Por la existencia de Toledo en el mundo, yo canto

 

Riuunda’ ndaya’

Runi bangurizá ra gurí jñaa biida’ ne cuananaxhi bitoo xhamiga’ Cándida, runi guirá’ yoo dexa ne gudxa basoo xiiña’ guya’ ne ca’. Runi lindaa naté gúca’ xluuna’ ne luba’ guiichi bigaa cue’ lidxe’. Runi ca xigagueta bitopalú jñaa ndaani’ ca guendaxhela’ ra gadxé tu cachagana’. Runi ca dxi bisiguchi gubidxa guicha íque’ ne ora guxidxe’ ruchundua’ lú biquiixhu nexhe’ lu sidi yaachi. Runi ca bandabiaani’ gui’di’ cue’ yoo ne ora biladica’ biraca’ gueela’ lu mexa’ bidó’. Runi daa bizee nisaxquixhi’, runi ca yaga ca bieque ndaani’ nisa nacabixigi’. Runi guirá ni bizaya’ ti ganda guibane: riuunda’ ndaaya’

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