CARPE DIEM
La realidad en educación mató al discurso
Néstor Yuri Sánchez
Los resultados de la prueba PISA recién publicados han golpeado de frente a toda la palabrería del régimen. Lo sabíamos, todo el discurso y promesas de campaña fueron demagogia y son un crimen de lesa humanidad contra los niños de este país que tienen en las escuelas la única oportunidad de subir en la escala social.
El informe es un mazo de casi 500 páginas, en inglés, con gran número de estadísticas. Lo que a nosotros nos interesa es conocer cómo salió evaluado nuestro país, y la respuesta es contundente: la educación mexicana está entre los últimos lugares del mundo, ¿Se imaginan dentro se esos últimos lugares cómo está la de Oaxaca?
Un ejercicio muy sencillo de números es necesario para darnos un panorama de lo que nos cuesta a los oaxaqueños mantener ese último lugar en educación dentro de un país que está en los últimos lugares en el mundo.
De acuerdo con cifras oficiales y con números redondos la Sección 22, es decir el magisterio oaxaqueño, consume algo así como $28 mil millones de pesos al año. Eso quiere decir que cada mes la nómina y prestaciones son de 2 mil trescientos treinta millones, lo que significa que, por cada uno de los 20 días que laboran al mes nos gastamos en ellos $117 millones diarios. En eso podríamos cuantificar lo que les pagamos por cada día de plantón o bloqueos que realizan, pero como solo trabajan alrededor de 180 días al año, la cifra real de cada día cuesta $156 millones, sea que lo desquiten en las aulas o en sus acostumbradas marchas.
Se justifica la SEP de los pésimos resultados por la pandemia. En parte es cierto, pero la sufrió todo el mundo y en muchos países la caída de los niveles educativos es mucho menor.
Por dos años los profesores no fueron a las aulas, pero se les mantuvieron salarios y prestaciones. A números de hoy, por esos dos años de vacaciones les pagamos $56 mil millones de pesos. Ok, ellos no tuvieron la culpa, pero el sindicato tiene un lado siniestro que no puede ocultar: es una organización absolutamente ajena con la sociedad con la que está obligada y de la que se ufana de recibir apoyo, que no es verdad.
No es su obligación, pero debido a los miles de millones de pesos que reciben podría esperarse que fueran solidarios. Ni después de un terremoto, ni huracán, ni desastre natural alguno hemos visto a la Sección 22 sumarse en apoyo a los damnificados, pero si los vemos de forma permanente en sus molestas movilizaciones exigiendo lo mismo: cada día mayores salarios sin demostrar que desquitan lo ganado. Son una organización política creada como grupo de presión y obtención de dinero, lo demás no les importa.
Los normalistas, futuros miembros de la Sección 22, también nos cuestan. Les pagamos para estudiar, por eso, no solo nos cuestan los daños que provocan tanto a la movilidad como a la economía de la ciudad sino también el desvío de recursos al dejar las aulas para salir a golpear y robar gente.
El mal estado de la educación no es nada nuevo, venía desde años atrás y, en Oaxaca, marcadamente desde los años 80 en que Heladio Ramírez le entregó el IEEPO al sindicato. La reforma educativa de Peña Nieto ha sido el único intento serio de mejorar la educación, pero el discurso trotskista del magisterio pesó más que la necesidad de mejorar el único camino que tienen millones de mexicanos para alcanzar un mejor nivel de vida del que tuvieron sus padres.
Las pruebas PISA muestran con claridad el retroceso educativo consecuencia del obradorato, aunque también el retroceso lo padecemos en salud. México retrocedió en matemáticas, comprensión lectora y ciencias, nada más, pero nada menos. Para mayor afrenta de la 4T, la caída es la mayor desde 2006, es decir, desde los años de Felipe Calderón.
Los resultados en matemáticas son espeluznantes: los niños mexicanos no pueden ni realizar sencillas operaciones que requieran un poco de esfuerzo mental. La capacidad de comprensión lectora es brutal: los niños no pueden encontrar la idea central de un texto o, simplemente comprender bien lo que están leyendo. Por cuanto a ciencias estamos para llorar. Y no es para menos, porque el gobierno de AMLO consideró que la ciencia era neoliberal y, entonces era mejor volver a las tradiciones ancestrales y los detente. Para él, extraer petróleo o construir una carretera no “tienen chiste” y, por ello mismo, creó la “Nueva Escuela Mexicana”, basada en las epistemologías del sur, que es un modelo socialista de educación que no resolverá lo que pretenden resolver.
La herencia de este gobierno ya la estamos recibiendo, enorme retroceso en salud, en seguridad y en educación. No son datos para victimizar al presidente, son datos que vienen de la realidad que poco a poco saldrán a la luz conforme se acerca el final de este sexenio.
Si bien dice el presidente que no debemos tener un gobierno rico y un pueblo pobre, si es correcto que tengamos un magisterio rico y estudiantes miserables e ignorantes.
nestoryuri@yahoo.com