Oaxaca.- Desde “Las edades de Lulú”, su primera novela erótica –que, dice, la hizo escritora- publicada en 1989, hasta “Las tres bodas de Manolita”, han pasado 25 años y once libros en la vida literaria de Almudena Grandes, quien transitó de narrar los excesos de la juventud de su época, a construir la memoria de la Guerra Civil Española.
Ganadora de los reconocimientos “La sonrisa vertical 1989”, “Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska 2011” y “Sor Juana Inés de la Cruz 2011”, entre otros, consideró un premio visitar Oaxaca y platicar con maestros que actualmente leen su reciente novela, como parte de un programa impulsado por Editorial Almadía, así como presentar su novela en la 34 Feria Internacional del Libro Oaxaca (FILO) 2014.
La autora de “Atlas de Geografía Humana”, “Malena es un nombre de tango” y “Los aires difíciles” entre otros libros, charló con profesores y con el público que asistió a la FILO 2014, que se llevó a cabo en esta ciudad del 1 al 9 de noviembre, y abrió sus emociones. Platicó de la importancia de la lectura, la falta de pensamiento crítico, las campañas de fomento a la lectura, las crisis que acontecen en España, el papel del intelectual, las personajas en su literatura y sus recientes obras como memoria de la época franquista.
Consideró que todos los lectores son resistentes en un mundo en el que parece que se impone el universo audiovisual y hace más pasivo al receptor de los elementos culturales, lo que deja menos espacio al pensamiento crítico, dijo. “Comprar libros, ir a una librería, acercarte a una mesa, mirarlos, olerlos, escogerlos es un acto de resistencia”, aseveró.
Comentó también que vivimos orfandades como la del pensamiento crítico, la capacidad de elaborar un pensamiento propio. Y citó al poeta español Antonio Machado, quien hace más de un siglo dijo que la verdadera libertad no es poder decir lo que se piensa, sino poder pensar lo que se dice. Por ello, leer es encender la luz de la esperanza en un mundo cada vez más hostil, agregó.
A pregunta expresa dijo que los errores de las campañas de fomento a la lectura están en lo que la sociedad ha establecido respecto a la lectura. “Todas buscan instalar la pasión de leer y la convicción de que la literatura es algo que tiene que ver con la vida, y la literatura es vida además”, comentó.
“Suelo decir que la literatura es como el sudario que Penélope tejía para su suegro, que todas las mañanas lo tejía y todas las noches lo destejía. Entonces estamos tejiendo el relato sentimental de la humanidad, desde hace muchos siglos y muchas generaciones; se teje por la mañana y desteje por la noche y eso tiene que ver con el aliento de la vida humana”.
LA LECTURA EN ESCUELAS
ALMUDENA GRANDES 2 La escritora quien confiesa que escribe para ella, para la lectora que es, también hizo una crítica a la manera como se enfoca el tema de la lectura en las escuelas, de España, aclaró.
“En mi opinión, el primer error es que la lengua y la literatura sean una asignatura. Yo los dividiría. La lengua es una ciencia que se desarrolla de acuerdo con unas reglas, y tiene un cuerpo teórico y la literatura tiene que ver con el crecimiento personal, con la creación de una idea personal del mundo. Cuando van juntas, la literatura sirve para poner ejemplos. Se presenta la metáfora y un pequeño texto, para explicar al alumno. Entonces subordinar la literatura a la lengua no tiene sentido, el usarla como compuesto de creación de la lengua.
“La convertiría en una nueva materia, obligatoria, no evaluable que funcionara como taller. A los niños hay que enseñarles que leer es un placer, que les enriquece y entusiasma” y recordó que el escritor peruano español Mario Vargas Llosa señaló dijo alguna vez que el libro debe ser entretenido, eso es algo muy importante que se ha perdido por completo, aseveró.
“Se ha perdido la idea de que la literatura te divierte y te entretiene. En los colegios obligan a los niños a leer clásicos sin ton ni son. Les da lo mismo que el niño entienda o quiera leer “La Celestina”, por ejemplo, y yo cambiaría el planteamiento”.
En el mundo de los adultos, agregó, la literatura es emoción. Cuando leo un libro, le pido que me emocione, no leo para saber más, para eso está la wikipedia. Tampoco leo para quedar bien en cenas con amigos ni para ser la más culta.
“Leo para emocionarme, sobran estos planteamientos, entre la población adulta. Creo que esa gente que dice estoy leyendo un libro que no me gusta, pero lo hago porque nunca dejo un libro sin terminar, aplica aquel viejo refrán de que la letra con sangre entra. Cuando no te gusta, lo dejas y no pasa nada. Falta sintonía entre la literatura y la vida como algo vivido y sobra como obligación, como deber; es algo acartonado.
LA NECESIDAD DE QUE NOS CUENTEN CUENTOS Y LA FALTA DE INFLUENCIA DE LOS INTELECTUALES
Los seres humanos necesitamos que nos cuenten cuentos, afirmó en la plática. “Muchas veces en este mundo tan invadido por lo audiovisual y tan tecnificado, donde parece que si no tienes un e-reeder eres un desgraciado, la gente ya no sabe lo que les daría leer libros y lo que hay que hacer es enseñarles lo que ganarían leyendo libros, yo en ese sentido soy muy guerrillera, muy aguerrida porque la literatura es mi vida y la defiendo con uñas y dientes, dijo.
Platicó que en su país, coexisten varias crisis y la menos grave es la económica, porque “cuando consigan que ganemos menos, que seamos más pobres y sea más barato contratarnos, se acabará la crisis económica, pero hay otras más difíciles, como la falta de fe en las instituciones y la política, esa convicción de los ciudadanos de que la política es una carrera en la que se va a hacerse rico y robar lo que se pueda. Hay una pérdida absoluta de fe en la política como fuerza transformadora del mundo, que era hace un siglo, cuando la fe movía montañas.
Recordó que en la época de la dictadura en España, el poeta Gabriel Celaya decía que “la poesía es una arma cargada de futuro” y estamos viviendo una época que por caminos distintos esos versos han recobrado vigencia, comentó.
“La literatura, los intelectuales ya no tienen ninguna influencia sobre el poder. Manolo Vázquez Montalbán me contó hace años algo que es el evangelio: la relación fotográfica entre los intelectuales y los políticos, a quienes les encanta hacerse fotos con los intelectuales, quienes hace mucho tiempo tenían la capacidad para influir en el poder, y ahora no importan tanto.
ALMUDENA GRANDES 3 Sin embargo, dijo que los escritores siguen teniendo la capacidad de cambiar la vida de alguien con un libro, de sembrar inquietud. “La literatura tiene que ver con preguntas. No escribo para darme respuestas ni a mis lectores, escribo para hacerme preguntas y para que los lectores se hagan peguntas. La literatura tiene la gran capacidad de sembrar inquietud e insatisfacción constructiva, fomentar el estado de conciencia en que un lector diga por qué siento esta desazón, que hay que hacer, ese es el poder principal de la literatura ahora”.
Mientras los intelectuales tengamos la capacidad de ser portavoces, mientras el medio de comunicación -no sé cuánto tiempo van a ser tan colaboradores que no coincidan con la línea editorial de los diarios-, tenemos la oportunidad de jugar de portavoces de las causas de la sociedad civil.
En este sentido, dijo que con sus tres novelas sobre la Guerra Civil Española: “Inés y la alegría”, “El lector de Julio Verne” y “Las tres bodas de Manolita”, quiso agradecer a todas esas personas, la gente común que vivió el franquismo, ya que reconstruyó esos años “desde el punto de vista no de los vencidos sino de los resistentes, los que no aceptaron aquélla y estaban dispuestos a seguir luchando”.
MIS PROTAGONISTAS SE LEVANTAN, ABREN LA PUERTA Y SALEN
En “Las tres bodas de Manolita”, la tercera dedicada a la dictadura de Francisco Franco, que presentó en la Feria Internacional del Libro Oaxaca 2014 acompañada por la escritora mexicana Sandra Lorenzano, recordó que un escritor quizá no sea capaz de mover masas, pero sí el corazón de sus lectores. “Un libro puede hacer que seamos personas diferentes a las que éramos antes de leerlo”, agregó.
Dijo que “Las tres bodas de Manolita” trata la vida de “gente corriente, una pandilla de amigos de Madrid y lo que la guerra y la postguerra hizo con ellos”. Es un libro para decirle al lector español “lo hicieron por ti, yo les doy las gracias. La memoria del franquismo estaba en el limbo, la memoria no existía”, dijo.
La protagonista principal es Manolita, la “señorita conmigo no contéis”, alguien “común, ni siquiera guapa, aparentemente sin un valor especial, pero en realidad una mujer valiente y consciente de su valor.
Cuando acaba la guerra civil, Manolita tiene 17 años. Carece de una especialización laboral, empobrece repentina y radicalmente, debe mantener a sus hermanos menores, no tiene trabajo, su padre está en una cárcel y su madrastra en otra, y sin embargo, no sólo consigue sobrevivir sino que desarrolla un proyecto de vida y es feliz.
La historia gira en torno de una cárcel, mas no se centra en ésta: la calle es su escenario y las mujeres, incluyendo a Manolita, que hacen cola para visitar a sus presos, son las protagonistas. Aunque algunas pocas de ellas son personas abrumadas por la situación, otras “hacen cola como si fueran de paseo, se vuelven amigas, se cuentan chistes, intercambian recetas de cocina, le enseñan a Manolita que la alegría, que la felicidad privada es una forma de resistir”.
Son mujeres que con la suma de muchas solidaridades y voluntades pequeñitas “fueron capaces de levantar la oposición democrática en España”. Simbolizan “la única revolución triunfante del siglo XX: la del feminismo”, sentenció la escritora española Almudena Grandes.
Agregó que las mujeres se han ninguneado sistemáticamente a lo largo de la resistencia, y fueron muy importantes, no sólo porque elaboraron redes de acogida para los presos, los alimentaron, recibieron a los que salían de la cárcel y les buscaban trabajo.
“Su hazaña real fue sobrevivir. Esas mujeres salieron adelante, muchas han tenido nietos y niñas, ingenieros, medicas, arquitectas y para mí, lo importante fue reconocer esa labor. Desde que empecé a escribir, las mujeres que miran el mundo desde una ventana no me interesan. Mis protagonistas se levantan, abren la puerta y salen, les pueden dar una paliza, pero salen”.