Redacción.
“Aquello parece ahora la puerta del Palacio de la Moneda del once de septiembre de 1973”, comenta un escritor chileno medio en serio, medio en broma sobre la puerta hecha carrizo de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), incinerada el pasado jueves por porros universitarios que solo así terminaron resolviendo la disputa entre dos grupos políticos antagónicos que durante toda la semana de la 36 Feria Internacional del Libro de Oaxaca se estuvieron disputando las elecciones a la dirección de la Facultad.
El cineasta, presente en una de las cenas para invitados del evento, disertaba apenas el viernes pasado sobre las diferencias existentes entre los mexicanos corriendo y los chilenos corriendo en medio de conflagraciones que involucran a estudiantes, policías y humos tóxicos que en Chile son siempre gases lacrimógenos, pero que en Oaxaca fueron coheteros y que la noche del pasado jueves terminaron provocando el violento arribo de una estampida humana al zócalo de la ciudad, que venía huyendo de la cercana Facultad en llamas y que al final no tuvo mayores consecuencias.
“Fue de lo más curioso ver a los escritores corriendo en medio de la plaza. Yo no corrí, pero lo más surrealista es que pude hablar con dos diferentes personas, en dos diferentes tiempos, todo en medio de gente corriendo, que me preguntaron de mi libro y sobre que me había parecido Oaxaca hasta ahora”.
Dice el chileno mientras reflexiona que en casos como el del jueves, en Chile la policía y los granaderos llegan con toletes, en caballos o camiones, y no bajándose de dos camionetas con un ritmo de autoridad a lo show de Benny Hill.
Días después la FILO, junto con otras iniciativas culturales que han nutrido a la ciudad, como Oaxaca Cine o Instrumenta, harián público un desplegado en la que condenarían los hechos del 17 de noviembre, dejando claro su desacuerdo y preocupación con el clima político y social de una entidad donde de repente parece que cualquier día y a cualquier hora el caos puede convertirse en una aspiración a ejecutarse hasta sus últimas consecuencias por cualquier grupo de choque o de presión social.
Pero por supuesto que no solo hubo recuerdos aciagos en esta FILO 2016. De hecho esos recuerdos fueron los menos.
“Creo que la FILO puede convertirse en una verdadera opción para un sector importante de la industria editorial en nuestro país. Sobre todo para los segmentos emergentes, alternativos, que ocupan posiciones cada vez más determinantes en la dinámica del libro y la lectura”.
Comentó el editor Alejandro Zenker un día antes del 17 de noviembre, al término de las primeras Jornadas de Profesionales de la FIL Oaxaca, llevada a cabo bajo el tema “La movilidad del libro en Latinoamérica”, destacando además lo prometedoras que habían resultado estas jornadas, pues en palabras del también fotógrafo “tienen un enfoque y una dinámica totalmente diferentes a las de la FIL de Guadalajara”.
En el quinto día de la 36 Feria Internacional del Libro de Oaxaca, los aires de consolidación se hicieron más presentes que nunca. Con cientos de lectores, no lectores y aspirantes a lectores yendo y viniendo entre los libros y el espíritu.
“No tengo ningún talento, soy casi una basura”, le dice un chavo niño de no más de quince años al ilustrador chileno Alberto Montt. Su país es la nación invitada de la Feria y en el chico que le ha contado su vida solo hay dosis de admiración para el trabajo del también diseñador gráfico.
“Entonces usted podría ser un buen caricaturista” le responde Montt al chavo, la juvenil audiencia ríe mientras el autor del blog Dosis Diarias resume que en un cartón más importante que el trazo es la idea y cuenta un chiste sobre unos pingüinos que fueron descuartizados por dos osos que los devoraron al confundirlos con unas galletas oreo. Su público de mozalbetes se sigue riendo, mientras una señora de no menos de cincuenta años le dice en voz baja a su acompañante que no le convence mucho ese humor tan salvaje de los jóvenes.
En torneos de cartón en vivo desarrollados entre Ros y Darío Castillejos la constante es Donald Trump, con copete, sin copete, con muro, sin muro, con cara de imbécil, de asco, con bigotito hitleriano, con rostro de monstruo malévolo que recuerda a Munra el de los Thundercats. Castillejos expresa su preocupación sobre que ahora sea una caricatura andante la que ocupe el puesto de presidente del país más poderoso del mundo y último responsable del temidísimo botón nuclear.
Por su parte, el periodista y cronista Fabrizio Mejía Madrid en la presentación de su novela 42 metros cuadrado se refiere a Trump como el que vendrá a cerrar las fronteras, aclara que no quiere deprimir a la audiencia, pero refiere que mejor nos vayamos acostumbrado a cuatro años de relaciones tirantes y segregacionistas con el vecino del norte.
De los 42 metros cuadrados del antiguo animador de reality show y hoy presidente electo de los Estados Unidos, Mejía visualiza que estos tendrán lugar seguramente en un estudio de televisión, en los confines de blof y odio de un empresario inmobiliario dueño de cuarenta pisos en veinte ciudades, que ahora estará persiguiendo la construcción de su propia muralla china, donde los bárbaros seremos nosotros.
Fuera de temas de tragedia irremediable, el poeta José Eugenio Sánchez da un curso de poesía en redes a un salón que no excede en edad promedio los 25 años. Entre el post y el olvido, la literatura en los nuevos medios como Twiter y Facebook, es el tema.
Las y los alumnos experimentaran con la improvisación, el esternón y el sentimiento para poder hacer de su estado en Facebook un asunto de interés que vaya más allá del like. Sánchez les dice que Twiter es un medio visceral y que en el Facebook el ego se desboca, por lo que invita a los chicos a encontrar un punto justo entre los dos que les permita hallarle una cuadratura al círculo de su más personal expresión.
Los veganos y el sexo. Comer verduras, fornicar a gusto y disfrutar el clima, son las tres pautas bajo las que los talleristas encontraran pequeños relatos de pasión, presión, amor, indiferencia y falos que juegan el papel de libros. Más tarde los resultados serán leídos en un antro en el Sánchez recitara poemas, hará performances y retrabajará algunos de los diálogos más clásicos del Piporro.
Mientras en la sede del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) Verónica Gerber habla sobre descubrir los silencios en la literatura resignificando las comas, puntos y trazando círculos concéntricos que transformen a la literatura en una obra plástica, los poetas y escritores chilenos Carlos Cociña y Elvira Hernández en su mesa de Poesía y Dictadura aseguran que a 43 años del golpe militar de Augusto Pinochet hay muchas víctimas y desaparecidos por las que ningún gobierno ha dicho nada.
Que la y los presidentes post dictadura han mantenido una actitud de mejor aguántese y voltee para otro lado con mucha de la gente que aún sigue con peticiones de justicia, con exigencias de saber en qué tierra o en qué mar se encuentran enterrados aquellos con los que algún día vivieron, amaron y sintieron.
Juan Manuel Servín tiene a cargo un ciclo que se pronuncia por releer a Luis Spota, donde replantea el papel del escritor, conductor televisivo y promotor boxístico, a pesar de su popularidad manifiesta en un lugar de honor en cada biblioteca familiar azteca de los setentas, ochentas y noventas, como uno de los más grandes escritores mexicanos de los últimos cincuenta años.
El cotizadísimo Juan Villoro recorre la FILO como un meteoro, ha ido rápido pero destellante los mismo hablando de izquierdas, que de derechas, que de la anunciada y todavía anónima candidata a la presidencia de la Republica para el 2018 del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), se ha tomado sin molestias las selfies con admiradoras y admiradores que lo han emboscado en fiestas, en baños, en teatros y en cocteles.
Ha presentado en el Teatro Macedonio Alcalá con la ayuda musical de los Caifanes Diego Herrera y Alfonso Andre el show Mientras nos dure el veinte, donde ha declamado cuentos sobre tipos obesos que no son capaces de desperdiciar la oportunidad de envenenar al Papa. Y también como muchos en la FILO 2016, le ha mentado su jefecita a Donald Trump.
“¿No tienes miedo de que ya después nadie te tome en serio?” le ha preguntado Andre a Villoro en una conferencia de prensa traduciendo a su vez la pregunta de una reportera veracruzana.
Juan ha respondido que el que no arriesga no gana y nada más se estanca sobre un show de rock y palabras que al final ha dividido opiniones en sus resultados. Al día siguiente Andre ha dado el mejor show musical de la FILO con su concierto entrevista llevado a cabo en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO).
El baterista se ha ruborizado cuando le han dicho que canta mucho mejor que Saúl Hernández, ha dicho que se ha puesto a cantar ahora a los cincuenta y tantos años porque antes siempre tuvo miedo de hacerlo, ha señalado que hoy en los Corona Capital y Vive Latino siempre tocan los mismos cinco grupos desde hace más de veinte años (entre los que incluyó a Café Tacuba, Molotov y a los propios Caifanes), lo cual impide que surjan los nuevos grupos y que las propuestas novedosas se encuentren taponeadas por oportunidades ya previamente asignadas.
Ha cantado después con una voz educada y profunda, acompañado por el bajo de Federico Fong, el tema El Sol Saldrá, que ha dedicado a un país de fosas clandestinas, desaparecidos y justicieros anónimos. El nuestro, México, el cuasinfierno en el que vivimos todos.
Al tiempo que una reportera pedía presurosa a quien la tuviera, alguna foto de su pequeña hija declamando en una de las participaciones literarias de Joselo Rangel (pues se la perdió por andar trabajando), Alberto Fuguet, el escritor chileno más cotizado y mejor criticado del momento, lanzaba balazos al público en una mesa sobre poesía latinoamericana contemporánea, solo para después decir en una posterior entrevista que lo que le molestaba de esta FILO es que con tantos chilenos en el programa, ya no tendría oportunidad de conocer gente nueva.
Los escritores Santiago Rocangliolo, Alejandro Zambra, Diego Zúñiga y el cineasta Diego del Pozo (quien exhibió el Avant Premier en la FILO de su documental Cantalao, sobre una negra organización que hoy usufructúa en términos muy cuestionables el legado del poeta Pablo Neruda) fueron algunos de los chilenos presentes en los últimos días de la Feria.
En colaboración muy cercana con los mexicanos Sergio González Rodríguez, Bernardo Esquinca, Valeria Luiselli (a quien el público siempre confundió con chilena) Álvaro Enrigue, Jorge F. Hernández, Emiliano Monge, Rodrigo Márquez Tizano y Diego Osorno, a quien le tocó darle cierre de oro a la FILO 2016 con la presentación de la redición de su libro Oaxaca sitiada, la primera insurrección del siglo 21.
En el acto, la activista, defensora de derechos humanos y alguna vez miembro de la APPO durante el 2006, Yesica Sánchez Maya (de quien el presentador Fernando Lobo recordó que en un importante diario importante de circulación estatal , la acusó en su momento con las pruebas que da la consigna, de haber quemado el Tribunal Superior de Justicia) dijo que lo que han demostrado hechos como los ocho muertos caídos en un fallido operativo policial hace unos meses, así como lo acontecido el pasado 17 de noviembre, es que Oaxaca nunca ha dejado de arder.
Definió al 2006 oaxaqueño como un semillero de una Oaxaca nueva, con una cultura furiosa en una ciudad que nunca ha dejado de estar sitiada. En ese sentido las participaciones del público, tan tranquilas, tan evocativas, tan faltas ya de reacción (ante la sorpresa del mismo Osorno) parecieran estar ya confinando al movimiento popular que hace diez años se lanzó a tirar al corrupto gobernador en funciones con resultados apasionados y declaradamente contradictorios, al Partenón de los mausoleos de las matanzas sagradas y dramáticamente inertes.
La FILO llegó a su final pero todas las experiencias, recuerdos y anécdotas que dejó solo hablan de un principio. Como esa conversación en una de las fiestas de la Feria entre un escritor chileno y tres escritores oaxaqueños que debatían sobre el punch y aguante mezcalero de cada uno.
“A mí el mezcal no me hace nada” dijo el chileno como si de un chiste se tratara, ante la algarabía e incredulidad de sus colegas.
“Lo tomo en la noche, en mi cuarto y no me marea, ni me tira. Sólo me trae angustia”. El prolongado silencio que siguió entre los cuatro literatos, la complicidad, la tristeza, las posteriores ganas de mejor seguir hablando de otra cosa, fue, es y seguirá siendo la Feria Internacional del Libro de Oaxaca.